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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Hacer 'el pailán'

Contrasta poderosamente aquella arriesgada gesta, obra de españoles de todas partes, con el localismo excluyente de un gobierno municipal del PSOE

Act. 23 ago. 2025 - 13:47

Muchos valiosos y emocionantes pasajes de nuestra historia son perfectamente desconocidos para el gran público, por eso cuando se ponen en valor resulta reconfortante. En La Coruña se está celebrando este verano el 500 aniversario de la expedición a las Molucas del navegante García Jofre de Loaysa, una aventura comercial para controlar el valiosísimo tráfico de especias, en la que perderían la vida tanto él como su segundo, el bastante más célebre Juan Sebastián Elcano.

En 1522, el joven emperador Carlos I atendió a una petición de los nobles locales y concedió a La Coruña la Casa de Contratación de las Especias, que otorgaba a la ciudad el privilegio exclusivo sobre las expediciones y el comercio con las Molucas, las llamadas islas de las especias, dominadas por los rivales portugueses. En astilleros gallegos y vascos se construyó para la ocasión una poderosa flota, que zarpó del puerto coruñés el 24 de julio de 1525 y era motivo de enorme asombro: siete naos artilladas, con 450 tripulantes, que iban a cruzar el mundo pasando por el cabo de Hornos para llegar a las Molucas, en lugar de seguir la ruta de los portugueses, que bordeaban África.

Las naves zaparon con vientos favorables, bajo el estruendo de salvas de honor, trompetería y tambores. Según un hiperbólico cronista de aquella hora, «parecía que se hundía el cielo y temblaban las montañas de alegría».

La empresa supuso un avance en la exploración de las rutas oceánicas, con numerosos descubrimientos, pero acabó fatal. Solo la nave capitana, la Santa María de la Victoria, llegó a las Molucas, aunque su capitán Loaysa perdió la vida y una vez allí vivieron meses de dura refriega con los portugueses. Tres de las naves ni siquiera lograron cruzar el estrecho de Magallanes y la expedición sufrió todo tipo de calamidades: temporales, enfermedades, deserciones, errores en la ruta, luchas contra los lusos. Tan solo lograron regresar a casa con vida 24 hombres de la nao capitana. Además, en 1529, Carlos I acabó renunciando con el Tratado de Zaragoza a las pretensiones españolas sobre las Molucas, en parte porque la ruta por el estrecho de Magallanes se había revelado demasiado azarosa.

Es decir, las expediciones coruñesas a las Molucas, pues hubo tres entre 1524 y 1529, no tuvieron un final feliz. Y sin embargo mostraron la enorme ambición de los españoles, descubrieron nuevos parajes y rutas, ayudaron a mejorar la navegación transoceánica… Por eso está muy bien recordarlas, como se está haciendo en La Coruña.

Paseando por la calle Compostela, en el centro más chic de la ciudad, veo con agrado que el Ayuntamiento de La Coruña, que se hace llamar así mismo ‘Concello de A Coruña’, ha levantado una exposición callejera con grandes paneles que cuenta la historia de aquellas fabulosas empresas náuticas de comienzos del XVI. Me alegra verlo y me acerco a leer la letra pequeña, porque siempre me han interesado las aventuras del mar. Pero me encuentro con que los paneles están exclusivamente en gallego. Y aunque yo pueda leerlos sin problema, creo que eso se llama 'hacer el pailán', como decimos en Galicia y como me señala un amigo coruñés. Con esa decisión sectaria se está alejando de lo que se quiere contar a los numerosos turistas de toda España que visitan en agosto la ciudad, o los miles de extranjeros que llegan en los enormes trasatlánticos que cada día recalan en ella.

En lugar de escribir los rótulos en español e inglés, lenguas francas, o al menos en castellano y en gallego, el gobierno local del PSOE opta por el rodillo del gallego, cuando no es ni de lejos la lengua más hablada por los coruñeses de carne y hueso. El idioma mayoritario muy de largo en La Coruña es el español, que emplea a diario el 95 % de la población como primera lengua. Entonces, ¿por qué su ayuntamiento se dirige a sus vecinos que hablan español exclusivamente en gallego? Pues lo hace en nombre de la muy anormal «normalización» lingüística, debido a un lamentable complejo de inferioridad del PSOE ante los nacionalistas que lo lleva a ceder ante sus obsesiones.

Carlos I había nacido en Gante. Loaysa, en Ciudad Real. Elcano, en Guetaria. En los barcos de las expediciones a las Molucas imperaban los marineros gallegos y vascos. Pero allí iban el mercader burgalés Covarrubias, o el piloto sevillano Rodrigo de Triana, o el explorador y marino cordobés Francisco de Hoces… Fue una empresa con españoles de todas partes al servicio de nuestra corona imperial. ¿Por qué reducirlo todo al hiperlocalismo? ¿Por qué no entender que formar parte de algo más grande no nos resta importancia, sino que nos la añade?

Mi padre, español, gallego y antinacionalista visceral, repetía siempre una máxima muy sencilla: «El nacionalismo es un atraso». Una vez más, tenía razón.

(PD: Y añado lo que señalan varios lectores en sus comentarios: lo de los carteles excluyendo por sistema al español es también, en efecto, el penoso modelo de la Xunta del PP).

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