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01 de mayo de 2024

Territorios que dominó el Imperio otomano

Territorios que dominó el Imperio otomanoWikimedia Commons

Por qué la caída del Imperio otomano nos sigue afectando hoy

En un ensayo pionero, el especialista Ryan Gingeras presenta la historia de un periodo clave de la Europa oriental y el Oriente Próximo mediante la perspectiva de la desintegración del Imperio otomano en lugar del nacimiento de la moderna Turquía

Cuando hoy se habla del Imperio otomano, al menos en España, las mentes viajan rápidamente a aquel tiempo en que la Monarquía Hispánica y la Sublime Puerta pugnaban por la hegemonía del poder en el Mediterráneo, y en ocasiones parece que el Imperio otomano solo merece atención en nuestra historiografía patria en cuanto que antagonista del «Rey Prudente» y de su hermano natural, el gran comandante Juan de Austria. Pues bien, aunque ese es un periodo que, como todos los demás, merece su debida atención y reflexión, hemos de romper el cliché historiográfico hispánico de pensar en los otomanos únicamente como Solimán el Magnífico y los piratas berberiscos, Lepanto, el Asedio de Malta o el Sitio de Viena, para empezar a pensar en el Imperio multinacional que capeó mal que bien las guerras del siglo XVIII y las napoleónicas, para arribar sumamente maltrecho a los comienzos del siglo XX. La razón más práctica para hacerlo, obviando la razón primordial de saber por el gusto de conocer, es la de entender los porqués del mundo que nos rodea hoy: los Balcanes, la desembocadura del Danubio, la costa occidental del Mar Negro, el Cáucaso, el Oriente Próximo… Todas estas regiones, con más o menos conflictos en el presente, integraron el territorio del Imperio otomano, o como era conocido desde el interior, «el Sublime Estado», la desintegración del mismo legó a muchos de estos territorios una pesada deuda que aún no se ha resuelto.
Portada de 'Los últimos días del Imperio otomano', de Ryan Gingeras

GALAXIA GUTENBERG (2023). 360 PÁGINAS

Los últimos días del Imperio otomano

Ryan Gingeras

En Los últimos días del Imperio otomano, Ryan Gingeras, profesor en el Departamento de Seguridad Nacional de la Escuela Naval de Posgrado de California, se adentra en este libro en toda una serie de pormenores que no solo llevaron al Imperio otomano a su definitiva desintegración tras la Primera Guerra Mundial, sino también a adoptar una serie de políticas que produjeron una desintegración traumática, en muchas ocasiones como respuesta a la expansión de los movimientos nacionalistas en los distintos pueblos que integraban el Sublime Estado. Así, Gingeras realiza, en orden cronológico, un análisis centrado en el periodo 1918-1922, años en los que tuvo lugar el proceso de derrocamiento del sultanato otomano y el nacimiento de la moderna Turquía. En palabras del autor, «parece claro que lo que ocurrió entre 1918 y 1922» fue que «un Imperio multinacional se deshizo. En su lugar nacieron unos Estados-nación que se definían por criterios étnicos», lo que el autor compara con el otro caso de gran imperio multinacional que se deshizo definitivamente tras la contienda: el imperio de los Habsburgo. Ahora bien, eso en términos convencionales. Según el autor, lo que ocurrió fue mucho más complejo y profundo.
Así, para adentrarse en esa complejidad que fue la desintegración del sultanato y el nacimiento del nuevo Estado-nación, Gingeras utiliza la visión de dos protagonistas que vivieron el proceso muy de cerca: Kalusd Sürmenyan y Hüseyin Fehmi. El primero, ciudadano otomano de la comunidad armenia de la Anatolia oriental; el segundo, emigrado de origen tártaro procedente de la Crimea entonces rusa. Ambos ciudadanos otomanos, ambos influidos de un tardío nacionalismo otomano que intentaba pugnar en su interior contra las pulsiones respectiva armenia y tártara respectivamente. Y esto nos lleva a trasladar una de las más interesantes preguntas que se plantea Gingeras, y que ya se planteó en el Imperio otomano a finales del siglo XIX: ¿qué significaba «ser otomano»? En torno a esta pregunta realiza el autor un magnífico y pormenorizado análisis de cómo el Estado otomano (Osmanlı Devleti) consiguió aglutinar diversidad de etnias, lenguas y credos a lo largo de su existencia (el antiguo sistema del millet) para, finalmente, lidiar con una complejísima situación de efervescencia nacionalista sumado a un acoso económico constante por parte de las potencias occidentales (Gran Bretaña y Francia principalmente) y a una fuerte presión militar por parte del Imperio ruso (en los Balcanes y el Cáucaso). La respuesta, que Gingeras analiza con precisión, fue el Noble Edicto de la Estancia Rosa, proclamado en 1839 y en el que el sultán Abdülmecid I «declaraba que, a partir de ese momento, todos sus súbditos, musulmanes y no musulmanes, serían iguales ante la ley», lo que implicaba la eliminación del tradicional sistema del Millet y que «prometía un régimen que no tendría en cuenta los prejuicios religiosos ni las jerarquías sociales. Se pretendía que los movimientos nacionales disidentes perdieran su atractivo en favor de un nuevo sentimiento común de pertenencia y responsabilidad». Nacía así el «nacionalismo otomano» u «otomanismo» (Osmanlılık). Pero el intento «desde arriba» de crear una unidad nacional entre la diversidad de pueblos dentro del territorio otomano no solo no tuvo éxito, sino que avivó no solo los nacionalismos disidentes de armenios, griegos o asirios, sino también los de la población turca, un nacionalismo aparejado a un aparente movimiento constitucionalista: el de los Jóvenes Turcos a través de su formación Comité de Unión y Progreso (CUP).
Mucho más se podría decir, pero baste señalar que hasta ahora ha sido sumamente difícil encontrar obras objetivas sobre el periodo de desintegración del Imperio otomano, pues se debe entrar en cuestiones tan espinosas como la de los genocidios armenio y asirio. En este caso, la obra de Gingeras se encuentra muy lejos de ser una hagiografía de Mustafá Kemal «Atatürk», así como de demonizar al Sublime Estado y sus fuerzas nacionalistas internas: es una obra equilibrada, seria, que detalla y explica los matices (esta es la clave), y que tiene un interés fuera de toda duda a la hora de comprender el mundo actual.
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