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29 de marzo de 2024

EN PRIMERA LÍNEACarlos de Urquijo

España indefensa

No falten a la verdad, tengan la valentía de explicar las razones de la traición de su juramento de lealtad al Rey, a nuestra Constitución y a los símbolos de nuestra nación

Actualizada 12:49

A pesar del título, no está dedicado este artículo al análisis de las carencias de nuestros Ejércitos o de la Alianza Atlántica, que las tienen, para defender nuestra integridad y seguridad. El asunto que abordaré es, moralmente, de mucha mayor gravedad. La subasta fiscal de los últimos días y la crisis del Gobierno separatista de Cataluña han relegado a lugares que no corresponden por su entidad una noticia demoledora para el respeto que merece nuestra nación, pues ataca a su raíz. Una noticia incompatible con cualquier país que se precie y que disponga de un Gobierno comprometido en su defensa. Estas líneas van destinadas a desmontar el argumento tramposo utilizado por el Gobierno para justificar la modificación de diversos artículos de nuestro Código Penal en orden a despenalizar las injurias al Rey y el ultraje a la bandera y los símbolos nacionales. Artículos que, conviene subrayar, se encuentran situados en el título XXI denominado «Delitos contra la Constitución».
El argumento utilizado por el PSOE para apoyar la proposición de ley promovida por los golpistas de ERC y el brazo político de ETA, Bildu, ha sido la defensa de la libertad de expresión y la sobreprotección de la Corona que, mal que le pese, todavía representa en España la Jefatura del Estado. Cualquier compatriota poco preocupado por el derecho comparado y, sobre todo, aquellos seguidores del «progresismo» del partido de Pedro Sánchez, pueden considerar que una pena menor de prisión o una multa por insultar al Rey o quemar nuestra bandera son excesivas. Quizá piensen que España todavía es un país ajeno a los estándares europeos de libertad y que hora es ya de acabar con estas antiguallas.
Ilustración: bandera en llamas

Paula Andrade

Pues bien, a los portavoces del Gobierno que tratan de esconder con mentiras sus cesiones al separatismo y a los progresistas muy cafeteros que creen que España es una democracia de tercera, conviene recordarles que otros países de Europa –Monarquías o Repúblicas, tanto da– como Francia, Bulgaria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Islandia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suecia, Eslovenia, San Marino, Malta, Mónaco y Andorra, tipifican como delito en su legislación los ataques a los símbolos que representan a sus naciones, exactamente los mismos que el Gobierno va a despenalizar en aras de ¿la libertad de expresión?
La libertad de expresión, por la que muchos en España han dado la vida, es algo demasiado digno como para mezclarlo con esta felonía. ¿Acaso no existe en Suecia, Francia o Alemania? La cuestión es bien distinta, en estos países jamás ningún político habría pactado su llegada al Gobierno, ni asegurado su permanencia, en los apoyos de lo peor de su nación, el de aquellos que consideran lícito el asesinato o la violación de la ley para conseguir sus objetivos. Esta es por desgracia la verdadera y bochornosa «excepción ibérica» y no la de la factura del gas.
Convendría que Pedro Sánchez recordara, si la conoce, la famosa frase de Pérez Rubalcaba: «Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta». No falten a la verdad, tengan la valentía de explicar las razones de la traición de su juramento de lealtad al Rey, a nuestra Constitución y a los símbolos de nuestra nación. Las razones son un pestilente plato de lentejas y un podrido colchón en la Moncloa, proporcionado por quienes solo tienen un objetivo: la destrucción de España. Jamás ha existido en nuestra nación un Gobierno surgido de las urnas que, con plena conciencia de sus actos y existiendo alternativas, asegurara su continuidad en la falta de escrúpulos. Un presidente que alarga su agonía política con el desfibrilador de los herederos de una banda terrorista y los protagonistas de un golpe de Estado. Esta traición a España protagonizada por Sánchez y su partido, es de tal gravedad que en el pecado llevará la penitencia.
  • Carlos de Urquijo es director de proyectos de la Fundación Villacisneros
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