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26 de abril de 2024

Quinto Congreso Solvay sobre mecánica cuántica, 1927. Pauli en la fila superior, cuarto comenzando por la derecha

Quinto Congreso Solvay sobre mecánica cuántica, 1927. Pauli en la fila superior, cuarto comenzando por la derecha

Picotazos de historia

Cuando la esposa de Wolfgang Pauli lo dejó por un químico

El físico teórico se casó con la bailarina de cabaret Kathe Deppner, sin embargo, su matrimonio solo duró un año antes de divorciarse

Wolfgang Ernst Pauli (1900-1955) fue un conocido físico teórico nacido en Austria que adquiriría la nacionalidad norteamericana. Durante su infancia ya se le consideraba un niño prodigio y las expectativas se vieron cumplidas cuando, con tan solo dieciocho años, escribió un artículo sobre la teoría de la relatividad general de Einstein y con veintiuno alcanzó el doctorado en Física. Su carrera fue fulminante y los cargos en las diferentes universidades se sucedieron: Gotinga, Instituto Bohr de Copenhague, Escuela Politécnica de Zurich... Joven, brillante, era solicitado en los salones más exclusivos y escuchado con respeto por las personalidades más destacadas del mundo académico, por lo que no es de extrañar que tuviera el ego un poco crecido. Decían los griegos que el pecado de Hubris (arrogancia desmedida que ofende a los dioses) provocaba a Némesis (diosa de la justicia retributiva), poniendo al infractor en su lugar. El instrumento de la diosa fue una bailarina de cabaret de hermosas y largas piernas llamada Kathe Deppner. Pauli, subyugado por la pasión, se dejó arrastrar y contrajo matrimonio con Kathe, quien ya tenía una relación anterior y siguió manteniendo aun estando casada.
La crisis no tardó en producirse, en menos de un año la pareja se había divorciado. Kathe se fue con su amante, con quien se casaría y viviría feliz. Pauli quedó muy afectado, además, que su padre abandonase a su madre y esta se suicidase, hicieron más negra su depresión y acabó siendo tratado por su amigo Carl Jung. Afortunadamente, superaría el bache, contraería de nuevo matrimonio y sus logros personales y académicos lo situarían entre los científicos más brillantes del siglo XX.
Durante los negros días de su depresión, Pauli, mientras se lamentaba entre sus amigos y colegas de la desgracia que la había acaecido, dejó para la posteridad el ejemplo más brillante de la antipatía y rivalidad existente entre los diferentes campos de la ciencia. Y es que la profesión del amante de la infiel Kathe fue el último y más profundo insulto que podía aceptar el físico.
–Si se hubiera ido con un torero podría comprenderlo, –se lamentaba– contra un hombre, así no puedo competir. ¡Pero con un químico y, encima, mediocre!
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