La vuelta de Smiley
Los mejores espías españoles en la época dorada de nuestro Imperio fueron los franciscanos. Los frailes franciscanos fueron grandes espías, al servicio de los Austrias, en toda Europa. El propio Marañón lo demuestra
He visto la serie de El Topo y Los hombres de Smiley unas cuatro veces, encantado con la interpretación de sir Alec Guiness, cuyo oficio de actor me enamoró desde su excelso papel del coronel Nicholson, en El puente sobre el río Kwai, dirigido por el peso pesado David Lean, soberbia película que también he visto varias veces, y en donde la dignidad humana, personificada por el coronel británico, triunfa sobre la barbarie. Es lo que pasa con las grandes interpretaciones, guiones y direcciones, que uno las puede disfrutar más de una vez, como las obras clásicas. ¡Y son tan pocas! Apenas termina hoy uno una película, como para verla más de una vez. El personaje de Smiley, ya muy bien salido de la fábrica de espías de John Le Carré, se hace todo un espectáculo de sabiduría interpretativa encarnado por el egregio Alec Guiness, y con la sabia dirección de John Irving, desde luego. George Smiley es el mejor carácter novelesco que ha creado John Le Carré, presente en más novelas, como la de El peregrino secreto, y el propio Le Carré ha reconocido que este carácter no se hubiese rematado del todo sin la sublime interpretación de Alec Guiness, que hace cuajar al personaje para siempre.
Alec Guinness consiguió establecer la imagen imperecedera de George Smiley; sombrero, bufanda, grandes gafas, abrigo tipo Chesterfield y el paraguas. Es de las pocas veces en que el actor transciende el personaje literario, transformándolo en una figura universal, en un héroe que ya ningún otro thespian posterior puede cambiarlo mínimamente. Es verdad que Le Carré ha construido muy bien otros personajes, como Toby Esterhase, Bill Haydon, Haggarty, Peter Guillam, o Bella, pero todos estos caracteres no han tenido aún la suerte de ser vivificados por el soplo de un auténtico genio de la interpretación. Y ahora entremos en el subgénero, la novela de espías, sobre todo en la «guerra fría». Ahora bien, el espionaje, la actividad de espía ha existido siempre, desde que existen las tribus o cualquier otra organización humana. De hecho, la palabra es de origen indoeuropeo. Así, la raíz indoeuropea *spek- da en latín specio, ver, en griego skopeo, con metátesis consonántica típica del griego en secuencias labial-velar, y también sképtomai, significando también «ver», avéstico spas- («vigía»), antiguo alemán spehôn («espiar»), avéstico spasyeiti («ve»), alemán spähen (ojeada), y en español definitivamente «espía», en el sentido de «mirón». El espía es ante todo «el que ve» lo que hacen los otros.
Los mejores espías españoles en la época dorada de nuestro Imperio fueron los franciscanos. Los frailes franciscanos fueron grandes espías, al servicio de los Austrias, en toda Europa. El propio Marañón lo demuestra.
Hoy vivimos un mundo en donde los espías se encuadran en organizaciones cuyos líderes y activos son expertos en geoestrategia. Los viejos agentes como James Bond se han degradado en pomposos geoestrategas, que en vez de obedecer sin más a los intereses nacionales interpretados por quienes les mandan imparten doctrina «objetiva» a los ciudadanos en los Cursos de Geoestrategia, que proliferan como setas en otoño a cambio de un sobresueldo. Una vez desaparecido el Circus, las Universidades son los mejores centros de desinformación para los Centros nacionales de información sensible. Cuando George Smiley estuvo a punto de caer tras Control, estuvo a punto de aceptar un cargo docente, pero de Humanidades, no de Geoestrategia. Los viejos Reader´s Digest que mecieron nuestra infancia vertían más dosis de sensatez en los fundamentos de la política internacional que las más afamadas revistas académicas de política internacional, que dicen una y otra vez lo mismo desde hace diez años.
- Oye, que me he apuntado a un curso del CNI en la Complutense.
- Joder, ¿y te dan las direcciones de los sastres que visten a James Bond?
- ¿Qué dices? Nos dicen lo que quieren Rusia, China, EEUU, Irán, Turquía, India, Israel y muchos países más, y los pasos que van a dar para conseguirlo.
- Pobre Smiley, le han quitado el trabajo esos cursos de Geoestrategia.
- Por eso Albares ha cambiado a todo el personal de la Quinta Planta.
- Mira que es listo Napoleonchu. Aunque en asuntos exteriores entre la incompetencia y la traición la distancia siempre es mínima.
Hoy el mundo necesitaría un Smiley que ayudase a neutralizar la naciente República Islámica de Siria con una República Federal, en el que se integrasen kurdos, alauís, suníes y drusos, y estos últimos con un corredor que les uniese a Israel para por si acaso. También necesitamos un Smiley para que la oposición a Maduro obligue a una transición política a la Democracia, que no exija la invasión estadounidense. Un Smiley para que pondere El Libro de los Reyes, de Firdusi. Y necesitamos, finalmente, un Smiley para que rusos y ucranianos cedan un poquito para llegar a la paz sin la intromisión venenosa de la OTAN y la UE.
Smiley solía citar la siguiente frase de Horace Walpole: «Este mundo es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten.»
Llamemos a Smiley.
- Martín-Miguel Rubio Esteban es escritor