El Cartel
Lo que más ha molestado a los antitaurinos, a los urtásunes, a los intolerantes, es el Cartel de la Feria de San Isidro
El pasado viernes, en el Hotel Chiqui de Santander, proa del Sardinero, se celebró la cena de entrega de premios de la feria taurina de Santiago 2024. Lo presidió la Infanta Elena, que estuvo rodeada de los responsables y aficionados que han conseguido llevar a la plaza de Cuatro Caminos de Santander a la cumbre de las ferias del norte. Todos los alcaldes de Santander, desde Juan Hormaechea a Gema Igual, pasando por Manuel Huerta, Gonzalo Piñeiro e Íñigo de la Serna, han hecho posible el milagro. Y el empresario Garzón. Hace algunos años, las grandes ferias del norte eran las de San Sebastián, en El Chofre, y la de Bilbao. Santander y Gijón descendían un escalón. Hoy es lo contrario. Gijón, que ahora tiene una alcaldesa normal, ha recuperado la feria, pero Santander se ha situado en lo más alto del norte taurino. En Gijón toreó Belmonte, que al día siguiente hacía el paseíllo en el Puerto de Santa María, la plaza preferida de Joselito El Gallo. El alcalde de Gijón le animó a emprender el viaje hasta Sevilla, donde el Pasmo de Triana podría descansar un par de horas. – No se retrase, maestro, que Sevilla está muy lejos-. Y Belmonte le corrigió: -No, señor Alcalde. Lo que está lejos es Gijón. Sevilla está donde tiene que estar-.
Cuando voy a los toros de Santander siempre me fijo en el burladero de los médicos. Supongamos, que es mucho suponer, que mi localidad se ubica en la fila 4 del tendido bajo, asiento 14. Y que sale el toro. Y el toro se fija en mi innecesariedad con expresión de escasa amistad y se dice a sí mismo. – Si pudiera, saltaría el burladero y la barrera y le empitonaría a ese lechuguino de la fila 4. En este mundo, todo es posible. Pero cuando veo en el burladero de los médicos al doctor Daniel Casanova con su equipo de auxiliares, me tranquilizo. Precisamente en octubre, gracias al doctor Casanova, se celebrará en Santander el Congreso de Cirujanos taurinos, al que espero asistir de oyente si el toro de marras no consigue llegar al asiento 14 de la fila 4. Muchos años de esfuerzo y Santander, Feria del Norte.
La Infanta Elena, como su padre, el añorado, maltratado e injustamente alejado Don Juan Carlos I, lleva la afición taurina en la sangre. Le viene de la Infanta Isabel, La Chata, que veraneó en Santander y a la que Rafael Duyos dedicó un bellísimo romance. Le viene de su abuela, Doña María de las Mercedes, currista hasta la médula. Y le viene de su entorno. De haber tenido las facilidades de ahora, la Infanta Elena, podría cualquier día del pasado haber cumplido sobre un caballo el paseíllo en una corrida de rejones. A la Reina Victoria Eugenia, poetizada entre brumas británicas por don Miguel de Unamuno, enamorada de Santander y su Magdalena, le obligaba el Rey Alfonso XIII a ir a los toros. A veces se cubría el rostro con un abanico. – Me parece muy bien que no te gusten los toros, pero la Reina de España, mientras yo sea el Rey, me acompaña a los toros por respeto, cumplimiento del deber y por cojones-. Eran otros tiempos.
Pero lo que más ha molestado a los antitaurinos, a los urtásunes, a los intolerantes, es el Cartel de la Feria de San Isidro, con la imagen torera de la nieta del Rey Juan Carlos, hija de la Infanta Elena y sobrina del Rey Felipe VI, de valor demostrado en el encierro de Paiporta que tanto hizo correr al deslavazado y estercolado mozo de espadas, Sánchez. Victoria Federica de Marichalar y Borbón da la cara y el perfil de un derechazo en el cartel de la San Isidro, la feria de la primera plaza del mundo, la que da y quita los cortijos, la gloria y la sangre de la femoral. Los tontos han enloquecido con esa exposición de la afición a los toros de la Familia Real o la familia del Rey, según las últimas normas.
Cuatro toses más y ya estaremos en mayo, y una quinta tos, en julio, en plena Feria de Santiago, con la plaza abarrotada, las peñas taurinas y despolitizadas, la sevillanía en Santander, como antaño en San Sebastián y Bilbao, los toros en su sitio y Urtasun en el suyo.
El sitio de Urtasun lo dejo a la elección de los lectores.
Vamos allá.