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Abel Díez

Abel DíezEl Debate

Abel Díez (1953-2025)

En la sombra de Quini

Delantero del mítico Sporting de Gijón de los setenta y ochenta, tuvo que esperar a que el astro rojiblanco fichase por el Barcelona para despuntar

Abel Díez
Nació en Boñar (León) el 31 de enero de 1953 y falleció en Gijón el 15 de abril de 2025

Abel Díez Tejerina

Futbolista

Sus inicios profesionales fueron en la Cultural Leones, pasando después al Avilés. En 1976 llegó al Sporting de Gijón, con el que jugó dos finales de la Copa del Rey y participó en varias ediciones de la Copa de la UEFA. Entre 1984 y 1988, año de su retirada, jugó en el Hércules de Alicante, de nuevo en el Avilés y en el Deportivo San Martín

Era el 31 de mayo de 1981 en el Santiago Bernabéu. Se enfrentaban, en el partido de vuelta de cuartos de final de la Copa del Rey, el Real Madrid y el Sporting de Gijón. El partido de ida había terminado con empate a uno. Los blancos, por lo tanto, ostentaban la condición de favoritos, teniendo, además, que sacarse dos espinas: la pérdida, in extremis, de la Liga —que se llevó la Real Sociedad— y la derrota, en la final de lo que entonces era la Copa de Europa.

Mas el partido no transcurrió según lo previsto. El Sporting se adelantó por dos veces en el marcador. Dos veces empató el Madrid. Hasta que el equipo rojiblanco dio el tiro de gracia: 2-3. Los tres goles los anotó Abel Díez, el delantero centro. El último, desde la línea de córner tras interceptar un saque de banda. Abel se había convertido en el héroe de la campanada. Su racha no terminó en el césped del Bernabéu: en semifinales también marcó el tanto que permitió al Sporting eliminar al Sevilla y acceder a la final, donde sucumbió por 3 a 1 ante un Barcelona en el que Quini marcó dos goles aquel día.

Quini, precisamente, el legendario delantero centro del Sporting que taponó la progresión de Abel hasta que partió rumbó a la Ciudad Condal. Sin embargo, la espera de Abel se habría prolongado de no haber sido por la grave lesión sufrida por el portugués Fernando Gomes, designado por la cúpula del Sporting para sustituir a Quini.

Abel supo aprovechar la oportunidad; o, mejor dicho, recuperarla: anteriormente, a finales de los setenta, contribuyó al ascenso del Sporting y a su clasificación para la Copa de la UEFA al poco de estar en primera. Jugador falto de finura y algo indisciplinado —Vujadin Boskov, su entrenador, llegó a decirle que le entendía menos que su perro—, ponía mucho empeño y era eficaz de cara al gol. Así se hizo un hueco en el mejor Sporting de la historia, el de Joaquín, Cundi, Maceda, Mesa y Ferrero. Abandonó el club en 1984 para dejar paso a Quini.

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