Picotazos de historia
Vallandingham: de traidor a la patria a mártir de la abogacía
En mayo de 1863, Vllandingham fue arrestado por violar la Orden General nº 38 del general Ambrose E. Burnside, que impedía «proclamar simpatía hacia el enemigo» en el Distrito Militar de Ohio
Clement Laird Vallandingham (1820 – 1871) fue un destacado político y abogado norteamericano. Durante la guerra de Secesión lideró a una facción del partido Demócrata que abogaba por la paz y que se movilizó activamente contra cualquier iniciativa encaminada al apoyo de la guerra contra el Sur. Los demócratas partidarios de la guerra calificaron a los primeros de Copperheads –nombre común de un tipo de serpiente venenosa–, el nombre tuvo éxito y fue aceptado por ambos bandos al darle diferentes significados.
Como les he dicho los Copperheads estaban en contra de la guerra y, muy importante, en contra de la política abolicionista del presidente Lincoln. En mayo de 1863, Vllandingham fue arrestado por violar la Orden General nº 38 del general Ambrose E. Burnside, que impedía «proclamar simpatía hacia el enemigo» en el Distrito Militar de Ohio. Fue sentenciado, por un tribunal militar, a prisión por la duración de la guerra. Los simpatizantes Copperheads, organizados por el propio sentenciado, iniciaron una astuta campaña en favor del convicto contra la guerra. Lincoln, no deseando crear un mártir de una causa que estaba causando cisma dentro de su propio partido, lo entregó a los confederados el 19 de mayo de 1863.
Lincoln, no deseando crear un mártir de una causa que estaba causando cisma dentro de su propio partido, lo entregó a los confederados el 19 de mayo de 1863
Un respetado abogado
Nuestro protagonista consiguió fugarse y, desde territorio de la Unión, organizó una campaña política y legal que acabaría con una sentencia absolutoria por parte del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Años después lo encontramos de vuelta en su tierra, Ohio. Seguía estando activo en la vida política y como un respetado abogado en los tribunales. En este último concepto fue contratado (en 1871) por Thomas McGehean, en relación con un caso de homicidio producido en la ciudad de Hamilton (Ohio).
El 16 de junio de ese año, en el tribunal de la ciudad de Lebanon, que llevaba la causa contra McGehean, se inició el juicio con la presentación de los hechos y testigos. Básicamente se trató de una pelea en un bar de Hamilton. La victima, Tom Myers, peleó con McGehean por motivos desconocidos. Un golpe en la cara le arrojó al suelo, donde recibió un disparo mientras trataba de incorporarse.
Después de declararse un receso, Vallandingham organizó una reunión con los abogados del señor McGehean –a fin de cuentas él estaba contratado para asesorar a los abogados– en la habitación de su hotel. Todos reunidos, les comunicó la idea de que la victima se había disparado accidentalmente al tratar de sacar un arma de su bolsillo e, inmediatamente, procedió a escenificar los hechos. Pidió prestada un arma, se tumbó en el suelo y representó lo que él pensaba que había sucedido. Lo hizo tan bien, fue tan realista su actuación, que el arma se le disparó y le alcanzó la vejiga.
Su afán y sentido profesional consiguió la declaración de la inocencia de su cliente
Clement Vallandingham falleció al día siguiente, mientras los abogados de McGehean expusieron la línea de defensa creada por el propio herido –a esas alturas un mártir de la abogacía– consiguiendo la exculpación de su cliente (quien moriría asesinado a tiros cuatro años después). Su afán y sentido profesional consiguió la declaración de la inocencia de su cliente. Ojalá todos los abogados estuvieran dispuestos a llegar a esos extremos.