Esa mitad de españoles que aún tolera a Sánchez...
Tolerar no es sinónimo de votar, pero sí hay un porcentaje altísimo de la sociedad que está completamente anestesiado, que no percibe la gravedad de las reformas que están en camino
Basta con salir un ratito a la calle. O con mirar el INE y determinadas encuestas. Aún hay un porcentaje altísimo de españoles a los que no les corre ninguna prisa que se vaya Pedro Sánchez, así le pillen robando a medio Gobierno o pegando tiros al cielo al grito de «Alá es grande». No estoy pidiendo que la gente se confine ante el grave momento que vive España, ni que renuncie a una terraza de domingo en Madrid, pero sí es llamativa la falta de contestación al deterioro que vivimos.
Vale que tolerar no es votar, pues según la encuesta que publicábamos ayer el PSOE caería ya por debajo de los 110 escaños, cifra que le pone imposible cualquier escenario de reelección. Pero sí hay un porcentaje de la población que está completamente anestesiado, que no percibe ni la gravedad de lo que ha ocurrido en estos años ni la gravedad de las reformas que están en camino.
De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, el 54 % de los españoles cree que Sánchez debería dimitir después de la entrada en prisión de Santos Cerdán. El 46 % restante se divide entre un 18 % que cree que debe agotar la legislatura, un 14 % que dice no tener ni idea y otro 14 % que le pide una cuestión de confianza, que es como no pedir nada, pues le corresponde a él convocarla y jamás lo haría sin los votos del Frankenstein debidamente amarrados.
Por tanto, podemos convenir que hay media España que no es consciente de que cualquier escenario que no sea la dimisión temprana de este hombre será lesivo para España. Después de gastar dos años en arreglar los problemas legales del separatismo, ahora se va a volcar en arreglar los suyos propios, aunque para ello tenga que derruir los fundamentos básicos de la democracia que teníamos, además de nuestro bienestar económico. Porque de eso va la ley Bolaños o la ley Begoña, de cubrirse para cuando el colchón de Moncloa no sirva de parapeto. Y si para eso tiene que estar dos años más sin presupuestos (con los efectos conocidos) lo hará, porque ¿qué importa España al lado de mi señora?
Una vez logrado eso (e incluso sin conseguirlo) su plan de supervivencia pasa por el destrozo de la economía nacional. El PIB dirá lo quiera, pero la realidad es que en España hay dos millones de beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital, tres millones de empleados públicos, un millón de personas con incapacidad permanente y más de nueve millones de pensionistas. ¿Quién cotiza aquí, entonces?
Si España fuera una empresa, llevaría meses en concurso de acreedores. Y eso es una pena salvo para algunos. Porque donde cualquier persona mínimamente instruida ve una desgracia, el PSOE observa siempre una oportunidad. Llámalo «voto cautivo» o llámalo como quieras, por eso urge la salida de Sánchez antes de que todo esto se consolide. No hay que esperar a otro encarcelamiento.