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Opa BBVA - Sabadell: el Gobierno busca fórmulas para batir su récord de intervencionismo

Moncloa deberá hilar fino para hacer desistir a Carlos Torres, aunque tampoco esperen grandes reprimendas desde Bruselas, que en ocho años ha hecho la vista gorda ante maniobras de todo pelaje

Actualizada 13:12

Los presidentes de BBVA y Sabadell aguardan saber qué será de ellos.

Moncloa deberá hilar fino para hacer desistir a Carlos TorresLu Tolstova

El esperpento en el que se ha convertido la opa de BBVA sobre Sabadell encara su recta final. Tras más de un año de dimes y diretes el Gobierno, como ya había venido adelantando por activa y por pasiva el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, será quien tenga la última palabra sobre la operación. Es decir, Pedro Sánchez tendrá la última palabra, y podrá hacer lo que más le convenga bajo el amplísimo argumento de «defender el interés general».

La Comisión Europea ya ha dejado claro que no ve motivos para que el Gobierno tumbe lo que la CNMC y el resto de organismos independientes han validado, incluyendo el Banco Central Europeo, aun a costa de imponer a BBVA condiciones que garanticen el buen fin de la operación. Bruselas quiere bancos grandes que puedan competir de tú a tú con la gran banca americana y financien la transformación de la economía hacia la digitalización, la sostenibilidad y, más recientemente, el rearme.

Sabadell es un banco sólido que ha demostrado de sobra que puede y debe continuar en solitario, y más en un escenario en el que el número de competidores se ha reducido drásticamente en los últimos diez años. La operación es un error, como escribió en las páginas de El Debate el economista José María Rotellar, pero también lo es que el Gobierno exprima al máximo los límites del intervencionismo para frenarla en el Consejo de Ministros.

Moncloa deberá hilar fino para imponer tales condiciones que obliguen a Carlos Torres a desistir de una operación en la que ha empeñado su futuro en BBVA, y a la vez no echarse encima a Bruselas. Aunque tampoco cabe esperar grandes reprimendas desde la capital comunitaria a un gobierno que, en ocho años, ha convertido en norma la colonización de empresas públicas y bajo cuyo mandato no han faltado los rescates extrañamente ágiles y a medida, los vetos a inversores extranjeros y las maniobras de todo pelaje en consejos de administración de empresas cotizadas.

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