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Retrato del rey Cristian X de Dinamarca

Retrato del rey Cristian X de Dinamarca

Picotazos de historia

La resistencia del anciano rey Cristian X de Dinamarca frente a los alemanes en la Segunda Guerra Mundial

Decidió pasear por la ciudad de Copenhague como forma de protesta. Todos los días salía a caballo del palacio real de Amalienborg. Solo. Sin escolta alguna

9 de abril de 1940. En la madrugada de aquel día, las fuerzas alemanas activaron la Operación Weserübung. El nombre se lo había dado el río Weser y la fecha recibió el nombre en clave de Wesertag (Día del Weser). Este fue el pistoletazo de salida para la invasión y ocupación de los pacíficos reinos de Dinamarca y Noruega, respectivamente, por parte de las tropas del Eje.

A las 04:00 horas del 9 de abril el embajador alemán, acreditado en el reino danés, solicitó reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores del reino. El embajador comunicó que las fuerzas alemanas estaban en Dinamarca para evitar que este reino fuera ocupado por los ingleses. Exigió que la resistencia danesa cesara de inmediato y que las autoridades del país se pusieran en contacto con el Estado Mayor alemán para recibir instrucciones. Caso de no hacer lo que se les había pedido se procedería al bombardeo de la ciudad de Copenhague.

Dinamarca apenas tenía nada con lo que oponerse a la poderosa máquina militar alemana y la amenaza de bombardear a civiles fue demasiado: el gobierno decidió la rendición y el rey Cristian X no tuvo más remedio que aceptarlo. Las fuerzas alemanas sufrieron un par de muertos y una veintena de heridos. Por parte danesa tuvieron dieciséis muertos y una treintena de heridos. Tal fue el balance de bajas de la invasión.

Alemania tenía interés en mantener unas buenas relaciones (dentro de lo comprensible con un país invadido y ocupado) por lo que garantizó la continuidad del gobierno y el Parlamento (Folketing) danés. Quedaron prohibidas cualquier tipo, la que fuera, de actividad (artículos periodísticos, emisiones de radio, panfletos, pasquines, propaganda de cualquier medio o tipo, etc.) que pusiera en peligro o dañara las relaciones entre los dos países. El partido comunista danés fue declarado ilegal y la producción de la industria y la agricultura del país fue destinada a servir a los propósitos del Tercer Reich.

El rey Cristian X (1870- 1947), hijo del rey Federico III, de la casa y linaje de Gluckburg, fue notable por tres cosas: ser el único rey que ha tenido Islandia, medir más de dos metros de estatura y la actitud que mostró a lo largo de la guerra frente a las tropas que habían invadido su país.

Rey desde el año 1912, Cristian X no había sido muy popular hasta entonces. Había tenido problemas con diferentes gobiernos, con los socialdemócratas, con los grupos de izquierdas, etc. Tenía una visión anticuada y rígida de las cosas. Tal vez dentro de su cabeza no hubiera muchas ideas, pero las que tenía estaban muy claras.

Durante la ocupación de Dinamarca, el paseo a caballo diario del rey por Copenhague se convirtió en un símbolo de la soberanía danesa

Durante la ocupación de Dinamarca, el paseo a caballo diario del rey se convirtió en un símbolo de la soberanía danesa

Primero el rey se negó a abandonar su país. Se quedaría para compartir el destino de su pueblo pero decidido a mantener una actitud de desplante y dignidad frente a las tropas de ocupación. Por ello decidió pasear por la ciudad de Copenhague como forma de protesta. Todos los días salía a caballo del palacio real de Amalienborg. Solo. Sin escolta alguna.

El anciano rey, tenía 70 años, pasearía solo por las calles de su ciudad. Hiciera frío o calor; nevara o lloviera, el rey salía a pasear por Copenhague y la verdad es que no tenía necesidad de escolta. Y es que los ciudadanos se apiñaron en torno a la imponente figura del anciano. Sin gritos, en respetuoso silencio, le daban escolta montados en bicicletas. Se descubrían a su paso, a lo que el monarca respondía al saludo. El rey y su pueblo se hermanaban en tácito rechazo al invasor.

El rey, que nunca había sido una figura muy popular, pasó a representar la oposición a las fuerzas alemanas. Sus actos eran observados por todos y su desafío se consideró como una defensa de la dignidad nacional pisoteada por los invasores.

En 1942 la conducta del rey causó una grave crisis diplomática. Con motivo de su 72º cumpleaños, Adolf Hitler envió al rey una larga y efusiva carta de felicitación. La respuesta de Cristian X fue tan breve y seca que Hitler la recibió como la que era: una bofetada en la cara. Hitler inmediatamente dio órdenes para que se expulsara de Berlín al embajador del reino de Dinamarca; el embajador alemán en dicho país fue sustituido por otro con fama de ser menos amable y, por ende, menos diplomático y se presionó para que el actual primer ministro danés dimitiera y fuera sustituido por otro más dúctil a los deseos del Tercer Reich. Este desafío fue contemplado con satisfacción por el pueblo danés, que se arremolinó más estrechamente alrededor del anciano.

El 29 de agosto de 1943, estando el rey convaleciente de una caída del caballo durante uno de sus paseos diarios, Alemania dio orden de que se activara la Operación Safari. En la madrugada de ese día las tropas alemanas de ocupación procedieron a desarmar a las escasas tropas danesas y a su marina de guerra. Estos últimos, antes de entregar sus naves al invasor, procedieron a su hundimiento.

Comunicada la noticia al rey, este montó en cólera. Envió una carta de protesta, seca y dura, al representante alemán en Dinamarca. Se negó a aceptar la renuncia del gobierno y a reconocer a cualquiera que contara con el beneplácito alemán. Enterado de la exigencia alemana de deportación de todos los ciudadanos daneses de origen o religión judía, el rey dio orden de que todo ciudadano danés y todo miembro de su casa fuera autorizado a ayudar, en todo lo que les fuera posible, para la evacuación segura de estas personas en peligro a un país neutral. Dinamarca evacuó a casi ocho mil personas a la neutral Suecia, en una acción humanitaria que salvó al 99 % de la población judía de Dinamarca.

Terminado el conflicto y casi ochenta transcurridos desde su muerte, Cristian X es recordado por su pueblo con afecto. Nadie discute sus defectos, que tuvo como cualquier ser humano, pero lo que tienen muy presente es la altura y la dignidad con la que asumió sus deberes y responsabilidades para con su país y sus conciudadanos en unos años difíciles. Es por eso que el espíritu del rey sigue paseándose, a lomos de su caballo, por las calles de Copenhague.

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