Cuando Warhol decidió pintar sobre su fe al estilo Pop Art

Andy Warhol fue mucho más que sus dibujos del dólar, las famosas latas de sopa Campbell o los retratos de Marilyn Monroe, también llenó de colores chillones La última Cena de Da Vinci o la Madonna de Rafael, para mostrar su enorme espiritualidad católica que solo conocían sus círculos más cercanos. Mientras el Warhol artista creaba, el Andrew Wharhola más personal acudía todos los días a misa, era voluntario en comedores sociales, viajaba siempre con un rosario entre las manos y en la mesilla de su habitación tenía una figura de una iglesia y un misal, además en 1980 conoció al papa San Juan Pablo II. Era, además de artista, cristiano ortodoxo, de rito Bizantino.

Aunque se convirtió en un referente del pop art americano, sus orígenes estaban en la vieja Europa. Sus padres emigraron a Estados Unidos desde Mikova, una pequeña aldea de los Cárpatos, que entonces pertenecía al imperio austrohúngaro. Se establecieron en Pittsburgh, ciudad con muchas oportunidades laborales, pero en condiciones pésimas. El matrimonio trabajó en una fábrica de acero y hundidos bajo estos hollines tuvieron a Andy, su tercer hijo. Su infancia no fue fácil, a los ocho años los médicos le diagnosticaron mal de san Vito y tuvo que abandonar el colegio y pasar en su cuarto una temporada. Para entretenerlo, sus padres le regalan un perro y su primera cámara Leica, de la que no se despegó desde entonces. Con ella empezó una colección de fotografías de estrellas de Hollywood, pero también pasó tiempo dibujando, e incluso guardó las tiras cómicas de la prensa diaria y de revistas de diversos álbumes. En esos años, sin saberlo, forjó una relación tan fuerte con su madre que, años después trasladó a sus serigrafias uniéndola con los iconos ortodoxos de la virgen bizantina, la teotokos. Con la enfermedad ya controlada, estudio en la escuela de Bellas Artes del Instituto Técnico de Carnegie de Pittsburgh (actualmente la Carnegie Mellon University) y en 1949 se desplazó a Nueva York, donde comenzó una exitosa carrera como ilustrador para varias revistas, y agencias de publicidad, con las que gano renombre dentro del oficio.

Hasta este momento no necesitó que su religiosidad fuese conocida, pero tras lo sucedido dedicó sus últimas obras a expresar su fe

Pero el trabajo era secundario, aunque suponía la principal fuente de ingresos. Para Warhol la creación artística era prioritaria y en poco tiempo empezó a exponer sus raros retratos de famosos, estanterías de supermercados y otras piezas que no dejaron indiferente a nadie. Fundó The Factory, su propio estudio en el centro de Manhattan. Con su lata, su dólar y sus retratos llenos de brillo y luces quería mostrar el materialismo en su máxima potencia, como si fuesen iconos religiosos a los que adoraban los compradores. Pero algo cambió a Warhol en la década de los setenta, cuando creo Sombras, unos grandes paneles llenos de acrílico en blanco y negro, que demuestran una preocupación vital del artista por la muerte. Esa preocupación pictórica era comprensible porque en 1968 sufrió un intento de asesinato durante una charla en su estudio con unos colaboradores. Valerie Jean Solanas, activista feminista sacó un arma y disparó tres veces contra Warhol, hiriéndolo levemente. Hasta este momento no necesitó que su religiosidad fuese conocida, pero tras lo sucedido dedicó sus últimas obras a expresar su fe con cruces azules, Sagrados corazones rodeados de motos y la Última Cena cubierta por líneas moradas, rosas y amarillas. Una mezcla de fe y pop art que no gustó a ciertos grupos religiosos, pero era la visión de un artista revolucionario y católico a partes iguales.

El 22 de febrero de 1987 el mundo se despertó con la inesperada muerte de Andy Warhol a los 56 por una arritmia tras una operación de vesícula de la que se estaba recuperando con normalidad. Fue enterrado en el pequeño cementerio católico de San Juan Bautista, en su ciudad natal. Su funeral fue multitudinario y consiguió reunir a famosos como Yoko Ono, Calvin Klein, que jamás habían pisado una iglesia. Su trabajo supuso una renovación temática personal que marca esa continuidad estética entre las latas y estas últimas series religiosas.