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En primera líneaCarlos de Urquijo

Mandela Eguna

Al PNV y al Gobierno Vasco la competencia de prisiones solo les ha interesado para congraciarse con ETA

Actualizada 01:30

«Mandela eguna», en castellano «día de Mandela». Suena a chiste, pero esta ha sido la denominación elegida por el Gobierno Vasco para celebrar el pasado dos de octubre la festividad de los centros penitenciarios vascos, una vez asumida la competencia de prisiones. La Virgen de la Merced, patrona de instituciones penitenciarias en el resto de España, debe provocarle alipori al otrora confesional PNV.

Tampoco hubieran necesitado irse hasta Sudáfrica para recurrir como ejemplo al batallador Nelson Mandela, símbolo de la lucha contra la segregación racial. Por poner uno más cercano en defensa de los derechos humanos, el Gobierno Vasco podía haber recordado a Concepción Arenal, ya saben, la de «odia al delito y compadece al delincuente», además primera inspectora de las cárceles de mujeres, pero claro, no nació en Bilbao sino en Ferrol, vamos, que era española.

Hay denominaciones que además de cursis son tramposas. Si el PNV y el Gobierno Vasco querían evocar la lucha contra la segregación y la persecución del disidente, podían haber titulado el día con el nombre de Alfredo Jorge Suar, Ángel Jesús Mota, Máximo Casado o Francisco Javier Gómez. Por si no lo recuerdan son algunos de los funcionarios de prisiones asesinados por la banda terrorista ETA. También podía haberse acordado de José Antonio Ortega Lara, al que la banda tuvo secuestrado bajo tierra durante 532 días en un agujero de tres por dos metros.

Ilustracióm: Mandela pais vasco

Lu Tolstova

Resulta también un poco ofensivo que existiendo alrededor de 180.000 vascos que fueron expulsados de su tierra como consecuencia del terrorismo y la persecución ideológica, el Gobierno Vasco, lejos de recordarlos o preocuparse por ellos, se dedique ahora a hacer cada día un poco más cómoda la vida de quienes decretaron su salida. Con este fin traspasó Sánchez la competencia al Gobierno Vasco, para convertido en sumiso custodio de los terroristas hasta el momento de convertirse en el solícito portero que descorre el cerrojo hacia el exterior.

No se trata solo de las ilegales progresiones de grado que otorga incumpliendo el artículo 72 de la ley general penitenciaria que obliga a los condenados por terrorismo a colaborar con las autoridades para esclarecer los crímenes sin resolver. La concesión administrativa del tercer grado es requisito indispensable para la obtención de la libertad condicional de acuerdo con el artículo 90 del código penal. Igual de ofensivos resultan los permisos –dieciséis desde mayo hasta hoy– que facilitan las salidas médicas al exterior de estos reclusos sin custodia policial alguna, cosa que no ocurre en otros casos. Bien es cierto que tampoco tendría mucho sentido la huida teniendo en cuenta el trato que les dispensan y con el horizonte de excarcelación definitiva a tiro de piedra.

Por si fuera poco lo anterior, el parlamento vasco aprobó en septiembre de 2021 la Ley 3/2021 de creación de «Aukerak», agencia vasca de reinserción social. Una agencia, dotada el presente año con dieciséis millones de euros de presupuesto, cuya misión es «la inclusión socio-laboral de las personas internas en los establecimientos/centros penitenciarios de Euskadi». Tan inclusiva y progresista que procurará facilitar, también a los terroristas, el acceso a una vivienda y un empleo dignos tras su salida de prisión.

Pocas razones pues para celebrar tan orgullosos el «Mandela eguna». Al PNV y al Gobierno Vasco la competencia de prisiones solo les ha interesado para congraciarse con ETA. Se trata del borrón y cuenta nueva que desean por su mala conciencia durante cincuenta años de terrorismo nacionalista, en definitiva, de perdonar a sus patriotas descarriados. Es hora de la amnesia colectiva y la «reconciliación» con quienes asesinaron a 857 seres humanos para imponer un Estado totalitario ultranacionalista. Hora de oscurecer la limpieza étnica y el éxodo que provocaron y que, desgraciadamente, se encargan también de que no aparezca en nuestros libros de historia.

  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
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