
Agua subterránea
¿Puede el agua subterránea salvarnos de las sequías? Pros y contras de esta estrategia
Este año España está gozando de una buena cantidad de precipitaciones que han podido poner fin a la sequía. Las reservas hidrológicas se encuentran con una salud envidiable, ya que están al 77,1 % de su capacidad. Una cifra que no solo mejora respecto al mismo periodo del año pasado, sino que también está por encima de la media de los últimos diez años.
Los expertos, no obstante, avisan de que no hay que bajar la guardia. Según explica el meteorólogo Mario Picazo, tener abundancia de agua hoy «no quiere decir que no podamos volver a caer en una situación de sequía similar en escasos meses».
A pesar de las lluvias de los últimos meses, zonas como la Comunidad Valenciana, Andalucía o la Región de Murcia continúan en déficit, por lo que hay que pensar en gestionar nuestros recursos hídricos de manera más eficiente.
Una solución que está sobre la mesa es la de utilizar los acuíferos para consumir el agua que hay en ellos. Y es que el 70 % del agua potable de España proviene de aguas subterráneas, que terminan ahí después de filtrarse por la superficie terrestre y circular bajo la tierra. Según Aquae Fundación, nuestro país es, además, uno de los que cuenta con una mayor cantidad de acuíferos del mundo, y un 15 % de la población depende de ellos, según el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco).
No obstante, una sobreexplotación de estas formaciones puede suponer el agotamiento de los acuíferos. Asimismo, la intrusión de agua salada derivada del aumento de las temperaturas que provoca una subida del nivel del mar y la eutrofización que provoca una introducción masiva de nitrógeno y fósforo que acaba por contaminar el agua subterránea son otros problemas que pueden poner en riesgo estas aguas subterráneas.
Según el Instituto de Geología y Minería de España (IGME), «son un aporte importante, pero hay que racionalizar y no sacar más de lo que se debe». Desde la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) opinan que los acuíferos no van a solucionar la sequía española «si no se reduce el consumo» de agua.
Por su parte, el jefe del área de Hidrogeología Aplicada del IGME, Miguel Mejías, ha explicado en declaraciones a Europa Press que «en líneas generales, es mejor utilizar el agua de los acuíferos que hacer trasvases», sobre todo, desde el punto de vista ambiental. No obstante, ha matizado que los acuíferos deben explotarse de forma «sostenible y de acuerdo con los objetivos ambientales, es decir, no sacar más de lo que se debe».
Amenaza de las reservas de agua
Un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment concluye que las reservas de aguas subterráneas en la península ibérica están amenazadas, ya que hasta final de siglo el 40 % de los pozos sufrirá una caída del nivel de agua superior a un metro. Los resultados revelan una marcada tendencia a la disminución, especialmente en los acuíferos más superficiales, donde el efecto de la evaporación, intensificado por el aumento de las temperaturas, tiene un mayor impacto que la reducción de precipitaciones.
En el peor de los escenarios, el estudio advierte que hasta un 40 % de los pozos analizados podría sufrir una caída de más de un metro en el nivel freático antes de final de siglo, con casos extremos en los que la reducción superaría los 18 metros.
Para evitar la desaparición de estas masas de agua, la Unesco pide fomentar soluciones sostenibles. Entre ellas, implementar Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) para mejorar la seguridad hídrica, usar de manera sostenible las aguas subterráneas mediante políticas que equilibren las necesidades humanas y ambientales, y proteger su calidad. Estas acciones buscan mitigar el impacto ambiental y garantizar la disponibilidad de este recurso esencial para las generaciones futuras.
Es clave, asimismo, controlar la contaminación regulando fertilizantes, pesticidas y aguas residuales. Se deben establecer restricciones en la extracción de agua subterránea con monitoreo y permisos adecuados. La conservación de las áreas de recarga, como humedales y bosques, es fundamental para mantener la calidad del agua. Además, la educación y la participación ciudadana son esenciales para fomentar prácticas sostenibles y garantizar la protección de estos recursos.