La eme en bote
Si los vientos son bonancibles y terminan atracando en Europa, bien. Pero si la corriente empuja a la flotilla hasta el canal de Suez y se tienen que enfrentar a sus amados piratas somalíes, se van a enterar de nuevo de lo que es bueno
Era un chinchorro. «La eme en bote», lo certificaba en su popa. Su propietario y único remero era Fernando –Nano– Castiella, QEPD, un viejo amigo de mi juventud, hijo del ministro de Asuntos Exteriores del mismo nombre. Diez veces más inteligente y grande que nuestro «Napoleonchu», el chorlito paticorto que vestido de uniforme provocaría la carcajada de Gromyko, «Mister No», el único soviético que vestía correctamente porque su sastre estaba en Londres. Una galerna de septiembre se llevó al fondo de la barra de San Sebastián, entre Urgull y Santa Clara, a la heroica embarcación y jamás se supo más de ella. Pero alguien la rescató y me han confirmado que forma parte de la flotilla apoyada en el mundo por esa porción de humanos que disfruta idiotizándose.
«La Eme en Bote» ha sido rebautizada, y su identidad actual es «Abdulah III», donde sirve de avanzadilla de la flota. Se van a enterar los de Israel de lo que vale un peine. Su uso y disfrute está exclusivamente reservado a una prestigiosa capitana vikinga llamada Greta Thunberg, gran aficionada a sobrevolar los océanos y mares quemando queroseno. No puede llevar cañoncito a proa porque se hundiría, y si se hunde la «Abdulah III» con la niña cuarentona a bordo, dejan de cobrar el dinero de los bobos y botarates, que, empezando por los padres y terminando por Almodóvar, Ana Belén y los Bardem, colaboran en la invasión del amor. Rectifico. Me informan que ni Almodóvar, ni Ana Belén ni los Bardem han aportado ayuda a la flotilla de los tontos porque el dinero también lo están esperando ellos, según ha comunicado la asesora 27 de la tercera secretaria del representante octavo de Penélope Cruz, insigne paciente de la Sanidad Judía en los Estados Unidos y probable presidente del BBVA si se merienda al Banco de Sabadell.
La flotilla se ha visto obligada a detenerse en alta mar porque no todos los combatientes de la invasión están de acuerdo con seguir la singladura de la fraternidad agilipollada. La misma Ada Colau está en trance de abandonar su permanencia a bordo y optar por volar de Niza a Barcelona. No obstante, para tranquilizarnos, nos han colgado unas imágenes de una timonel nada vestida de guerra, que simula pilotar el barco moviendo un timón que no funciona, porque se ha entregado a la libertad de la deriva. Si los vientos son bonancibles y terminan atracando –en esa especialidad son muy duchos– en Europa, bien. Pero si la corriente empuja a la flotilla hasta el canal de Suez y se tienen que enfrentar a sus amados piratas somalíes, se van a enterar de nuevo de lo que es bueno.
El Gobierno de España está detrás de ellos, y de ahí su intento de meter en el mismo barquito a Sánchez, Begoña, el fiscal, Ábalos, Bolaños, Koldo y Barrabés, pero no había nave que soportara ese tonelaje de ensoñaciones delictivas. Se aceptó en principio a todos menos a Koldo, pero desde TVE Silvia Inchaurrondo y Gonzalo Miró ordenaron que se instalaran en dos barcos diferentes, y como no había barcos diferentes ni iguales, Ada Colau tomó la decisión, muy aplaudida, de volver a Barcelona y hacer en sus carrers lo que mejor sabe hacer. Pis en la calle.
Gran éxito el de la flotilla.
Para que algunos digan que jamás aporto una noticia.