Leonardo Da Vinci
Leonardo da Vinci, el genio del Renacimiento que se adelantó a Newton con sus experimentos sobre la gravedad
El genio italiano fue un adelantado a su tiempo que, siglos antes de la llegada de Newton, ya realizaba sus propios experimentos para entender la gravedad
Si existe una figura que encarne el ideal renacentista, ese es Leonardo da Vinci, un hombre sabio y versado en diversas materias: escultor, pintor, arquitecto, ingeniero, científico, etc. No perdió un instante de su vida y se embriagó de conocimiento hasta convertirse en uno de los hombres más polifacéticos de la historia. Y aunque en definitiva fue un genio por antonomasia, podríamos resumir sus principales aportaciones en tres campos específicos: el arte, la ciencia y la ingeniería.
¿Quién fue Leonardo da Vinci?
Nació el 15 de abril de 1452, hijo ilegítimo, fruto de una relación irregular de Ser Piero con una campesina que, más tarde, se casaría con un artesano. Leonardo se crio en Anchiano con su abuelo y, poco después, se fue a vivir a Florencia con su padre, recibiendo la educación elemental: lectura, escritura y aritmética.
Con quince años ingresó como aprendiz en el taller de Andrea Verrocchio, en donde, además de artes plásticas como la escultura y la pintura, pudo aprender artes técnico-mecánicas. Sus aptitudes y su aceptación en el gremio de pintores hicieron que entrara en contacto con figuras realmente influyentes de su época, como Brunelleschi o el físico, astrónomo y geógrafo Toscanelli. Pero si alguien profesó una especial devoción por Da Vinci, fue León Battista Alberti, quien por aquel entonces dirigía los trabajos de construcción de la portada de la iglesia de Santa María Novella y fue uno de los mayores teóricos del Renacimiento.
Leonardo como científico e inventor
Con Alberti compartiría inquietudes: ese interés científico por descubrir el porqué de las cosas y la capacidad inventiva. Comenzó a construir sus propias herramientas, en la mayoría de los casos con fines prácticos, como, por ejemplo, el asador automático, una máquina para hacer limas o su grúa giratoria, que tenía la capacidad de elevar objetos pesados.
Cuando Florencia entró en guerra, Leonardo se interesó en dicho arte, no por la política, sino por toda la parte técnica que había detrás, llenando las hojas de sus cuadernos con diseños de armas y material de guerra.
Quizás una de las piezas más curiosas o destacables dentro de sus diseños fue aquel robot humanoide que, en 1495, antes de empezar su trabajo de La última cena, decidió construir. Siguiendo el canon de Vitrubio, el caballero armado fue diseñado con la capacidad de sentarse, agitar los brazos, mover la cabeza e incluso abrir y cerrar la mandíbula.
Hombre de Vitruvio, dibujado alrededor de 1490
También colaboró con Luca Pacioli en la elaboración de las ilustraciones de su tratado matemático De Divina Proportione, una obra en la que se explora la proporción matemática y artística, con especial atención a la proporción áurea y su aplicación en el arte y la arquitectura. Este concepto, gestado desde la Antigüedad, alcanzó una nueva difusión y notoriedad gracias a esta obra, donde pasó a conocerse popularmente como «la divina proporción».
Para Leonardo, la mayor fuente de conocimiento era el ojo humano, la observación. Y fue precisamente este enfoque lo que le llevó a desarrollar su propia «teoría del conocimiento». Su interés por la mecánica le hizo darse cuenta de que aquellas fuerzas que operan en las leyes básicas de la mecánica actúan en todas partes, tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico. De este modo, «la fuerza» comenzó a ser un concepto clave para Leonardo, considerándola la propiedad que conforma y rige el cosmos.
En este sentido, es importante tener en cuenta que Leonardo estudió los trabajos del filósofo del siglo XIII Jordanus Nemorarius, de quien tomó la idea de que «todo peso desea descender al centro de la Tierra por el camino más corto».
¿Quién descubrió la gravedad?
Sin duda alguna, Newton, en sus Principia, es quien describe la ley de la gravitación universal y las bases de la mecánica clásica. La gravedad describe la fuerza o interacción gravitatoria entre distintos cuerpos con masa. Newton dedujo en 1687 que la fuerza con la que se atraen dos cuerpos debe ser proporcional al producto de sus masas dividido por la distancia entre ellos al cuadrado.
Entonces, ¿qué acercamiento hubo por parte de Leonardo da Vinci a la definición de este fenómeno? Un conocimiento que parecía estar fuera del alcance de su época.
Diagramas que muestran la investigación de Leonardo sobre la gravedad
En su Códice Arundel, Da Vinci ya sugería que la gravedad era una forma de aceleración. Esta colección de textos manuscritos por el propio Leonardo entre 1480 y 1518 aborda numerosas disciplinas científicas, como las matemáticas o la física.
Unos ingenieros del Instituto de Tecnología de California (Caltech) han podido averiguar, recurriendo a esta fuente, cómo Leonardo diseñó y llevó a cabo varios experimentos que le pudieron permitir hacerse una idea más que razonable sobre la naturaleza de la gravedad. Tanto es así que consiguió estimar la constante de la gravitación universal con una precisión del 97 %.
Gracias a un experimento que le permitió discernir a qué velocidad caía una sustancia desde una jarra que se desplazaba a lo largo de una trayectoria paralela al suelo, llegó a la conclusión de que la sustancia vertida no se precipitaba de forma constante, sino que estaba sometida a una aceleración. Observó también que esta sustancia dejaba de acelerarse horizontalmente cuando dejaba de estar influenciada por la jarra.
Por lo tanto, en definitiva, podemos destacar este gran hito, teniendo en cuenta que, casi dos siglos antes que Newton, Da Vinci ya estaba vislumbrando estas nociones que hoy se han convertido en leyes fundamentales para el entendimiento del universo. Su legado nos recuerda que el conocimiento florece cuando se cultiva la duda, la observación constante y el deseo de comprender la naturaleza en todas sus formas.