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Enrique VI (representación extraída del Codex Manesse) sobrevivió al derrumbe de las letrinas de Erfurt

Enrique VI (representación extraída del Codex Manesse) sobrevivió al derrumbe de las letrinas de Erfurt

Picotazos de historia

El desastre de la letrina de Erfurt

El edificio de la rectoría de la iglesia de San Pedro era viejo y las vigas tal vez estuvieran podridas, o tal vez no pudieron aguantar el peso acumulado, o se combinaron ambas circunstancias. El hecho es que cedieron y precipitaron a todo el mundo al piso de abajo

El 26 de julio de 1184, Enrique de Hohenstaufen, rey de los romanos e hijo y heredero del emperador Federico I Barbarroja, quien le había dejado como regente, se encuentra en la histórica ciudad de Erfurt para mediar entre su primo Luis III, margrave de Turingia, y el arzobispo de Maguncia, Conrado de Wittellsbach. Junto con estos dos señores, asisten el resto de la nobleza de Turingia y los gobernadores de las ciudades, sean libres, eclesiásticas o de la nobleza, pues Enrique ha convocado Dieta (Asamblea).

Se reúnen en la planta superior de la rectoría de la iglesia de san Pedro, parte del monasterio del mismo nombre. Allí están los agraviados, sus parientes y los diferentes nobles involucrados, ya que el pleito es antiguo y con complejas ramificaciones que afectan a muchas familias. No se sabe el número de los congregados, pero debían de pasar el centenar. El edificio de la rectoría era viejo y las vigas tal vez estuvieran podridas, o tal vez no pudieron aguantar el peso acumulado, o se combinaron ambas circunstancias. El hecho es que cedieron y precipitaron a todo el mundo al piso de abajo. Este, que también estaba lleno de los séquitos de los nobles congregados, con la acumulación del peso y el impacto de los cuerpos y los escombros, cedió también. En la planta subterránea estaban las letrinas, que también cedieron y todos los asistentes cayeron en la gran fosa séptica que colectaba los excrementos de las letrinas de la rectoría, que es como decir las de todo el convento y la iglesia del lugar, ya que allí desembocaban las otras canalizaciones. Estas fosas solían tener un gran tamaño para recoger la mayor cantidad posible y solo se vaciaban cuando estaban a punto de rebosar.

Monasterio benedictino de San Pedro

Monasterio benedictino de San Pedro

Luis III de Turingia cayó a la fosa, pero solo sufrió magulladuras y arañazos, no sufriendo infección posterior. El arzobispo de Maguncia estaba junto a una ventana y se agarró al marco de esta, quedando suspendido en el vacío hasta que lo rescataron con una escalera. Enrique de Hohenstaufen tuvo la fortuna de asirse a otra y tuvo que esperar a ser rescatado para abandonar inmediatamente la ciudad.

En la planta subterránea el espectáculo era dantesco. Cuerpos humanos y escombros hundidos en un légamo de excrementos que todo inundaba, acompañados por un coro de ayes, lamentos y angustiosas peticiones de socorro. Los que no habían muerto por la caída fallecían sofocados por las heces acumuladas, al estar atrapados por el peso de los escombros o demasiado heridos para poder valerse por si mismos. Los que sobrevivieron tuvieron que lidiar con el riesgo de la infección que solía tener consecuencias fatales.

En total perdieron la vida en torno a 60 personas. No sabemos si aquí se incluye las defunciones posteriores a consecuencia de las heridas y las infecciones contraídas. Muchas crónicas elevan la cifra hasta 100. Con todo, el llamado «desastre de la letrina de Erfurt» pasó a la historia ya que de un plumazo se eliminó a la mayor parte de la nobleza de Turingia de la manera más sucia posible.

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