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20 de mayo de 2024

La influencia del Samhain en la fiesta de Halloween es notoria

La influencia del Samhain en la fiesta de Halloween es notoriaWikimedia Commons

El Samhain o el respeto de los celtas por la muerte que ha sido desdibujado por Halloween

Irlanda es el lugar de origen de Halloween antes de que se llamara así, y también es el hogar de Bram Stoker, el novelista que resucitó a Drácula en 1897, un personaje imprescindible en esta festividad milenaria

El sentido de esta fiesta no tiene ni truco ni trato. Su origen está en el Samhain, la celebración de los celtas que habitaban la Irlanda precristiana hace más de 2.000 años. La fecha marcaba el final del verano, de las cosechas, y el comienzo del invierno, de la oscuridad. Los celtas se reunían en torno a grandes hogueras en espacios sagrados, hacían banquetes y bebían durante toda la noche. Pero también era el momento del año en el que el mundo de lo sagrado y lo profano se encontraban.
Los celtas creían que, durante esa noche, las criaturas del más allá celta ascendían al mundo para llevarse a los vivos. En el Samhain abundan todo tipo de seres mágicos y perversos, como los espíritus que vagan por el mundo volando en bandada y entrar en las casas de personas enfermas para poder llevarse su alma con ellos. La única forma que había para zafarse de ellos era cerrar las ventanas del lado este de la casa. Aunque parecían inofensivos si los comparamos con el jinete sin cabeza, el Dullahan, que deambula por la isla sobre un caballo negro sin cabeza o también en un carruaje tirado por seis caballos de un mismo color. Su legado en el imaginario colectivo a pasado de los relatos celtas a protagonizar películas e incluso episodios de dibujos animados como Scooby doo. Pero las tinieblas de la oscuridad también convivían con seres inofensivos como los famosos Leprechaun, que se escondían en madrigueras para evitar ser capturados por los hombres. Si los encontraban, el afortunado podía pedir tres deseos al pequeño ser.

Los monjes cristianos tomaron parte de la cultura previa y la adaptaron respetando algunos elementos celtas. Entre ellas el Samhain, que los cristianos trasformaron en el 'all hallow eve', la víspera de todos los santos

Es cierto que las leyendas sobre el Samhain hay que tomarlas como lo que son, parte de la mitología celta, pero el respeto que tenían los celtas por la muerte se ha desdibujado hasta perder todo carácter ritual en la celebración del Halloween anglosajón actual. Sin embargo, el legado de la mitología celta ha perdurado en Irlanda, donde existen multitud de lugares repartidos por la isla conocidos como thin places: unas puertas en la naturaleza (cuevas, colinas, acantilados) que conectan el mundo de los vivos con el de las divinidades. Una de ellas es la que encontramos al visitar las llanuras del condado de Roscommon, donde se sitúa el yacimiento prehistórico de Rathcroghan, y próximo a él está la cueva de Cruachan, traducida como la «cueva de los gatos», un lugar donde la última noche de octubre ascienden todo tipo de criaturas y divinidades como Morrigan, la diosa celta de la batalla que dirige unos becerros blancos con orejas negras. No hay que olvidar que detrás de estas historias, el Samhain marcaba el principio de año para los celtas y suponía una fecha importante en el calendario agrícola. Se sacrificaban cerdos, se realizaba un gran festejo en torno a un gran fuego, que se iniciaba en la colina de Tara, donde tenía su castillo el gran Rey de Irlanda, donde se reunían en comunidad para reorganizar sus modelos jurídicos y administrativos.

El respeto que tenían los celtas por la muerte se ha desdibujado hasta perder todo carácter ritual en la celebración del Halloween anglosajón actual.

Con la llegada del cristianismo a Irlanda comienza un proceso de sincretismo, de unión entre ambas tradiciones que da origen al cristianismo celta. Los monjes cristianos tomaron parte de la cultura previa y la adaptaron respetando algunos elementos celtas. Entre ellas el Samhain, que los cristianos trasformaron en el all hallow eve, la víspera de todos los santos. Aunque no es hasta el siglo VII cuando el Papa Gregorio III decide cambiar la festividad de Todos los santos del día 13 de mayo a la fecha actual. 200 años después Gregorio IV declaró el 1 de noviembre universal, en el calendario cristiano. Lo mismo sucedió con el Bealtaine, que marcaba el comienzo del periodo de pastoreo de verano y lo sustituyeron por la celebración de san Felipe. Cada región del mundo fue adaptando la liturgia a sus entornos sociales, pero no es hasta el siglo XIX y XX cuando los emigrantes irlandeses que llegan a Norteamérica trasladan Halloween a Boston, Nueva York y otras ciudades. Las familias decoran calabazas, juegan a atrapar manzanas con la boca que flotan en un bidón y, para cenar, preparan el típico bizcocho Barmbrack, pero tampoco puede faltar el Colcannon, una col con puré de patata.
Los americanos devolvieron a Europa el bumerán que lanzaron los irlandeses, pero con un nuevo Halloween reinterpretado: niños –y no tan niños– disfrazados de momias, matones de Peaky Blinders o payasos y un catálogo de Netflix repleto de películas y series de terror. A pesar de todo ello, en aquellos países de la Hispanidad, como en México los impresionantes altares de muertos y los árboles de la vida son ejemplo de una cultura donde la presencia y el respeto por la muerte y los antepasados.
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