Ignorante y genuflexa izquierda balear
La batalla de las ideas contra la izquierda es muy importante, hay que derribar mantras y acabar con la autocensura
El Grupo Parlamentario Popular, a través de su Comisión de Asuntos Institucionales y Generales, presentó una proposición no de ley (PNL) para que el Parlamento «ensalce la figura de María Corina Machado e inste al Gobierno de España a que la reconozca como merecedora del Premio Nobel de la Paz». La autora de la iniciativa fue la presidenta de la citada comisión, Cristinas Gil Membrano, una mujer muy activa y especialmente clarividente. Días antes, mientras hablábamos sobre la presentación de otra iniciativa, Cristina me dijo: «La batalla de las ideas contra la izquierda es muy importante, hay que derribar mantras y acabar con la autocensura». Me pareció una actitud excelente, y no muy habitual a la derecha del río Pecos. Luego pasa lo que pasa y la cosa va cómo va.
La moción, muy bien redactada y razonada, se debatió el mismo día en el que Maria Corina debía estar presente en Oslo para recibir el Nobel de la Paz. Hoy ya sabemos que no fue posible, ya que la líder venezolana no podía salir de su país por vías ordinarias so pena de ser detenida y -quién sabe- torturada y desaparecida por los esbirros de Maduro, el dictador que antes de dedicarse a la política ejercía de conductor de autobuses, que allí se llaman guauas.
La brava mujer logró abandonar Venezuela en una lancha que la llevó a Curaçao, la isla que siglos atrás fue refugio de muchos judíos españoles que soñaban con llegar al puerto holandés de Nueva Amsterdam, hoy Nueva York. Siempre los débiles que persiguen la libertad frente a los tiranos que la sojuzgan. El mundo, al fin y al cabo, no ha cambiado tanto. Dígamelo usted a mi, caballero. O a Laura Miró, un ejemplo.
La izquierda balear, prietas las filas, rechazó en bloque la moción, que fue aprobada con los votos de PP y Vox
El texto debatido en comisión califica a Corina Machado como «valiente, firme, decidida y carismática» y apela en distintas ocasiones a las palabras de Jorgen Watne Frydnes, presidente del Comité del Nobel, cuando anunció que la premiada era merecedora del galardón «por su incansable trabajo de promoción de los derechos democráticos para el pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia».
Al mismo tiempo -¿ingenuidad o estrategia?- la moción aspiraba a que el gobierno social-comunista de Sánchez, tuviese la decencia de felicitar a Corina, de la que únicamente ha dicho, manda huevos, que «la reciben golpistas y criminales de guerra» y, en palabras de un miembro de Podemos, que «para darle el Nobel de Paz a ella bien podrían habérselo dado directamente a Trump o incluso a Adolf Hitler a título póstumo».
Pese a tamañas barbaridades, que dan náuseas a cualquier persona decente al margen de su ideología política, la izquierda balear, prietas las filas, rechazó en bloque la moción, que fue aprobada con los votos de PP y Vox. Estoy seguro que esos ignorantes diputados no saben nada de nada acerca de lo que son y representan las dictaduras comunistas de Centro y Sudamérica. Que vuelvan sus ojos hacia Cuba, donde la gente se muere en plena calle de inanición o infectada por virus que en cualquier país civilizado son eficazmente combatidos por la ciencia médica. Que miren cómo la izquierda bolivariana dejó países como Honduras o, ahora mismo, Bolivia.
Creo que hemos llegado a tal límite de polarización política que los argumentos más obvios o las realidades más sangrantes no son más que papel mojado. Razón tiene Cristina: nos relegan a la batalla de las ideas, y ahí es donde habrá que luchar por ellas.