Sánchez y el dilema de los falangistas chilenos
Pero la política chilena tiene no sólo similitudes con la coalición de gobierno que soporta al presidente Sánchez; también tiene notables diferencias, como la reciente dimisión del jefe de su Agencia Tributaria por un asunto fiscal. Un estándar difícil de imaginar en España
El presidente Pedro Sánchez acaba de asistir en Chile a una reunión con líderes hispanoamericanos de la autotitulada «izquierda progresista». La reunión fue impulsada por el presidente chileno, Gabriel Boric, bajo el lema 'Democracia Siempre' y a ella acudieron también el presidente de Brasil, Lula da Silva, el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Chile es un país que encara elecciones presidenciales en el mes de noviembre y su presidente, ha querido subrayar una dimensión política internacional en ese espacio político a lomos de una «reunión de alto nivel» ayuna de agenda pero repleta de medios de comunicación.
En Chile se sigue con interés referencial lo que ocurre en España. Hay espacios de la legislación chilena actual como el universitario, que se miran muy de cerca en el ejemplo español. El sentimiento anticolonial es bajo pero no menor. Probablemente en la mayor parte de la población hispana se asume lo que frecuentemente recuerda el profesor Rafael Sánchez Saus; España dio a América la unidad que Roma dio a España.
El país andino dejó atrás las reivindicaciones que se esgrimieron por sus convocantes en el denominado «estallido social» del año 2019. Fueron incendiadas hasta ocho estaciones de metro en Santiago de Chile –principal medio de transporte en la ciudad–, numerosos edificios también fueron quemados e incluso varios cuarteles fueron rodeados a lo largo de Chile con amenaza cierta de asalto.
El Covid aplazó la revuelta pero provocó el cambio en la presidencia del país en favor de una alianza que va desde el centro izquierda político hasta el influyente Partido Comunista chileno. Una alianza que aupó al candidato Gabriel Boric y que ahora respalda a la candidata del partido comunista, Jannette Jara.
Notables diferencias con España
Pero la política chilena tiene no sólo similitudes con la coalición de gobierno que soporta al presidente Sánchez; también tiene notables diferencias. Por ejemplo, en los mismos días de visita de Sánchez con motivo de la «cumbre», se produjo la dimisión de Javier Etcheberry, responsable del Servicio de Impuestos Internos –equivalente a la Agencia Tributaria española–. El motivo fue no haber sido suficientemente diligente en la actualización de los valores catastrales de algunas de sus propiedades con el consiguiente ahorro de impuestos. Sin duda, un estándar de dimisión difícil de imaginar en España.
El ministro de Hacienda y expresidente del Banco Central de Chile, Mario Marcel, dejó caer al responsable de la agencia tributaria chilena porque su conducta debería ser ejemplarizante frente al conjunto de contribuyentes. Marcel, que no milita en partido político alguno pero que cuenta con una larga trayectoria en los gobiernos a lo Boric, denominados de la «concertación». El Gobierno chileno ha logrado reducir el déficit público estructural de la economía al 4,4 % en el contexto de una senda de crecimiento del PIB del 2,5 % y de una inflación del 3 % (el valor objetivo del banco central).
Las encuestas de cara a las elecciones presidenciales apuntan a un resultado incierto en un país con sistema electoral de doble vuelta en el que volverán a verse los dos candidatos más votados en primera. Los últimos sondeos atribuyen un 30 % a José Antonio Kast, ideológicamente cercano al Vox español, un 27% a la candidata del partido comunista y un 14 % a Evelyn Matthei, asimilable al PP español.
Los apoyos para la segunda vuelta se venderán caros. Tan es así que partidos históricos como la Democracia Cristiana, conocida en Chile como «la Falange» por tener su origen en 1957 en la Falange Nacional Chilena, decidió apoyar a la candidata comunista en lugar de presentar candidato propio. La decisión está orientada a buscar un pacto electoral con Jara que permita incluir a algún candidato falangista en su equipo de gobierno. La Democracia Cristiana chilena fue excluida del gobierno por el actual presidente Boric. La decisión de apoyar a Jara ha provocado una nueva ruptura interna.
En el desenlace de las elecciones es posible que pesen más los argumentos no económicos que los propiamente de esta índole. El problema de la seguridad está muy presente en la sociedad chilena. Alberto Carlos Mejía, sicario del Tren de Aragua, fue puesto en libertad sin que ni siquiera el Ministro de Justicia sepa por qué y cruzó la frontera con Perú. El Tren de Aragua es la estructura criminal más poderosa de Venezuela y el único grupo local que ha logrado consolidarse en el extranjero. Uno piensa en esto y no puede evitar pensar en el tributo que la «concertación» política española permite a los asesinos de ETA.
José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino