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25 de abril de 2024

Fachada principal del Palacio de Buenavista, sede del cuartel general del Ejército

En el corazón del Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército desde 1981

El Debate se adentra en un palacio lleno de Historia, ubicado en el centro de Madrid, por el que han pasado personajes tan relevantes como Prim o Azaña

Se le atribuye al poeta Octavio Paz aquello de «la arquitectura es el testigo insobornable de la Historia». Los edificios, en efecto, son testigos directos de los acontecimientos que en ellos o a su alrededor ocurren a lo largo del tiempo. Así, el Palacio de Buenavista ha sido espectador de varios siglos de la Historia de España. En su interior, por ejemplo, se celebró el último Consejo de Ministros de Alfonso XIII antes de su exilio y el primero de la Segunda República; el general Prim murió tres días después de sufrir un atentado; y sobre una de sus mesas se desplegaron mapas de la Guerra de África, Cuba o Filipinas.
Este lugar, paradójicamente algo escondido pese a estar en una ubicación tan céntrica de la capital como es la Plaza de Cibeles, es desde 1981 la sede del Cuartel General del Ejército. El Brigada Núñez explica para El Debate la historia y las curiosidades y secretos que alberga este edificio madrileño.
Para conocer su historia, hay que remontarse a la época en la que Madrid se convierte en la capital de la monarquía hispánica, año 1561, por decisión del Rey Felipe II. Donde ahora se erige el Palacio de Buenavista, existía entonces uno anterior, que pertenecía al cardenal Quiroga, Arzobispo de Toledo –quien, a modo de curiosidad, es el que aparece sujetando al conde por la derecha en El entierro del conde de Orgaz, de El Greco. Se lo regala al monarca, aunque vive aquí poco tiempo. 
Después residen en él de forma sucesiva su hermana, la emperatriz María de Austria; una de las familias nobiliarias más importantes del momento, los Mendoza, durante aproximadamente 110 años; la congregación religiosa de los vizcaínos; y el Marqués de la Ensenada antes de su exilio. Posteriormente, la Reina Isabel de Farnesio pasa a ser la propietaria, pero no llega a habitarlo. Si bien gran parte de su colección de arte, repartida actualmente entre el Museo del Prado y Patrimonio Nacional, se albergó aquí.

De residencia de los duques de Alba a sede del Cuartel General 

Tras la muerte de la Reina en 1766, el edificio entra en subasta pública, adquiriéndolo entonces el XII duque de Alba, que encarga al arquitecto Ventura Rodríguez construir un palacio de nueva planta. No obstante, muere su heredero y, al poco tiempo, él; así que es su nieta, María Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, la XIII duquesa de Alba, la nueva propietaria, y encarga a Juan Pedro Carnal levantar el palacio que hoy conocemos, en 1777, tras dos incendios que destruyeron parte de las primeras obras del nuevo edificio. Queda viuda y abandona Madrid, por lo que no llega a vivir en él. Termina vendiéndose al Ayuntamiento de Madrid, que lo regala a Manuel Godoy. El Príncipe de la Paz tampoco reside aquí, pero sí dirige su decoración.
Tras la Guerra de la Independencia, el Rey Fernando VII, ya de vuelta en España, cede el palacio a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para hacer un museo de pintura y escultura. No se lleva a cabo, sino que se traslada al Edificio Villanueva, hoy el Museo del Prado. Es por esto, nos indican en la visita, por lo que se dice que «la semilla del Prado se plantó aquí, pero creció algo más abajo».
Es en 1816 cuando empieza la vinculación del palacio con el Ejército. En este año se instalan dos museos militares hasta 1841, cuando nombran regente al general Espartero. Seis años más tarde, se crea el Ministerio de la Guerra. Por él han pasado el general Prim, Martínez Campos o Manuel Azaña, entre otros. 
Durante la dictadura de Primo de Rivera, pasa a llamarse Ministerio del Ejército, y ya en la democracia, Ministerio de Defensa. Finalmente, en 1981 esta cartera se traslada, y el Palacio de Buenavista se convierte en la sede del Cuartel General del Ejército

Los jardines del Palacio

Con árboles de los cinco continentes y entre ellos, un ginkgo biloba de aproximadamente 150 años, los jardines del Palacio de Buenavista están declarados Jardines de Interés Histórico por la Comunidad de Madrid. Sus diseños son de 1870, el año de la muerte del general Prim. El mencionado ginkgo biloba que aquí se encuentra es el primero que se plantó en la ciudad de Madrid, y, el hecho de que el segundo se plantara en el Real Jardín Botánico, como señala el Brigada Núñez, pone de relieve la importancia que tienen estos jardines. 
Encontramos una escultura dedicada al valor militar, un vaciado de bronce, realizada por José Alcoberro –si bien la original se conserva en el Museo del Ejército– e inspirada en el dios Marte pintado por Velázquez, y en Hércules, considerado primer rey de la mitología por la monarquía hispánica.
Desde ellos se puede ver el Banco de España, el Palacio de Comunicaciones, sede del Ayuntamiento de Madrid, y la Casa de América, los edificios levantados alrededor de la fuente de Cibeles. Los jardines están rodeados por una verja realizada por Bernardo Asins y Serralta, autor también de la verja que rodea la Biblioteca Nacional y de la estructura de metal del Palacio de Cristal del Retiro. Hizo tres puertas de acceso, la principal es la llamada Puerta de Embajadores, ornamentada en la parte superior con el escudo del Ejército desde 1981 y dos dioses de la mitología, Minerva y Marte. 

Cuna de tapices y cuadros de autores de renombre

La fachada principal presenta una última planta que se añadió después de la Guerra Civil española, y un frontón, modificado por el escultor Aniceto Marinas. En él encontramos representada a la madre Patria, coronando a un guerrero y ordenando a un personaje femenino, personificación de la Historia, que escriba sus hazañas para que pasen a la posteridad. 
Una vez dentro, se abre una amplia escalera principal diseñada por quien fuera el autor de la Puerta de Toledo, el arquitecto Antonio López Aguado. A ambos lados, están colocados dos candelabros de estilo renacentista. Y es que el Palacio de Buenavista es el primer edificio público de Madrid en el que se instala la luz eléctrica, en 1881, residiendo allí el general Martínez Campos, entonces presidente del Consejo de Ministros y ministro de la guerra.
Escalera principal Palacio de Buenavista

Escalera principal del palacioMiguel Pérez

Cada una de las estancias de este palacio alberga fondos de arte muy significativos, desde una colección de retratos de Goya, Madrazo o el círculo de Salvador Maella, hasta tapices y esculturas, pasando por elementos decorativos como las lámparas de cristal -todas ellas de la Real Fábrica de Cristales de La Granja- o la colección de 87 relojes distribuidos por los diferentes salones. 
La primera de las habitaciones es la Sala de Ayudantes, y aparece decorada al estilo de Carlos IV, en verde azulado. Sobre sus paredes hay un retrato de este monarca, otro de Felipe V realizado por Louis Michel Van Loo, y, el más importante, el de la Reina Isabel II con la infanta Isabel, pintado por Federico de Madrazo
Retratos de Carlos IV y Felipe V en la Sala de Ayudantes

Retratos de Carlos IV y Felipe V en la Sala de AyudantesMiguel Pérez

Retrato de la Reina Isabel II con la infanta Isabel, de Federico de Madrazo, en la Sala de Ayudantes

Retrato de la Reina Isabel II con la infanta Isabel, de Federico de Madrazo, en la Sala de AyudantesMiguel Pérez

En el Salón Goya se encuentra un tapiz basado en uno de los cartones que hizo Francisco de Goya, el trabajo más grande en cartón que realizó el artista -conservado en el Museo del Prado-  perteneciente a la serie de las cuatro estaciones: La era o El verano, ya con las figuras de los majos propios de la época de Carlos III y también de Carlos IV. En esta estancia se conserva, además, la mesa de madera de caoba de estilo imperial en la que se celebraban los Consejos de Ministros. 
La era o El Verano, de Goya, tapiz sobre cartón

La era o El Verano, de Goya, tapiz sobre cartónTwitter Patrimonio Nacional

Destacan, asimismo, los tapices que alberga el Salón Teniers, cedidos por Patrimonio Nacional. Están inspirados en los que realizaban los artistas flamencos, la familia Teniers, de ahí su nombre, y fueron confeccionados por la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, levantada en 1721 y de la que son también todas las alfombras del palacio. En el salón se conserva el tapiz inspirado en el primer trabajo en cartón que hizo Goya cuando empezó a trabajar en esta fábrica, La caza del jabalí.  
Los mejores techos del palacio se localizan en el Salón de Audiencias, antes llamado Salón del Ministro porque en él se ubicaba el despacho del ministro de la Guerra. Son obra del decorador francés Jean-Démosthène Dugourc y su discípulo Juan Gálvez, y se inspiran en las Bodas Aldobrandinas de los Museos Vaticanos. Es un espacio que presenta los gustos decorativos de Manuel Godoy. 
Sus sobrepuertas están decoradas con esculturas talladas en madera y con representaciones de dioses de la mitología. Dentro de la estancia sobresale, por otra parte, el diván sobre el que se realizaron las primeras curas al general Prim tras llegar herido por el atentado que sufrió en la calle del turco, hoy calle del Marqués de Cubas, el 27 de diciembre de 1870. 
Detalle de los techos del Salón de Audiencias

Detalle de los techos y de la sobrepuerta del Salón de AudienciasMiguel Pérez

Diván en el que curaron al general Prim tras el atentado, en el Salón de Audiencias

Diván en el que curaron al general Prim tras el atentadoTwitter Patrimonio Cultural de Defensa

Hay otras muchas estancias a lo largo del palacio, como el Salón Prim, con un retrato póstumo de este general y una pintura de la Batalla de Tetuán de gran formato, obras de Enrique Esteban Vicente; o el Salón de Batalla, con pinturas que narran la Guerra de los 30 años. Pero de todas ellas la más grande y representativa es el Salón de Embajadores, donde tienen lugar las tomas de posesión del Jefe del Estado Mayor del Ejército. 
En esta sala encontramos un retrato de Fernando VII pintado por Goya, así como dos esculturas, una de Alfonso XII y otra de Alfonso XIII, esta última de Mariano Benlliure. En los techos del salón aparecen representados grandes personajes de la Historia de España. Por un lado, los vinculados a la Armada Española, como Núñez de Balboa o Fernando de Magallanes, y, por el otro, los relacionados con el Ejército, como el gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba.  

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