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03 de mayo de 2024

Un obús de 150 mm alemán de infantería disparando en defensa de un ataque estadounidense el 22 de noviembre de 1944 en el bosque de Hürtgen

Un obús de 150 mm alemán de infantería disparando en defensa de un ataque estadounidense en el bosque de HürtgenBundesarchiv / Wikimedia Commons

Picotazos de historia

El teniente alemán que murió intentando salvar a un enemigo herido

Los soldados de la compañía de Lengfeld escucharon gritos que provenían de un campo minado. Se trataba de un soldado norteamericano que pedía ayuda desde un terraplén de la carretera, en plena tierra de nadie

Comparado con otros oficiales del ejercito alemán conocemos muy poco del teniente Friedrich Lengfeld. Se sabe que nació el 29 de septiembre de 1921 en Grunwald, en la Baja Silesia. Los archivos militares, en parte dañados a consecuencia de la guerra, nos dan poca información sobre él. Su chapa de identificación (n.º 1406 1. Geb.Jag. Ers. Btl.98) indica que fue encuadrado en el batallón de reemplazo de infantería de montaña número 98, que formaba parte de la 8ª división de montaña.
Durante los combates en Rusia participó en diferentes acciones que le hicieron acreedor de las cruces de hierro de 1ª y 2ª clase, así como algunos ítem menores. En 1944 fue transferido a la 275ª división de infantería estacionada en Francia. Esta unidad se formó con los restos de la machacada 223ª división y retales de otras unidades. Participó en los combates de la Bolsa de la Falaise y luego en el Bosque de Hurtgen, donde sufrió tal cantidad de bajas que la unidad fue disuelta. En noviembre de 1944, Lengfeld estaba al mando de la 2ª compañía del batallón de fusileros de la 275ª división.
El 3 de noviembre, durante los violentos combates que se produjeron en el sector entre las poblaciones de Schimdt y Vossenach –lo que se conoció como Batalla del Bosque de Hürtgen– la 116ª división panzer «Windhunde» infligió graves perdidas al 109º regimiento norteamericano, por lo que tuvo que ser relevado por el 12º regimiento de la 4ª división norteamericana. Durante estos combates se asignó a la compañía de Lengfeld la defensa de la Casa del Guardabosques o Forshaus, un edificio que cambió de manos varias veces, entre el 9 y el 12 de noviembre.
Durante la mañana del día 12, los soldados de la compañía de Lengfeld, escucharon gritos pidiendo auxilio que provenían de un sector de un campo minado conocido como Wilde Sau. Se trataba de un soldado norteamericano que pedía ayuda desde un terraplén de la carretera, en plena tierra de nadie. Lengfeld prohibió disparar a los sanitarios norteamericanos que trataron de acercarse al herido. No pudieron conseguirlo.
Sobre las diez de la mañana, Lengfeld formó un equipo de rescate que lideró a través del campo de minas. Cuando estaba muy cerca del herido, inadvertidamente activó una mina anti-personal (mina S) cuyas graves heridas le produjeron la muerte. El teniente Lengfeld tenía 23 años el día de su muerte. La historia la conocemos por el asistente personal de Lengfeld, que sobrevivió a la guerra, y por soldados norteamericanos que fueron testigos de lo sucedido.
El 7 de octubre de 1994, la 22º Infantry Regiment Society levantó una lápida junto a la entrada del cementerio militar de Hürtgen. El texto escrito en ella, en alemán e inglés, dice:
«No hay mayor amor que aquel que da la vida por su enemigo. En recuerdo del Teniente Friedrich Lengfeld. 2Nd, Fues, Bn., 275th Inf Div. Aquí en el bosque de Hürtgen, el día 12 de noviembre de 1944, el teniente Lengfeld, un oficial alemán, dio su vida mientras trataba de salvar la de un soldado americano gravemente herido, que se encontraba en el campo de minas Wilde Sau y que pedía ayuda. Erigido el 7 de octubre de 1994. La Twenty Second Unites States Infantry Society. Hechos no palabras».
Hasta hace poco se trataba del único monumento levantado a un soldado alemán de la Segunda Guerra Mundial por sus adversarios. El otro, también en la zona de Hürtgen está dedicado a un oficial médico alemán que salvó vidas de soldados de ambos bandos, sin distinción, en tierra de nadie. En medio del horror siempre brilla la humanidad.
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