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25 de abril de 2024

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Mariano Navarro Rubio y la pretransición política

El proceso de transición a la democracia fue posible, sobre todo, gracias a esa clase media que hunde sus raíces en aquel Plan de Estabilización cuyo principal impulsor fue Mariano Navarro Rubio

Actualizada 04:51

Hace unos días tuve la ocasión de participar en la presentación de una biografía del exministro de Hacienda y exgobernador del Banco de España, Mariano Navarro Rubio. Editado por la fundación que lleva su nombre, bajo el título Mariano Navarro Rubio. El hombre y el político, el libro, revisado por una serie de especialistas, consigue situar perfectamente ambas facetas, la política y la humana, de un personaje verdaderamente atractivo, y quizás un poco olvidado, como tantos otros.
Tras una participación muy notoria en la Guerra Civil, donde adquiere esa vocación castrense que no le abandonará en toda su vida, alcanzando el grado de general del Cuerpo Jurídico, Navarro Rubio llega a la política tras superar las oposiciones a letrado del Consejo de Estado. Toda su trayectoria vital está marcada por su formación religiosa iniciada en la Asociación Nacional Católica de Propagandistas y continuada en el Opus Dei, tras un encuentro fortuito con San Josemaría Escrivá de Balaguer. En el libro podemos apreciar perfectamente como esa fe, bien asentada, marca toda su vida y le permite cosechar los mejores éxitos profesionales y encajar las pruebas más duras con una notoria entereza.
Actor fundamental del Plan de Estabilización, Navarro Rubio convenció, en 1958, al general Franco de la necesaria apertura de España a los mercados e instituciones económicas internacionales, dejando atrás el modelo autárquico que habría abocado a la quiebra técnica del Estado en poco tiempo. El llamado milagro económico español permitió un crecimiento de la economía del 8,2 en 1961, algo inimaginable unos años antes. A partir de aquí se desarrolla esa clase media tan importante para la estabilización económica y política de España. Desde el Ministerio de Hacienda, Navarro Rubio trazó un plan de ajustes presupuestarios que afectó notablemente a toda la administración y desarrolló una ingente legislación social muy acorde con los principios que, en aquellos años, marcaba la doctrina social de la Iglesia. Se creó el Patronado de Igualdad de Oportunidades, conocido por sus siglas, PIO, mediante el cual un buen número de hijos de trabajadores pudieron estudiar gracias a la política de becas. Así como la Ley de Fondos Sociales que preveía, algo tan avanzado para la época como la participación de los trabajadores en el capital social de las empresas.
Al pasar el Plan de Estabilización a la Vicepresidencia de Carrero Blanco bajo la dirección de López Rodo, Navarro Rubio presentó su dimisión al frente de Hacienda y en 1965 fue nombrado gobernador del Banco de España. Aquí renovó el sistema bancario español situándolo entre los más competitivos de su entorno.
mariano navarro

Paula Andrade

María Dolores Serres, mujer de don Mariano, escribía al marqués de Mondéjar, jefe de la Casa de SM el Rey, una carta en la que le decía que la historia recogería lo mucho que su marido había hecho por España y lo mucho que le habían hecho sufrir. Se refería, como es fácil deducir, al caso MATESA. La biografía, ahora publicada, complementa muy bien las memorias publicadas en 1991 y muestra la enorme injusticia cometida con él al imputarle en la estafa y no permitirle lavar su honor al aprobar su indulto antes de producirse el juicio. Algo absolutamente irregular.
No sería muy arriesgado pensar que la modélica transición política, basada fundamentalmente en el consenso, tuviera sus antecedentes en estos años 60. En efecto, podemos decir que el proceso de transición a la democracia que pilotó Don Juan Carlos a la muerte de Franco fue posible gracias a la favorable coyuntura económica que se disfrutaba en 1975 y, sobre todo, a esa clase media que hunde sus raíces en aquel Plan de Estabilización cuyo principal impulsor fue Mariano Navarro Rubio. Pero, además deberíamos tener en cuenta otro componente que podríamos llamar «ideológico», porque el caso MATESA demostró dos posturas enfrentadas entre dos importantes familias del régimen; los falangistas por un lado y los tecnócratas por otro. Los primeros quisieron hacer fracasar el proyecto aperturista de estos pensando, como debía de pensar el propio Franco, que, tras la liberalización económica, vendría la política.
Mariano Navarro Rubio era un hombre de mentalidad abierta que, incluso, llegó a proponer la unificación de los tres Ministerios militares para ahorrar costes al Estado, entre otras cosas con la simple concentración de la demanda de suministros a un mercado al que acudían por separado los Ministerios de Tierra, Mar y Aire. Pero no fue posible porque, como decía el general Manuel Díez Alegría, a Franco no le hacía mucha gracia que un solo hombre, que no fuera él, acumulara el poder de los tres ejércitos. Y este talante aperturista, en lo económico y también en lo político, desde la lealtad al Jefe del Estado, supo trasmitirlo a quienes trabajaron con él tanto en el Ministerio de Hacienda, como en el Banco de España y que, con el tiempo, jugaron un papel importante en la transición, como Enrique Fuentes Quintana, Antonio Barrera de Irimo y también Carlos Solchaga o Miguel Boyer.
Retirado de la actividad profesional y política, don Mariano se dedicó a escribir sus reflexiones, marcadas por su experiencia vital, apuntando el poder arbitral del Tribunal Constitucional y el moderador del Rey como los pilares de la estabilidad política en el futuro para esta España que tanto quiso. 
  • Pablo González-Pola de la Granja es director del Instituto de Estudios de la Democracia
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