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26 de abril de 2024

Jerzy Urban

Jerzy UrbanWikimedia

Jerzy Urban (1933-2022)

El agresivo portavoz del comunismo polaco

Denigraba en plena dictadura a Lech Walesa o a Juan Pablo II antes de disfrutar ampliamente de la libertad de expresión en democracia

Jerzy Urban icono
Nació el 3 de agosto de 1933 en Lodz (Polonia) y falleció el 3 de octubre de 2022
en Konstancin-Jeziorna (Polonia)

Jerzy Urbach

Hijo de una familia judía que polaquizó su apellido, fue expulsado de dos universidades antes de iniciar una carrera periodística solo interrumpida para ser ministro portavoz entre 1981 y 1989.

Jerzy Urban fue portavoz del Gobierno comunista polaco entre 1981 y 1989, es decir, los años que abarcan desde la imposición de ley marcial hasta el inicio del desmoronamiento del régimen. Un periodo en el que disfrutó, con tanto cinismo como habilidad, de su peculiar cuota de poder. Por ejemplo, cuando se Urban se jactaba alegremente de las buenas cifras de la cosecha de grano –no es seguro que fuera verdad–, al tiempo que obviaba a los cientos de manifestantes y opositores víctimas de la represión.
Una de las citas en la que desplegaba sus peculiares hábitos era la de los martes, cuando recibía, en directo, a los corresponsales occidentales acreditados en Varsovia con los que mantenía unos diálogos imposibles que hacían las delicias de los polacos que lograban sintonizar sus televisores. Más preocupantes eran sus intentos de intoxicación: sin ir más lejos, declaró a un reportero de The Washington Post que la inteligencia norteamericana estaba al tanto de las intenciones del régimen del general Wojciech Jaruzelski de imponer la ley marcial.
Entiéndase, en perspectiva de Urban: si Washington hubiera avisado al sindicato Solidaridad, se hubieran evitado las detenciones de miles de sus militantes. De la capacidad manipuladora al insulto puro y duro. El sindicato independiente y su fundador, Lech Walesa, eran los blancos prioritarios –y sin poder defenderse– de un Urban propenso a las ráfagas de improperios. Aunque una vez sus palabras tuvieron consecuencias trágicas. O, por lo menos, contribuyó a generarlas: en septiembre de 1984, publicó un artículo insultante para con el sacerdote opositor Jerzy Popieluszko. Un mes después, Popieluszko era secuestrado por la policía política y posteriormente asesinado.
En 1989 fue uno de los representantes gubernamentales en las conversaciones de la «Mesa Redonda» con la denostada –por él– Solidaridad, que prepararon el camino para las primeras elecciones parcialmente libres de Polonia en más de 40 años. Urban, que nunca fue miembro del partido único, concurrió a ellas como «independiente», siendo aplastado por la fuerza de Solidaridad. Al cabo de un año, vio, a modo de trago amargo, cómo Walesa era elegido presidente de Polonia.
Urban decidió volver a su vocación original, el periodismo, y lanzó su semanario satírico, Nie («No», en polaco) que criticaría a la nueva élite dirigente y a sus aliados, empezando por la Iglesia católica. El primer número de Nie salió de la imprenta en octubre de 1990 y no se parecía a nada que los polacos hubieran visto antes. Su lenguaje era grosero y provocador, sus caricaturas y fotos escabrosas y a menudo sexualmente explícitas, y su burla de Walesa («el Gran Electricista», frecuentemente representado con un gorro napoleónico) era brutal e implacable.
Fue también el inicio de innumerables problemas judiciales. El caso más sonado fue cuando dedicó una serie de lindezas («sadomasoquista», «Breznev del Vaticano») a un Juan Pablo II que se disponía a visitar Polonia. Urban fue condenado a una pena de prisión suspensiva y a pagar una cuantiosa multa. Cumplió, pero le daba igual: disfrutaba plenamente de una libertad de expresión que no mucho antes estrangulaba sin contemplaciones.
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