Real Sitio de Aranjuez
El Palacio de Aranjuez recupera el esplendor de las Salas de Felipe II
El real sitio ha inaugurado estas estancias para el recorrido turístico, una vez reformadas, y vuelve a abrir el Jardín de los Pabellones
El Palacio Real de Aranjuez ha inaugurado, por primera vez para la ruta turística, las Salas de Felipe II como espacios recién restaurados. Desde el pasado 28 de mayo, los visitantes que acudan al real sitio podrán contemplar el esplendor recuperado de estas estancias.
En ellas se exhiben 20 bustos originales de los emperadores romanos que se ubicaban, anteriormente, los pedestales de la verja y las balaustradas de las terrazas de la Casa del Labrador.
Por razones de conservaciones, se sustituyeron por réplicas. Ahora, se han situado de tal forma que «permiten al visitante ser partícipe de un diálogo entre ellos», han expresado desde Patrimonio Nacional.
Las Salas de Felipe II acogen, también, la escultura sedente de María Luisa de Parma, procedente del Museo del Prado, y de Neptuno anciano, que anteriormente se encontraba en la fuente del Jardín de los Pabellones. En la estancia contigua, además, se exhiben los cuatro jarrones de mármol del Jardín del Parterre y cuatro arpías del Jardín de la Isla, que se han trasladado a interior por razones de conservación.
Además, reabre al público el Jardín de los Pabellones tras su restauración, con la que se ha recuperado «el espíritu con el que se crearon estos espacios impulsados por Carlos IV cuando todavía era príncipe de Asturias». Los jardines datan del siglo XVIII y se idearon como zona recreativa para la caza, la jardinería o la cría de aves exóticas. Asimismo, cuenta con acceso directo al río Tajo, escenario de juegos acuáticos.
Vista aérea del Jardín de los Pabellones del Palacio de Aranjuez
Para su restauración, se ha recuperado el diseño original de Pablo Boutelou, de 1784, basado en yacimientos arqueológicos, cuadros, crónicas y documentos del Archivo General del Palacio.
Más reformas en el Palacio de Aranjuez
Felipe II encargo a Juan Bautista de Toledo hacer de Aranjuez una villa de inspiración italiana, con calles arboladas que ordenar el territorio ajardinado y terreno de cultivo. El curso de Tajo se regulaba mediante las presas que se construyeron en el siglo XVI y permitían el regadío mediante canales.
Con su llegada, la dinastía de los Borbones amplió las obras de Aranjuez, ya que se convirtió en su residencia de primavera. Ahora, el real sitio experimenta un período de reformas que incluye el Museo de Falúas Reales, intervenciones paisajísticas en el Jardín del Parterre o la restauración de la Casa del Labrador.