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El ahogo fiscalSusana Burgos

La losa fiscal del sanchismo sobre los autónomos va mucho más allá de las cuotas

Lo último es que Yolanda Díaz ha cerrado la puerta a que los autónomos cobremos el subsidio de paro para mayores de 52 años

Menos mal que lo dejamos atrás porque mal mes eligió el Gobierno para jugar con la suerte de los autónomos y pequeños empresarios. Según el calendario fiscal de 2025, resulta que en octubre nos tocó presentar: el modelo 111 correspondiente a la declaración trimestral de retenciones de personal y profesionales; el 115, que es el de los alquileres; el 123 referido a los rendimientos de capital mobiliario; el 369 unos y el 303 otros, en lo que respecta a la declaración trimestral del IVA; el modelo 130 del pago fraccionado del IRPF, y el 202 del segundo período del pago fraccionado del Impuesto sobre Sociedades. Creo que no me dejo ninguno, pero disculpen ustedes si he sufrido algún lapsus, que la losa fiscal que sufrimos quienes trabajamos por cuenta propia deja exhausto al más pintado.

Estábamos en el maldito octubre cuando vino la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones a tocarnos las narices con las cuotas. Y a reírse de nosotros, diciendo que todo lo hacen para que el día de mañana podamos cobrar una pensión más alta. Lo malo, fíjense, no es que Pepe Álvarez diga que los autónomos somos unos privilegiados y ganamos mucho dinero, sino que Elma Saiz y el conjunto del Gobierno piensen lo mismo. Por indignante que resulte, se puede entender que el líder de UGT desprecie a un colectivo que no contribuye a que él siga viviendo del cuento. Pero el Ejecutivo debería actuar con más sensatez. Aunque sólo sea porque somos más de 3,3 millones y generamos el 16 % de la riqueza nacional, como apuntaba hace poco acertadamente el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

Lo último es que Yolanda Díaz ha cerrado la puerta a que los autónomos cobremos el subsidio de paro para mayores de 52 años, tal y como lo perciben los asalariados que cumplen los requisitos. Y deja la pelota en el tejado de la reforma de la prestación por cese de actividad. Ahora mismo seis de cada diez solicitudes acaban siendo denegadas. El motivo es que no resulta fácil acreditar pérdidas superiores al 10 % de los ingresos en un año completo o mantener deudas con proveedores de más del 150 % los dos últimos ejercicios. El adjetivo leoninas se queda corto a la hora de describir las condiciones exigidas, así que este asunto fundamental se ha colado con toda lógica en las negociaciones entre sindicatos, patronal, asociaciones de autónomos y Seguridad Social para pactar las nuevas cuotas de los trabajadores por cuenta propia.

Desde la llegada de Pedro Sánchez a Moncloa, la presión sobre los trabajadores por cuenta propia no ha dejado de aumentar

Lo que pasa es que la legislatura se da por amortizada después del anuncio de Junts de que no respaldarán ninguna ley que se esté tramitando o que llegue de nuevas al Congreso. Y eso obliga a replantear muchas cosas; entre ellas, todo lo que se cuece ahora mismo en el ámbito del diálogo social. Tiene razón Lorenzo Amor cuando dice que no merece la pena perder el tiempo en reformas –como la del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA)–, que no van a sumar los apoyos necesarios. Con el Parlamento bloqueado, lo más probable es que se prorroguen las cuotas de este año para el que viene. No hay más.

La historia es conocida: la ministra Saiz presentó una propuesta de cotizaciones que suponía un auténtico atraco. La retiró después de que media España se echara las manos a la cabeza, incluidos los socios de Sánchez. Así que no le quedó otra que elaborar un planteamiento más moderado, en línea con la idea de ATA de congelar las cuotas y subirlas después conforme al IPC. Otra cosa es que no podamos apoyarlo, pues en contra de lo que se está diciendo, los autónomos ya cotizamos desde 2023 por ingresos reales, que ha sido siempre la obsesión de este Gobierno. No nos vengan con milongas.

Desde la llegada de Pedro Sánchez a Moncloa, la presión sobre los trabajadores por cuenta propia no ha dejado de aumentar, con políticas que disparan los costes y complican la gestión diaria de millones de pequeños negocios. Cada dos por tres nos topamos con una nueva ocurrencia, como ahora el sistema Verifactu, que la Agencia Tributaria quiere imponer en enero cuando la factura electrónica no será obligatoria hasta 2028. ¿Alguien lo entiende? Yo no, desde luego.

Cada decreto, cada regulación o cada intento de reforma confirma que el Gobierno, ya no es que legisle de espaldas a nuestras necesidades, sino que parece estar empeñado en ponernos palos en las ruedas. La semana pasada, sin ir más lejos, Lorenzo Amor denunciaba que sólo el comercio ha perdido 13.210 autónomos en el último año; 36 comerciantes cada día de 2025. Dramático.

Cabe felicitar, por cierto, al también vicepresidente de la CEOE por su reelección al frente de ATA hasta 2030. En esta ocasión ha obtenido en el 94,8 % de los votos, que se dice pronto. 21 años lleva Amor al frente de la asociación de autónomos con mayor representatividad sin que ninguna de las otras le hagan ni siquiera sombra. Será por denunciar a las claras que la asfixia fiscal que soportamos nos pone muy cuesta arriba levantar la persiana cada mañana.

  • Susana Burgos es periodista especializada en economía y empresas y formadora de portavoces

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