En la lista de los árbitros más polémicos

«¡Así, así, así gana el Madrid!». El latiguillo se ha convertido en tradicional para las aficiones cuyos equipos reciben a los merengues y pretenden expresar su descontento con la actuación arbitral. También lo corean los aficionados blancos cuando su equipo realiza una gran prestación.

Menos conocido es su origen. Lo acuñaron los asistentes a un partido celebrado en el estadio de El Molinón el 25 de noviembre de 1979, correspondiente a la undécima jornada de Primera División. Se enfrentaban el Sporting de Gijón, que hacía las veces de local, y el Real Madrid. Los blancos eran segundos de la clasificación, un punto por encima de los asturianos. La expectación era, pues, máxima. Incluso, horas antes del inicio del encuentro se vivieron momentos de tensión en los despachos, debido a la negativa de Televisión Española para retransmitirlo; solo una intervención in extremis –práctica que hoy sería inimaginable–, del entonces ministro de Cultura Manuel Clavero Arévalo, logró resolver el entuerto.

Mas la crispación se trasladó rápidamente al terreno de juego: en el minuto, el madridista Isidoro San José cometió una falta sobre el sportinguista Enzo Ferrero. El árbitro, Jesús Ausocúa Sanz, adscrito al Colegio Castellanoleonés y que había empezado a pitar en Primera a la tardía edad de 41 años, pitó la falta. Pero la violenta reacción de Ferrero, agrediendo al defensa merengue, se saldó con su expulsión. Fue entonces cuando cayó una nube de almohadillas desde todas las tribunas de El Molinón, al tiempo que se oía de forma estruendosa: «¡Así, así, así gana el Madrid!».

No ganó el Madrid –ambos equipos acabaron empatando–, pero se suspendió el partido durante un cuarto de hora. El daño reputacional para Ausocúa Sanz fue similar al padecido por Emilio Guruceta Muro 9 años antes en el Camp Nou. Con todo, el Sporting de Gijón no le recusó. Su último partido vestido de negro fue como juez de línea en la final de la Copa del Rey de 1982. ¿Quiénes la jugaron? Pues el Real Madrid y el Sporting de Gijón. Años después, Ausocúa Sanz confesó que esperó a retirarse del arbitraje para instalar una línea telefónica en su casa. Era su forma de evitar presiones, según él.