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20 de abril de 2024

LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
Ismael Sanz

La repetición de curso tiene que bajar, pero no de manera artificial

La mitad de los alumnos que han repetido en nuestro país superan las pruebas internacionales

Actualizada 05:06

España tiene una tasa de repetición en Primaria y ESO muy elevada. Los datos de PISA 2018 muestran que el porcentaje de alumnos españoles que había repetido al menos una vez con 15 años era del 29 %, por el 11 % de la OCDE. La repetición es una medida que se ha demostrado muy costosa porque supone que los alumnos extienden su permanencia en los centros educativos (y cada curso no universitario cuesta 7.800 euros por alumno). Y además la repetición supone para algunos estudiantes el inicio de un camino que conduce al abandono temprano educativo. Hay un 53 % de los alumnos repetidores en España que alcanza el nivel básico en Ciencias en PISA (44 % en matemáticas). Es decir, que la mitad de los alumnos que han repetido en nuestro país superan las pruebas internacionales. Todas estas circunstancias llevarían a pensar que es una buena idea restringir más el número de veces que puede repetir un alumno en España.
De hecho, la flexibilización en la promoción tuvo sentido en el curso 2019-20 dada la situación tan excepcional e inaudita que produjo la pandemia. La educación online no proporciona el mismo aprendizaje que la presencial, en particular en el caso de los alumnos rezagados y de los estudiantes de familias desfavorecidas, por lo que no haber procedido a la flexibilización hubiera supuesto una desigualdad de oportunidades palmaria. Maurin y McNally analizan el «experimento natural» del efecto de las movilizaciones de mayo de 1968 en Francia en el futuro de la cohorte de estudiantes que se preparaban para hacer el examen de baccalauréat. Los exámenes no tuvieron en ese año el mismo nivel de exigencia que habían tenido antes y tampoco el que tuvieron después. Como resultado, la tasa de aprobados aumentó significativamente permitiendo que una proporción mayor de estudiantes nacidos en 1948 y 1949 pudiera alcanzar más años de escolarización. Los alumnos que se encontraban en el margen, que accedieron a la Universidad en ese año y que no hubieran alcanzado los estudios superiores en otras circunstancias, terminaron en buena medida sus estudios y alcanzaron en su carrera profesional salarios y puestos de responsabilidad mejores que si no hubieran aprobado la Selectividad. Este mayor progreso educativo de los jóvenes de esas cohortes se ha transmitido también a sus hijos.
Ahora bien, Maurin y McNally analizan la flexibilización del acceso a la Universidad en un solo año y que, además, como en el caso de la COVID-19 fue sobrevenida. Una reducción de los niveles de exigencia permanente en el tiempo y que los alumnos puedan anticipar pudiera tener efectos negativos en la dedicación y esfuerzo de los alumnos. Porque además la tasa de repetición está bajando en nuestro país desde hace trece cursos de forma natural: por el propio buen trabajo de los docentes y alumnos. En 2006-07 hubo un 16,7 % de alumnos que repitió 1º de la ESO por el 8,9 % de 2019-20. El porcentaje de alumnos que ha repetido alguna vez a los 15 años ha disminuido desde el 42,6 % del curso 2006-07 al 28,9 % de 2019-20, después de 13 cursos consecutivos bajando. Es difícil encontrar un indicador que por tanto tiempo y de forma ininterrumpida tenga una evolución tan positiva. La tasa de abandono temprano educativo en España se sitúa en 2020 en el 16,0 %, mínimo histórico, y es probable que se sitúe en el entorno al 13,0 % en 2021 cuando se publique la Encuesta de Población Activa en dos semanas, el 27 de enero de 2022.
Si la repetición se está reduciendo drásticamente en España de manera natural cabe preguntarse por la necesidad de imponerlo por normativa. Es importante confiar en los magníficos profesionales de la educación de nuestro país y que sean ellos los que decidan sobre la promoción de sus alumnos. La autonomía de los centros educativos proporciona excelentes resultados. Las medidas que se toman desde fuera de los colegios e institutos, como la de limitar por ley más el número de repeticiones, pueden tener resultados contraproducentes porque entran de lleno en decisiones que corresponden a los docentes. Sería más acertado esperar a ver hasta dónde llega la tendencia a la baja en las repeticiones, sin alterar el nivel de exigencia y sin intervención legislativa.
El reciente trabajo de Francisco López-Rupérez, Isabel García y Eva Expósito muestra que el hecho de que un alumno no repita puede dificultar su progreso académico en cursos posteriores. Estos autores concluyen que la mejor forma de evitar el fracaso escolar es a través de programas compensación como el proyecto de centros prioritarios de la Comunidad de Madrid en 2007 que proporcionó mayores recursos humanos y apoyo a centros de difícil desempeño y que experimentaron una mejora relativa al resto de colegios. A este respecto, el trabajo que se publicará en los próximas semanas de Mayte Ballestar, Jorge Sainz y yo mismo, mostramos unos de estos medidas de compensación, el Programa para la Mejora del Éxito Educativo en Castilla y León, ha tenido un gran éxito en aumentar la probabilidad de que los alumnos superen 4º de la ESO. De hecho, la modalidad de este Programa de acompañamiento durante todo el curso ha logrado una tasa de éxito del 97,37 % en la superación de 4º ESO en aquellos alumnos rezagados, pero no que habían repetido aún, y que participaron en esta iniciativa hasta el final. Es un ejemplo de que el apoyo en grupos más pequeños a los alumnos rezagados antes de producirse la repetición es una medida que ayuda a los alumnos a reconducir sus estudios, en lugar de bajar el nivel de exigencia que puede ser un atajo de pan para hoy y hambre para mañana. 
  • Ismael Sanz es vicerrector de Calidad de URJC
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