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29 de abril de 2024

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, participa en la sesión del control al Gobierno que celebra el pleno del Senado este martes

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en el SenadoEFE

Lo que Urtasun defiende: el «ecofeminismo decolonial», y lo que ataca: la Historia (y la tauromaquia)

La cuestión va mucho más allá de los toros porque es la mirada la que se pretende cambiar. La izquierda gobernante quiere hacer al pueblo daltónico cultural, humano, ideológico y social

En 2014, el entonces político de Izquierda Plural, Ernest Urtasun, firmaba un compromiso con distintas organizaciones ecologistas como Ecologistas en acción, quienes pedían implicaciones políticas en asuntos como el cambio climático y la energía; la preservación de la biodiversidad; el uso de recursos naturales; el tratamiento de residuos; la contaminación del aire, y la contaminación por químicos, entre otros.

Ecologismo cultural

Los compañeros abajofirmantes eran distintos representantes de PSOE (Elena Valenciano), Equo, Compromís, Bildu, BNG, IU, ICV, Izquierda Plural (Urtasun), Podemos (Pablo Iglesias), PACMA y ERC. Ni PP, ni UPyD, ni Coalición por Europa, ni Vox se sumaron a la petición. Han pasado diez años y hoy ese eurodiputado ecologista es, no tan incomprensiblemente, ministro de Cultura.
Y no tan incomprensiblemente porque cualquier ministerio, y con ventaja el de Cultura, es hoy baluarte para el afán principal del Gobierno, que es darle la vuelta a los valores y las «miradas». El ecologismo cultural, entre otras ramificaciones con el delirante concepto, por ejemplo, de «ecofeminismo decolonial» ha llegado al ministerio y a España para tratar de apoderarse de ellos. Las ramas de este árbol invasivo se extienden casi hasta el infinito. La tauromaquia está impepinablemente en el medio del camino, pero ni mucho menos es el quid de la cuestión por mucho que impongan sus cuernos.

«Abrir miradas»

La cuestión va mucho más allá de la tauromaquia porque es «la mirada» la que se pretende cambiar. Los políticos quieren hacer al pueblo daltónico cultural, humano, ideológico y social, a fuerza de decirle, de adoctrinarle en que los colores no son como los ve, sino como les dicen que son. La tauromaquia es un archipiélago paradisíaco, como Kiribati, amenazado por la crecida del mar, que es precisamente un ecologismo radical que alcanza mucho más allá de su ámbito.
Si un ecologista radical es hoy ministro de Cultura, se encuentran muchas respuestas a lo que se empezaba a formar hace una década y donde ha llegado esa principiante formación, hoy encaramada al poder. Curiosamente ese nivel de mar metafórico en crecida que trata de inundar la tauromaquia y los museos, entre otras manifestaciones culturales, por no decir todas, es en el que se apoya el ecologismo gobernante.

Los «fueras de la ley»

El ecologismo gobernante que se apuesta para «abrir miradas», como su ramita Ecologistas en acción y, por ejemplo, su asombroso, ya dentro de la oficialidad, oficializado el ecologismo que no hace mucho estaba tantas veces fuera de la ley. Es el tiempo de los fueras de la ley, que ahora están dentro, como Bildu y sus terroristas candidatos o los golpistas separatistas.
Es «la mirada» donde el «ecofeminismo decolonial», firmado y apoyado por Urtasun, ministro de Cultura, habla de la «colonialidad» como secuela de la colonización, y disculpen por la familiaridad, se queda tan ancho. Son los mismos (es el mismo, Urtasun) los que dicen que «La diversidad de propuestas feministas es muy valiosa, pero las posiciones del feminismo blanco, occidental y hegemónico son las que han prevalecido, y con ello, se han anulado una heterogeneidad de historias, luchas, palabras y conocimientos que tienen otros ritmos y colores...».

«Nuevas realidades»

Ahí están los colores, el daltonismo ideológico que es una suerte de lobotomía ideológica en una mezcolanza de conceptos encaminada a la confusión de ese mismo pueblo al que dicen que el rojo es verde, que la tauromaquia es «maltrato animal» y que los museos hay que descolonizarlos. Hay que tener «miradas decoloniales y ecofeministas, que denuncian que el sistema patriarcal, capitalista, racista y colonial es contrario a poner la vida en el centro», y que los problemas y las soluciones son «interdependientes», dicen desde los ya no tan remotos lugares del ecofeminismo decolonial.
Como «interdependientes» tratan de hacer la ecología y la cultura y todo lo que interese para cambiar el mundo a través de la «mirada». Contagiar la mirada de Urtasun que está en lo que llaman de forma casi distópica el Buen Vivir: «propuestas, discursos y prácticas decoloniales, ecologistas y feministas que constituyen poderosas herramientas para propiciar cambios de paradigmas y lograr nuevas realidades. Pensamientos y luchas que pretenden subvertir el lado oscuro de una modernidad que continúa menospreciando y violentando la vida».

La barbarie

Ese es el pensamiento del ministro cuando no era ministro, que también lo es cuando ya es ministro del mismo modo que sigue defendiendo las mismas cosas que cuando no era ministro, desde el frontal (y lógico, desde su lógica sectaria) rechazo a la tauromaquia, hasta la descolonización (imposible en España, pues nunca se constituyó en colonias, lo cual les da igual en un discurso totalitario que no admite matices y correcciones una vez lanzado) basada en esa nueva «colonialidad» como una de las patas a derribar, como el «capitalismo» y la «modernidad».
Dicen (y firma abajo Urtasun, ministro de Cultura), entre otras barbaridades que se afanan en que no lo sean, en que sean vistas con «otra mirada», que «los sujetos colonizados pasan a tener menor humanidad», que es como decir (en el supuesto de que los indígenas americanos hubiesen sido colonizados por España), que a los indígenas que sacrificaban a otros indígenas, a los que se les mostró que aquello no estaba bien, se les deshumanizó.
En esto estamos, en esto y en otros aspectos similares está Urtasun en su ministerio de Cultura, donde la tauromaquia es «barbarie», pero a los indígenas que practicaban la barbarie, en cambio, dice que se les deshumanizó. Por utilizar una expresión taurina, puede que quepa «atarse los machos» ante lo que se avecina.
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