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26 de abril de 2024

Assunta Maresca

Assunta Maresca, mafiosa italiana y viuda del jefe Pasquale SimonettiEFE

Pupetta Maresca (1935-2021)

La primera «jefa» de la Camorra

Con apenas veinte años, descerrajó a balazos al comanditario del asesinato de su marido: el episodio fue el origen de una leyenda en ámbitos mafiosos

Assunta Maresca
Nació el 19 de enero de 1935 en Castelamare di Stabia, municipio en el que falleció en 29 de diciembre de 2021

Assunta Maresca

Una asesina profesional

Fue la principal figura femenina de la Camorra desde los cincuenta hasta los noventa. Su vida fue llevada en tres ocasiones al cine y a la televisión.

Pupetta significa muñeca en italiano y fue el apodo por el que se conoció a Assunta Maresca, considerada por muchos la primera mujer con mando en plaza en el seno de la Camorra napolitana. Un apodo que se refería más a su juventud que una supuesta ingenuidad: como escribe Roberto Saviano en Corriere della Sera, «no se había dejado proteger ni vengar por ningún hombre: padre, hermano o marido, sino que había protegido a su hijo y vengado a su marido con sus propias manos».
La venganza a la que alude el conocido ensayista es el abatimiento a tiros del capo camorrista Antonio Esposito, a quien tenía por comanditario del asesinato de su marido, Pasquale Simonetti, el 15 de julio de 1955. Ambos pugnaban por el control del mercado de verduras en Campania. Da la casualidad de que unos meses antes, en abril, Esposito había sido testigo de Simonetti en su boda con Pupetta.
Esta última no tuvo en cuenta esos vínculos el 4 de octubre de 1955 cuando, embarazada de seis meses, disparó sobre Esposito a plena luz del día en Nápoles. Es más: lo hizo con la pistola Smith & Wesson que su marido había depositado a los pies de la Virgen en el Santuario de Pompeya el día de la boda, antes de volver a envainarla. Pupetta fue arrestada menos de dos semanas después y encarcelada. Sin embargo, las circunstancias del homicidio fraguaron una leyenda que no paró de acrecentarse una vez recobró la libertad tras haber cumplido entre barrotes diez años de una pena inicial de trece y cuatro meses.
A ese proceso contribuyeron el haber dado a luz en la cárcel y sobre todo su contratación para desempeñar el papel protagonista en la película Crimen en Posilippo, parcialmente inspirada en su historial delictivo. Era la segunda cinta centrada en su caso, tras El desafío, de Francesco Rosi, proyectada en 1958. El círculo audiovisual se completó con dos teleseries, una en los ochenta que no fue de su agrado y otra hace nueve años. Bien es cierto que Puppeta tenía sentido escénico desde muy joven: antes de conocer a Simonetti, se proclamó vencedora de un concurso de belleza.
Mas Pupetta era demasiado lista como para dejarse llevar por la fama barata. Prefería ejercer de camorrista imprescindible. Eso sí, desde la sombra y encubriendo astutamente su actividad con una tienda de ropa en Nápoles. El anonimato se vio interrumpido en 1974 por la trágica muerte de su hijo mayor, Pasquale, a raíz de un ajuste de cuentas. Todas las miradas apuntaron a Umberto Immaturo, segundo marido de Pupetta, con quien Pasquale nunca terminó de congeniar.
Pero esa pista se esfumó por falta de pruebas. Con todo, el matrimonio, que había engendrado dos retoños, terminó separándose. Este episodio apenas incidió en su determinación de influir en la vida mafiosa napolitana. Lo demostró a principios de los ochenta al plantar cara a Raffaele Cutolo, deseoso de refundar la Camorra a través de la «Nuova Camorra Organizzata». Las «viejas familias», a través del grupo irónicamente nombrado «Nuova Famiglia», reaccionaron y se desató una de las más sangrientas olas de violencia mafiosa que se recuerdan en Nápoles y alrededores.
A Pupetta, en particular, se le acusó de estar detrás del asesinato de Ciro Galli, mano derecha de Cutolo. La Fiscalía pidió cadena perpetua, pero terminó siendo absuelta, pese a quedar acreditada su pertenencia a «Nuova Famiglia». Ella misma lo admitió en una rueda de prensa –método raro en los grandes mafiosos– en 1982: «Si por Nueva Familia nos referimos a todas aquellas personas que se defienden del poder abrumador de este hombre, entonces me considero afiliado a esta organización». Pero le fueron embargados los bienes: su antiguo piso de Nápoles es hoy propiedad municipal y destinado a servicios sociales.
Sus siguientes peripecias judiciales se saldaron con otra estancia en la cárcel entre 1993 y 1997, reducida gracias a su inscripción voluntaria en el registro de los arrepentidos, «pentiti» en la jerga específica italiana. Desde entonces llevó una vida discreta en Castellamare di Stabia, su localidad natal. Sin embargo, la muerte de la hija de Alberto Maresca, del clan de los «lampetielli», maesttos de la cuchillada, viuda de Pasquale Simonetti y ex mujer de Umberto Ammaturo y poseedora de un currículo camorrista propio, no podía pasar desapercibida. Por eso las autoridades han prohibido, como en el caso de otras figuras mafiosas, un funeral público, permitiendo únicamente una bendición privada del cadáver en el cementerio. Ahora ya solo queda esperar su particular testamento, que llegará plasmado en un libro de la periodista Barbie Nadeau, centrado en las grandes figuras femeninas de la Mafia. 
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