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05 de mayo de 2024

San Malaquías

San MalaquíasWikimedia Commons

Picotazos de historia

Las profecías de san Malaquías

Hasta la publicación del monje de Wion, nadie había oído hablar de dichas profecías

Conocemos como Profecías de san Malaquías –el título original y completo es Prophetia Santi Malachiae Archiepiscopi, de Summi Pontificibus– a un texto publicado en 1595, por el historiador francés Arnold de Wion. De Wion era un monje de la orden benedictina y en esa fecha publicó su libro Lignum Vitae que trataba sobre la historia de su orden.
En él incluyó un listado de 112 lemas de Papas en latín y que se suponían que describían al ocupante del trono de Pedro desde Celestino II hasta el final del cristianismo. Esto es desde el año 1143, fecha en que se convirtió en el 165º sucesor de Pedro, hasta el sucesor del actual Pontífice.
Como les estaba contando, el monje de Wion atribuía la autoría de este conjunto de lemas al arzobispo benedictino de Armagh (Irlanda) san Malaquías, quien vivió en el siglo XII. Pero el muy cuco del monje de Wion no dio ninguna indicación de donde había sacado el texto o donde se encontraba el manuscrito original.
Arnold de Wion afirmó en su libro que las Profecías son bien conocidas pero que nunca antes habían sido publicadas enteras (ni en parte, jamás se había oído hablar de ellas hasta el libro de Wion). Al listado de los lemas acompañaba una explicación del significado de cada uno, atribuyendo su estudio al Patriarca de Alejandría, el historiador y fraile dominico Alfonso Chacón. Existen dudas y hay amplia controversia sobre la veracidad de estos estudios. Algunos afirman que el pobre fraile fue engañado y de verdad analizó algunos, la opinión mayoritaria es que todo es una invención.

Consideradas las profecías como una falsificación del siglo XVI, se intentó descubrir al autor del engaño

En 1873 el abad François Cucherat publicó su La Prophetie de la succession des Papes en el que planteaba que el arzobispo de Armagh visitó Roma en el año 1139, siendo recibido por el Papa Inocencio II, y que fue durante esta estancia que tuvo la visión de los futuros Papas, mandando transcribir los lemas en latín. Si bien el abad cree en la autenticidad de las profecías no ocurre lo mismo con muchos otros.
Desde el mismo momento de su publicación empezaron a surgir voces que proclamaban la falsedad de las Profecías. El primero fue el fraile franciscano François Carriere a principio del siglo XVII, otro fue el jesuita Menestrier (1689), Giovanni Germano (1694), etc. Y es que lo que más llama la atención es que, hasta la publicación del monje de Wion, nadie había oído hablar de dichas profecías. Tenemos una amplia y muy detallada biografía del santo escrita por su íntimo amigo y principal fuente de información sobre su vida: san Bernardo de Claraval. Este no solo fue amigo suyo, san Malaquías pasó sus últimos años en el monasterio de Claraval y falleció estando acompañado por san Bernardo.
Ya, oficialmente consideradas las profecías como una falsificación del siglo XVI, se intentó descubrir al autor del engaño. Muchos señalan al monje de Wion, aunque muchos más le ven como la víctima inocente y manipulada por una mente oculta. En el siglo XX, el historiador Luigi Fumi, atribuyó las profecías a un conocido falsificador de quien ya les he hablado: Alfonso Ceccarelli.
Este individuo acostumbraba a preparar falsos documentos antiguos, crónicas amañadas de autores reales o inventados, diplomas alterados, documentos recién cocidos, etc. Todo lo necesario para convencer al ingenuo y al escéptico, al profano y al erudito. La pena es que no encajan las fechas ya que a Ceccarelli le ejecutaron por falsificador en 1583.
Hoy sigue sin saberse el nombre del misterioso bruñidor del engaño, que continúa contando con un gran número de seguidores, convencidos de su autenticidad y carácter profético.
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