La bandera finlandesa ondea sobre la torre de control del aeropuerto
55 días de guerra
Finlandia, la otra guerra de invierno
Stalin invadió Finlandia y el país perdió el 11 por ciento de su territorio, que quedó en manos de la Unión Soviética
A finales de 1939 hubo otra «guerra de invierno», de hecho, así se denominó. La inició Rusia, entonces la Unión Soviética y provocó que ésta fuese expulsada de la Sociedad de Naciones.
Todo ocurrió porque Stalin había ofrecido a su vecina, Finlandia, intercambiar algunos territorios: quería unas islas finlandesas para instalar sus bases militares avanzadas en el Báltico y disponer del control del istmo de Carelia, cercano a Leningrado.
Stalin le ofrecía a cambio un extenso bosque en la región de la Carelia soviética, una zona pantanosa fronteriza con Finlandia, al norte del istmo.
Los finlandeses rechazaron la oferta de Stalin y el pequeño país de cuatro millones de habitantes, con un pequeño ejército, desafió al tirano soviético, quien dominaba a 170 millones de habitantes y una fuerza militar potentísima.
La respuesta de los soviéticos fue invadir Finlandia, pero sus combatientes frenaron una mal planificada operación militar durante meses, poniendo en grandes dificultades al Ejército Rojo. Fue, también, una «guerra de invierno» y se quedó con esta denominación. Las hostilidades cesaron en marzo de 1940, con la firma del Tratado de Paz de Moscú.
Al final, los finlandeses mantuvieron su honor, pero perdieron en una guerra de desgaste, cediendo más territorio del que Stalin había exigido inicialmente. Las bajas soviéticas superaron a las de los finlandeses, y Stalin se embarcó en una tardía reorganización de arriba abajo del Ejército Rojo.
Finlandia perdió el 11 por ciento de su territorio, con gran detrimento para su economía, pero conservó su soberanía y mejoró su reputación internacional. Sin embargo, las pérdidas soviéticas fueron muy grandes y su reputación exterior se vio gravemente mermada.
El lamentable papel del Ejército Rojo, en esta guerra, llevó al alto mando alemán a presentar a Hitler que un ataque contra la Unión Soviética sería rápido, fácil y exitoso: lo que se concretaría, para junio de 1941, en la Operación Barbarroja.
Cuando el pasado 24 febrero, Putin decidió invadir Ucrania, iniciando una nueva «guerra de invierno», probablemente había calculado una respuesta internacional semejante a la que tuvo Stalin cuando invadió Finlandia en 1939: «ruido de costado, desunión e inacción». Pero no fue así.
Finlandia no ha olvidado su propia «guerra de invierno» consciente del peligro inminente que le acecha. Según avanzaba The Times, será la primera, seguida muy de cerca por Suecia, en ingresar en la OTAN, previsiblemente para junio de este año.
Finlandia comparte nada menos que 1.300 km. de frontera con Rusia, más la historia que hemos narrado. Suecia y Finlandia añadirían a la Alianza un importante incremento defensivo en el flanco norte junto con, los ya socios, Noruega y los países bálticos.
Sin embargo, este anuncio incrementará, sin duda, la tensión con la Federación Rusa. Todos estos pasos hacen cada vez menos viables acuerdos diplomáticos y la prolongación de la guerra en Ucrania pone en mayor riesgo que la conflagración se amplifique a una guerra mundial.
La misma Finlandia está ya mentalizada, así como Polonia o los países del Báltico. Hay que tener en cuenta que la Federación Rusa no ha activado más que una quinta parte de su capacidad militar convencional, buena parte de estas tropas (ahora sobre el terreno) son reservistas, según estiman los estrategas occidentales.
Realmente, no se trata de sobreestimar su capacidad bélica, pero hay riesgo de infravalorarla, sin tener en cuenta que son más de un millón los efectivos totales con los que cuenta Rusia. No olvidemos que su avanzada en el Báltico, en el sector de Kaliningrado dispone de un potencial bélico imponente. Al menos, las estimaciones de inteligencia lo valoran así, sin tener en cuenta su enorme capacidad ofensiva «no convencional».
En el norte y en el Báltico está cada vez más preparados para lo peor. Finlandia, concretamente, siempre lo ha tenido en la memoria desde aquella «guerra de invierno» a sabiendas de que vivían con el enemigo a las puertas.