Imagen tomada de varios inmigrantes en una de las noches más tensas vividas en Torre Pacheco
Intrahistoria del 'polvorín' de Torre Pacheco: de la tensión y señalar a Sánchez a llamadas a la «cordura» e «integración»
Entre la frase «no te descuides ni un segundo de controlar el portátil» y la de «yo soy buena persona, pero si te cruzas con otros marroquís puedes tener problemas» transcurren algo más de 36 horas. Ambas tienen tres aspectos en común: se dicen en la Región de Murcia, son de dos personas preocupadas por la deriva de la inmigración en determinadas zonas de la comunidad, y se dirigen a este redactor de El Debate, que ha acudido a la localidad de Torre Pacheco para palpar de primera mano la situación de violencia y tensión provocada tras la paliza a un anciano hasta casi la muerte por un grupo de marroquís e informar de ello.
El primer aviso lo da Jorge, nombre cambiado a petición del dueño de un bar a pocos metros de la estación de tren de la capital murciana, el mismo lunes 14 de julio. A la espera del enlace para llegar a Torre Pacheco y después de lanzar la citada advertencia, explica a este periódico que «a cada cliente que se sienta en la terraza» le tiene que indicar «lo mismo» porque «muchos chavales pasan con los patinetes a toda pastilla» y quitan enseres «sin darte ni cuenta». Preguntado por el perfil de estos chicos, la respuesta es clara: «Marroquís, argelinos y de otras partes de África».
Igualmente, indica que cada mañana abre el bar «a las cinco de la mañana», una hora en la que no transita mucha gente por la calle, pero en la que, afortunadamente para él, se siente seguro porque van a desayunar «muchos policías» de la comisaría que hay entre la estación y su negocio. Ante la paradoja de que se produzcan robos cuando a pocos metros hay decenas de agentes, Jorge tampoco titubea: «¿Y qué más les da? Hacen lo que quieren, muchos se creen que el barrio es suyo. Van en pandilla y unos se avisan a los otros para que roben y le recojan rápido», lamenta, apostillando que estos hechos tienen mayor incidencia en los barrios de El Carmen, que es el de la estación, y San Andrés.
Al decir que el objeto del viaje es narrar lo que está sucediendo en Torre Pacheco, el propietario del bar pide que se tenga «mucho cuidado» porque «se está liando gorda y el martes han convocado por redes para ir allá». Una vez ya en el municipio que se ha convertido en foco indiscutible de la actualidad nacional durante varios días, el taxista que lleva a El Debate hasta La Palma, pedanía de Cartagena a cinco kilómetros de Torre Pacheco, también reclama «cuidado». No es una exageración.
Los inmigrantes de Torre Pacheco insultan a Santiago Abascal
Vecinos y periodistas coinciden en que las algaradas suelen comenzar alrededor de las nueve de la noche. Y, prácticamente, como si fuera un reloj suizo, así es. A un extremo de una de las calles del barrio de San Antonio, de absoluto predominio magrebí, alrededor de 200 o 300 de estos se concentran, muchos de ellos con caras tapadas, pañuelos palestinos y demás indumentaria similar. Al otro lado, agentes de la Guardia Civil, profesionales de los medios de comunicación y vecinos españoles y de otras nacionalidades.
«Inmigración sí; delincuencia no»
Los reproches no tardan en comenzar, estando los periodistas en medio de ambos grupos y recibiendo amenazas de los marroquís cuando se les graba o se intenta hablar con ellos. Solo unos pocos de ellos acceden a hablar cuando los tres imanes de sendas mezquitas han abandonado el lugar. Lo hacen para «calmar» y se «pase esta violencia». De poco sirven esas palabras, porque mientras las dicen y aseguran «no querer a los delincuentes» el grueso de sus paisanos gritan detrás de ellos.
Entre las protestas hubo gritos como «Abascal, hijo de puta», lanzamiento de petardos aéreos o ciertas intentonas de avanzar por la calle hasta llegar al otro extremo, pero afortunadamente la cosa no pasó a mayores salvo, pasada ya la medianoche, una carga de la Benemérita a un pequeño grupo de magrebís. Lo peor se preveía para menos de 24 horas después.
Bengalas lanzadas por magrebíes en el barrio de San Antonio de Torre Pacheco
Con todas las alarmas activadas, el dispositivo policial previsto se reforzó con 45 agentes más. Determinados agitadores que previamente habían realizado una convocatoria masiva para acudir a Torre Pacheco fueron parados por la Guardia Civil a la entrada de la ciudad y se les dijo que no iban a entrar por motivos de seguridad. A las 20 horas, junto al Ayuntamiento, en torno a 150 o 200 españoles se concentraron, según sus propios relatos, no para denunciar la inmigración, sino la delincuencia. Solo hubo la detención de un marroquí que se había colado entre los asistentes y los ataques a una reportera de Televisión Española mientras hacía una conexión en directo. El resto, gritos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y ningún incidente más reseñable.
El principal miedo, tanto de vecinos como de periodistas y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, radicaba en si ese grupo se podría desplazar hasta San Antonio. Por suerte, no fue así, porque si se hubiera producido, el desenlace habría sido «imprevisible», según palabras de un agente del Instituto Armado a este periódico. Después de cuatro noches de violencia, la quinta fue tranquila, pero no sin tensión dado el contexto actual de Torre Pacheco, el que viene arrastrando desde hace años y que tiene a buena parte de sus vecinos «hartos».
Así ha sido la detención marroquí Torre Pacheco
Más allá de los hechos, el periodista y exportavoz del Gobierno autonómico José Antonio Ruiz Vivo apunta a El Debate que no le ha gustado «nada» ver cómo Torre Pacheco «se ha convertido en un interesado plató de televisión» por parte de unos «que quieren dibujar una población racista, algo que no es cierto, y por otros, haciendo llegar a bárbaros y violentos». La consecuencia es que «han conseguido exportar una imagen que nada tiene que ver con la de Torre Pacheco».
Trasvase Tajo-Segura
Así, califica la localidad como «una zona hospitalaria» en la que trabajan «miles de inmigrantes que están contribuyendo de forma definitiva a la economía de la Región de Murcia, que sigue siendo 'la huerta de España y de Europa'». Precisamente, sobre lo relativo a la agricultura, Ruiz Vivo desliza una nueva derivada:
«El mismo Gobierno que dice proteger a los inmigrantes de Torre Pacheco es el mismo que les va a dejar sin futuro porque quiere convertir el campo en un secarral. El 80 % de los inmigrantes de Torre Pacheco vive del campo y Sánchez va a conseguir dejarles sin futuro porque se quiere cargar el trasvase Tajo-Segura. Él, Page y las sectarias ministras Ribera y Aagesen. Es contradictorio e hipócrita», sostiene el periodista.
Preguntado sobre el corto y medio plazo, insta «a los señores del Gobierno» a dejar «la hipocresía aparcada y se hagan mirar» si cerrar el trasvase «supone dejar al sector inmigrante sin trabajo y sin futuro». «Puede venir Ione Belarra, solidarizarse con los inmigrantes y decir 'pobres inmigrantes', pero es incompatible cerrar el trasvase y decir que se protege a los inmigrantes», incide.
De la misma manera, el periodista murciano Alejandro Romero señala a este periódico que los grandes porcentajes de población inmigrante en la Región de Murcia no se dan solo en ciudades en pueblos o en ciudades pequeñas o medianas, sino también en urbes como Lorca, con más de 200.000 habitantes, llegando a veces a rondar el 20 o 30 % del censo, a lo que habría que sumar «los ilegales, que no están empadronados».
Pero ello no quita a que, tal como subraya y coincidiendo con Ruiz Vivo, «la aportación de la inmigración» en la comunidad haya sido «absolutamente decisiva y fundamental para su desarrollo en las últimas tres a cuatro décadas»: «Junto al trasvase Tajo-Segura, ha sido la mayor fuente de desarrollo», apostilla, al tiempo que apunta que lo vivido estas jornadas en Torre Pacheco le recuerda al suceso que tuvo lugar en el municipio almeriense de El Ejido en el año 2000. En su opinión, una de las pocas diferencias es que el de Torre Pacheco «tiene una mayor coordinación y movilización» como consecuencia «de las redes sociales», pero «las formas, la reacción y el origen son muy parecidos». A su parecer, el sistema «por desgracia tiene una capacidad de integrar en sus canales habituales a un grupo de inmigrantes y a otros no».
Por su parte, la también periodista murciana Azucena Marín opina que «la escalada de odio era imprevisible que se diera así» porque, aunque la ciudad cuenta con un «porcentaje altísimo de inmigrantes», con los españoles «siempre han convivido en paz y en calma». No obstante, matiza que «una vez se desata el caos, mucha gente se suma a este caos», una circunstancia que achaca a que «el miedo y la desinformación nos lleven a temer cosas que desconocemos». Esto ha derivado, prosigue, en que «gente crispada alimente un discurso de odio por ambos lados».
A su juicio, un buen paso para intentar solucionar o al menos atenuar el actual panorama y así evitar que se pueda trasladar a otras zonas sería comenzar por «llamar a la calma y a la educación». «Es lo que solo podemos hacer ahora», remarca, a la par que apuesta por «cordura, educación, respeto y convivencia sin renunciar a nuestras raíces y culturas» para, de este modo, «conocernos mejor unos a otros y respetar las diferencias desde todas las partes».