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Jane Austen contra el Smartphone

El mundo de Austen es muy educativo: nuestros modales —y con ellos nuestro carácter— pueden mejorarse y refinarse

Un 28 de enero, pero de 1813, se publicó la novela más popular de Inglaterra. Orgullo y prejuicio es la historia por excelencia sobre la búsqueda del marido ideal, pero también, 212 años después, una obra sobre las virtudes.

«Vanidad y orgullo son cosas distintas», dice Mary Bennet, «aunque a menudo se usan como sinónimos. Una persona puede ser orgullosa sin ser vanidosa. El orgullo se relaciona más con nuestra opinión de nosotros mismos, la vanidad con lo que queremos que otros piensen de nosotros». Esta distinción—la opinión de uno mismo en oposición a la dependencia de la opinión de los demás—tiene una buena base etimológica. La palabra latina vanum significa «vacío», «nulo», «que no es de fiar», como una nuez que sea toda cáscara y sin fruto, o un ejército que parece fiero, pero se dispersa en la batalla, o una opinión sin sustancia. Por otra parte, Prud en inglés antiguo, connota valentía y excelencia.

Orgullo y prejuicio contiene enseñanzas sobre ambas cualidades. El Sr. Darcy está seguro de su superioridad hasta el punto de ser arrogante y altivo. La Srta. Bingley es vanidosa, segura de que sus cualidades exteriores —apariencia, elegancia, modales y dinero— la ponen por encima de los demás. El orgulloso, con su orientación interior, puede ser influido por el valor de los demás: el Sr. Darcy sí puede ser redimido. Pero la vanidad está vacía. La novela termina sin ninguna redención para la Srta. Bingley.

El mundo de Austen es muy educativo: nuestros modales —y con ellos nuestro carácter—pueden mejorarse y refinarse. Este es el tipo de educación que yo, como padre, tomo más en serio. En concreto, me interesa el orgullo y la vanidad de mis hijos. Creo que deben tener una cierta cantidad de orgullo y aprender a reservarse para alguien digno. La vanidad querría derrotarla por completo, especialmente en esta era de las redes sociales. En sus peores formas, las redes sociales son la tecnología de la vanidad, una red global electrónica dedicada a «lo que queremos que otros piensen de nosotros». Separa el grano de la cáscara, para quedarse con la cáscara.

Sus efectos negativos ya son obvios. Una investigación de TikTok señala que, para los adolescentes, «el uso compulsivo se correlaciona con una serie de efectos negativos en la salud mental, como la pérdida de habilidades analíticas, la memoria, el pensamiento contextual, la profundidad conversacional, la empatía y el aumento de la ansiedad». La pérdida de todo lo que Jane Austen nos invita a cultivar. Pérdida fomentada hoy por la avaricia corporativa y una generación de padres demasiado sumisos para reaccionar.

Mis hijos me preguntan cuándo pueden tener teléfonos. La respuesta que les doy sin dudar: «Cuando esté muerto». Pero no es suficiente mantenerlos alejados de los teléfonos inteligentes. Todos los días trabajamos para construir una cultura de vida interior, una vida independiente de las opiniones de los demás.

La propia Austen señaló que la lectura tiene un papel importante: al revisar los requisitos habituales de una educación —conocimiento de música, arte, idiomas extranjeros, elegancia personal, etc.— el Sr. Darcy añade, «Y a todo esto debe añadir algo más sustancial, en la mejora de su entendimiento mediante la lectura atenta». La lectura cultiva la interioridad, y a la vez desarrolla en nosotros una sensibilidad hacia las emociones de los demás. No es sorprendente que Austen represente a sus personajes leyendo libros y construyendo bibliotecas: la lectura es uno de los fundamentos de su cultura. «No puedo comprender el descuido de una biblioteca familiar en días como estos», dice el Sr. Darcy.

Hacemos más que leer, claro. Este pasado fin de semana, nuestra biblioteca organizó su primer Baile de Orgullo y Prejuicio, donde más de 150 miembros de nuestra comunidad, incluidos muchos niños y adolescentes, aprendieron danzas populares inglesas y se conocieron. Excelente música, buenos modales, ampliación del círculo de conocidos, ejercicio, sentido de la belleza en el orden, elegancia en el vestido y comida—tantas cosas buenas convergen en un baile. Tenemos la intención de que sea anual. Tuvo tanto éxito que puede que tengamos que hacerlo más a menudo. Antes del baile, invitamos a Julia Yost, autora de La oscuridad de Jane Austen, a un coloquio sobre la obra de Austen, y el tipo de sensibilidad con la literatura que la lectura atentan puede fomentar.

Quizás lo más sorprendente del evento fue que la gente dejó de lado el móvil, ni siquiera para hacer fotos de los hermosos disfraces. Estaban completamente presentes, aprendiendo pasos de baile, recordando nuevos nombres, revisando sus tarjetas de baile. Y se estaban divirtiendo. Todos querían hacerlo de nuevo. Hay muchos obstáculos que superar: para hacerlo asequible (cobramos 15 dólares por persona y 35 por familias) contamos con voluntarios, pero el trabajo gratuito tiende a agotarse. Aun así, estamos convencidos de que este es el tipo de cultura en la que deseamos criar a nuestros hijos. Podemos sentir su poder. Es lo suficientemente fuerte como para alejar a los jóvenes de los móviles, hacer que se miren a los ojos, hacer que los selfies se detengan, incluso en una noche en la que todos estaban especialmente elegantes.

Este año se cumplen 250 años del nacimiento de Jane Austen. Habrá eventos por todo el mundo. Es un buen momento para volver a familiarizarnos con sus virtudes—habilidades analíticas, formación de la memoria, pensamiento contextual, profundidad conversacional, empatía, autosuficiencia, etc., todas las habilidades que el uso de las redes sociales deprime. El interés de hoy en Jane Austen significa más que simplemente querer usar vestidos bonitos en grandes casas: indica un hambre por el tipo de alimento que puede restaurar nuestra sociedad enferma y solitaria.

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