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26 de abril de 2024

Carmen Fernández de la Cigoña
ENORMES MINUCIAS

Cuando el lobo guarda el rebaño

Miedo me da cuando compruebo que esta práctica de transformación de la realidad y de encumbrar a personajes que son todo lo contrario a lo que requería la tarea para la que se les ha nombrado, trasciende nuestras fronteras

Actualizada 10:54

Con frecuencia la realidad nos muestra el por qué de los dichos, como el de que no hay más ciego que el que no quiere ver. Pero la responsabilidad, además de la estupidez, del que pudiendo no quiere ver, es muchísimo mayor que la del que no ve porque no puede.
Hoy parece que hay que rizar el rizo, porque es mucho más conveniente que los demás no puedan ver lo que yo no quiero que vean. Así que les digo que la realidad es otra, y les convenzo de que lo que están viendo y comprobando no es real, o no es así. Lo peor es que cada vez es mayor el número de los que entran de lleno en esa pseudo realidad, mucho más ficticia que real, en la que las evidencias no importan en absoluto.
Dentro de todo ese marasmo de confusión hacen falta voceros que se encarguen de difundir las nuevas ficciones que hacen pasar por reales. Lo cierto es que cuánto mejor y más entrenado está el vocero, o el intérprete, más fácil es, en una sociedad sin referentes que puedan dar criterio, que lo absurdo difumine toda la realidad.
Entre nuestros dirigentes se va incrementando (que no perfeccionando) el número de estas figuras, y como muestra, el sinsentido de nombrar ministro de consumo a un comunista que, por supuesto, nos diga lo que tenemos que consumir y cómo. Todo muy healthy, muy sostenible, muy promotor de juguetes comprometidos con la ideología de género, y por supuesto nada carnívoros. Salvo cuando toca, claro. Como en las celebraciones de rigor.

De verdad que no soy capaz de entender el interés en que no haya niños. Desde ningún punto de vista

Claro que aquí ya casi no nos sorprende nada, y las ocurrencias del vocero de turno ya las asumimos prácticamente como normales, con todo lo que de peligroso conlleva esa actitud. Pero al final el español sigue comprando lo que quiere, o lo que puede, con un salario cada vez más mermado en cuanto a su capacidad adquisitiva.
Más miedo me da cuando compruebo que esta práctica de transformación de la realidad y de encumbrar a personajes que son todo lo contrario a lo que requería la tarea para la que se les ha nombrado, trasciende nuestras fronteras. Y creo que se ha dicho poco sobre el nombramiento de la nueva Directora Ejecutiva de Unicef, Catherine M. Russell. Hay que recordar que Unicef es el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Y eso debería llevar implícito que lo es para la promoción, la protección, la salvaguarda de la infancia. Siendo así, o al menos debiendo ser así, es más que preocupante la deriva y las polémicas en las que se ha visto envuelto este organismo, precisamente en relación a las líneas de actuación que seguía.
Ya desde hace años se le acusó de desarrollar acciones promotoras del aborto, desde muy diversas instancias. Acusaciones que formalmente Unicef rechazaba, a pesar de las evidencias que se podían encontrar de forma recurrente en sus actuaciones y en sus informes. Y no parece lo más apropiado para defender la infancia el promover el aborto.
El nuevo nombramiento de su directora ejecutiva es un paso más en la línea indicada, a pesar de que se intente enmascarar la realidad. Con los argumentos que se quiera. Pero poner al frente de un organismo que debe proteger la infancia a una declarada proabortista es como poner al lobo a guardar el rebaño. Al final te quedas sin rebaño. Y si lo que se promueve es el aborto, al final te quedas sin niños. O al menos sin millones de niños. Basta mirar las cifras a nivel mundial.
De verdad que no soy capaz de entender el interés en que no haya niños. Desde ningún punto de vista. Ni soy capaz de vislumbrar cómo hemos podido tragar con ese intento de convertir en algo bueno el no dejarles nacer. Pero probablemente sea consecuencia lógica del proceso de falsificación de la realidad y de poner a los lobos a guardar a los que se quieren comer.
Solo espero que la realidad sea tan tozuda como lo ha sido siempre y, más pronto que tarde, vuelva a imponerse en la defensa de la vida y de la dignidad.
  • Carmen Fernández de la Cigoña es directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia. Doctora en Derecho. Profesora de Doctrina Social de la Iglesia en la USP-CEU. Esposa y madre de tres hijos
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