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08 de mayo de 2024

Platón y Aristóteles representados en los frescos de la Escuela de Atenas

Platón y Aristóteles representados en los frescos de la Escuela de Atenas

¿Por qué se conoce a Platón como el «predecesor del comunismo»?

¿Era Platón comunista? ¿Podemos justificar esta afirmación en la actualidad? Las respuestas a estas preguntas se esconden en su diálogo de La República, una guía para llegar al Estado político perfecto

Aristocles de Atenas, más conocido como Platón, es uno de los grandes personajes de la filosofía occidental. Aprendiz de Sócrates, de quien bebe todo su pensamiento, es consecutivamente maestro de Aristóteles. En ellos se aúna la esencia del pensamiento griego clásico, cuyo rastro podemos seguir hasta las corrientes filosóficas más contemporáneas.
A la hora de enfocar las diferentes obras filosóficas en las que plasmaba sus interpretaciones de la realidad, Platón se decanta siempre por el género de los diálogos. En ellos, un grupo de interlocutores explora un tema concreto y sus ramificaciones, barajando las diferentes posibilidades que el mismo tiene en un futuro desarrollo.
Uno de los diálogos más conocidos es el de La República, que aborda el pensamiento político platónico. En él se presenta a Sócrates como personaje principal, a través de cuya boca Platón explica su interpretación de lo que debería ser el Estado ideal. Aquí encontramos sus teorías del rey filósofo, el mito de los metales o la alegoría de la caverna, entre otras de sus propuestas más conocidas y relevantes.

¿Era Platón comunista?

Para Platón, el Estado surge por necesidad en la lucha humana por la supervivencia, en el momento en que dos hombres deciden asociarse para ayudarse mutuamente a subsistir. Y en este Estado embrionario, la premisa básica es que cada ser humano pertenece a una clase social concreta, con unas cualidades y tareas específicas para desempeñar dentro de la sociedad.
Todo marchará correctamente siempre y cuando cada uno se limite a sus funciones, coexistiendo de forma simbiótica con el resto de grupos sociales y obteniendo de ellos lo que necesita y que no es capaz de obtener por sí mismo. Es decir, esta estructura política se basa, de forma natural, en la idea de solidaridad entre hombres.

Para evitar la corrupción del sistema y la degeneración en una estructura política enferma el pensador defiende la existencia común de todos los bienes

Con el objetivo de evitar la corrupción del sistema y la degeneración en una estructura política enferma, como pueden ser la oligarquía, la tiranía o la democracia, el pensador defiende por boca de sus personajes la existencia común de todos los bienes. Es decir, que todas las propiedades, e incluso también las mujeres e hijos, se compartan entre todos los hombres que conformen el Estado. Así no habrá posibilidad de que ninguno de ellos, por pereza o por enriquecimiento, deje de cumplir con sus funciones naturales y de inicio a un periodo de decadencia estatal, que culmine con una forma de gobierno injusta.
Es debido a esta idea que, en muchas ocasiones, se identifica a Platón con una forma política protocomunista. Si retrocedemos al origen etimológico puro, la palabra comunismo procede del latín communis que significa «común, compartido», a la que se añade el sufijo «–ismo», «doctrina, sistema».

Platón no propone una doctrina política, sino que se limita a describir lo que, en su interpretación, es el Estado ideal, aquel que por naturaleza es siempre justo

Por tanto, ya desde el principio, vemos que la asociación del pensador con el comunismo es incompatible: Platón no propone una doctrina política, sino que se limita a describir lo que, en su interpretación, es el Estado ideal, aquel que por naturaleza es siempre justo. Asimismo, el concepto «comunismo», con la interpretación que le damos actualmente, empieza a popularizarse a mediados del siglo XIX en Francia, y especialmente a partir del desarrollo de las teorías de Karl Marx en este mismo periodo.
Es por ello que podemos afirmar que no se pueden calificar las propuestas de La República como comunistas en el sentido contemporáneo del término. Únicamente podemos defender la propuesta platónica de un Estado pequeño, justo, con bienes comunes para evitar su degeneración en un sistema injusto. Cualquier otra lectura histórica, realizada a posteriori, entra por tanto dentro de la categoría de malinterpretación.
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