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El dicasterio para las Causas de los Santos reconoció el 'ofrecimiento de vida' del Siervo de Dios Salvo D'Acquisto

Salvo D'Acquisto, el héroe de 22 años que se entregó a los nazis por 22 inocentes

En plena convalecencia desde el hospital Gemelli, Francisco reconoció la 'ofrenda de vida' de este laico italiano a quien se le condecoró con la medalla de oro por su valor militar

El 23 de septiembre de 1943, en plena ocupación nazi en Italia, Salvo D’Acquisto, policía de los Carabinieri, el cuerpo de gendarmería italiano, tomó una decisión que lo cambió todo. 22 civiles estaban a punto de ser ejecutados como represalia por la muerte de dos soldados alemanes.

No eran culpables y él lo sabía. Lo había investigado, lo había explicado, pero no hubo negociación posible: los soldados querían un responsable. D’Acquisto se ofreció a sí mismo y asumió la culpa de un crimen que no había cometido, siendo fusilado. Tenía 22 años.

¿Quién fue Salvo D’Acquisto y por qué medio país lleva su nombre?

Cuando uno pasea por algún pueblo o ciudad de Italia, hay siempre alguna calle, plaza o estatua dedicada a él. No es casualidad. Salvo nació en Nápoles en 1920, el mayor de cinco hermanos en una familia humilde. A los 19 años se enroló como voluntario en los Carabinieri, el cuerpo militar de policía de Italia. Y no tardó en destacar. Fue enviado a África, sobrevivió a la malaria y terminó destinado a las afueras de Roma, ascendido a vicesargento, donde le sorprendió el armisticio del 8 de septiembre de 1943, que dejó a buena parte del país bajo ocupación alemana.

En esos días, un grupo de paracaidistas nazis inspeccionaba unas cajas de munición en la sede de la Guardia di Finanza, cuando varias granadas estallaron accidentalmente. Dos soldados murieron y otro resultó herido. Sin pruebas, los alemanes culparon a los vecinos y arrestaron a 22 inocentes. La orden fue clara: si al amanecer del 23 de septiembre no aparecía un culpable, habría represalias.

Es en ese momento entró en escena Salvo, actuando como jefe de su cuartel. Investigó el incidente y descubrió que se trataba de un accidente. Sin embargo, los alemanes no aceptaron su explicación y obligaron a las 22 personas arrestadas a cavar sus propias tumbas, entregándoles palas y picos.

Es entonces cuando este italiano hizo lo impensable: asumió la culpa de la explosión. Los inocentes fueron liberados, mientras que el joven de 22 años fue ejecutado a tiros y su cuerpo dejado cerca de las minas.

De héroe nacional a posible santo

El 23 de septiembre de 1943 Salvo fue fusilado. Dos años después le concedieron la Medalla de Oro al Valor Militar, el mayor reconocimiento en Italia. Desde entonces su tumba se encuentra en la basílica de Santa Chiara de Nápoles.

Pero la historia no se quedó ahí. En 1983 arrancó el proceso para su canonización. Y aunque ha estado un tiempo en pausa, ahora vuelve a despegar. Desde el hospital Gemelli el Papa Francisco ha autorizado que se reconozca el «ofrecimiento de vida» de D’Acquisto, una vía que él mismo introdujo en 2017 y que permite que se reconozca como camino hacia la santidad a aquellas personas que entregaron su vida por los demás, aunque no hayan muerto específicamente como mártires en el sentido tradicional.

En 2001, san Juan Pablo II expresó a los oficiales de la Policía Nacional italiana que «la historia de los carabinieri italianos muestra que las alturas de la santidad se pueden alcanzar en el cumplimiento fiel y generoso de los deberes del propio estado», cualidad que encarnó con creces Salvo D'Acquisto, y a quien el Papa polaco recordó en su discurso.

Más recientemente, la Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, se refirió a D'Acquisto como «un héroe, un símbolo de valor, sacrificio y dedicación al deber». En sus redes sociales celebró la decisión del Santo Padre de autorizar el camino para su beatificación, calificándola como «un reconocimiento extraordinario para un hombre que dio su vida para salvar la de los demás, encarnando los más altos valores de humanidad y servicio». Salvo D’Acquisto, con solo 22 años, entregó su vida por los demás. Y, aunque el 23 de septiembre de 1943 perdió la suya, ese día 22 personas volvieron a casa.

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