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El presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi

El presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, y el presidente de la CEOE, Antonio GaramendiEuropa Press

Las elecciones en Cepyme ponen a prueba el modelo de poder de Garamendi en la CEOE

Las elecciones del 20 de mayo en la patronal de las pymes se han convertido en un plebiscito para el presidente de la CEOE

El próximo 20 de mayo se celebran las elecciones en Cepyme, exactamente cuatro meses después de que Antonio Garamendi filtrara que buscaba un sustituto para el actual presidente y candidato, Gerardo Cuerva. Lo que el líder de la CEOE concebía como un trámite se ha transformado en un plebiscito encubierto sobre su modelo de liderazgo, con las elecciones en la gran patronal a la vuelta de la esquina.

Fue el 20 de enero cuando el diario ABC publicó la bomba: Garamendi buscaba un candidato para disputarle a Cuerva la presidencia de Cepyme. Según la información el presidente de la patronal de las pymes había perdido la confianza de Garamendi en plena confrontación con el Ministerio de Trabajo por la imposición de la nueva jornada laboral. Pero detrás de esta ruptura pesaba otro factor: el manifiesto por la libertad de empresa presentado por Cepyme meses antes, un documento que firmaron casi todas las organizaciones empresariales y que contó con la presencia de Isabel Díaz Ayuso.

El texto denunciaba las injerencias del Gobierno en la actividad empresarial y reclamaba el fin del «intervencionismo y la estigmatización de la figura del empresario», tras el ultimátum lanzado por el Ministerio de Trabajo ante el bloqueo en la negociación de la jornada. «En ese momento, las organizaciones nos preguntaban para qué estábamos», explica Gerardo Cuerva en un encuentro con El Debate en la Cámara de Comercio de Granada, su ciudad natal. «Se habló de paro patronal, de movilizaciones… pero nos decidimos por el manifiesto. Y fue un éxito: hubo tortas por leerlo y lo suscribieron todas las organizaciones, incluso Ángela de Miguel -candidata de Garamendi para Cepyme-», continúa.

Todas no. Antonio Garamendi, encargado de clausurar el acto, evitó dejarse ver mientras la presidenta madrileña seguía presente y, en su discurso, se desmarcó tanto de Cuerva como de Ayuso: «Salgamos de aquí con espíritu positivo, reivindicativo, pero siempre con moderación», señaló. En las semanas siguientes, el líder de la CEOE consolidó ese papel: el de garante de la moderación frente al «radicalismo» que empezaba a atribuirle a Cuerva. Desde entonces, la relación entre ambos no volvió a ser la misma.

La sobriedad de Garamendi sorprendió a parte del empresariado en un momento especialmente delicado tras la aprobación de la reforma laboral, las sucesivas subidas del salario mínimo –un 61 % desde 2018–, la reducción de la jornada y la amenaza de blindaje del despido. «El artículo de la subcontratación incluido inicialmente en la reforma laboral era un torpedo a la línea de flotación de las empresas. Le dije a Antonio que se dejara de medias tintas: si obligamos a las grandes empresas a asumir cualquier defecto en la gestión de las pymes, hemos acabado con estas», afirma Cuerva.

Esta franqueza, hasta entonces expresada en privado, no sentó bien a Garamendi, que empezó a ver en el granadino un competidor potencial en la pugna por el control de la patronal. «Mi sensación es que Antonio quiere un cambio de modelo, donde Cepyme diga y haga lo que él quiere. Podrá ser el presidente de todos porque lidera la CEOE, pero nunca podrá ser la voz de la pyme», añade Cuerva.

Voluntariamente o no, Garamendi ha planteado con esta maniobra un autoplebiscito sobre su estilo de liderazgo. Una victoria de Cuerva en las elecciones del 20 de mayo lo colocaría como favorito para presidir la CEOE, cuyo relevo se dirimirá el próximo año. El granadino, sin embargo, esquiva esa proyección, admite que si Cepyme no toma la palabra, otros la tomarán por ella. Y esa alternativa, advierte Cuerva, ya se está gestando en los despachos del Gobierno.

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