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20 de abril de 2024

en primera líneaPablo Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín

Volver a empezar

Feijóo, en la piel de Suárez, acude el 23 de julio a unas elecciones constituyentes que, de ganarlas, apuntalarán por muchos años más el hoy incomprensiblemente maltratado (por algunos) espíritu del 78

Actualizada 01:30

Las elecciones del 28 de mayo abren un nuevo ciclo político en España, insistió Feijóo desde el balcón de Génova la noche electoral, y Sánchez, al día siguiente desde Moncloa, se resistía a esa idea disolviendo las Cortes.
Otros pensarán que el resultado electoral simplemente augura el final del periodo de Sánchez al frente del Gobierno, dando paso a la normal alternancia política.
Parece claro que un ciclo es la vuelta completa a un círculo. Serie de fases por las que pasa un fenómeno periódico, dice el diccionario. En mi opinión, este nuevo ciclo político al que se refería Feijóo significa algo más que la mera vuelta completa (o casi completa) a la circunferencia de una legislatura. Estamos ante un volver a empezar, ante un regreso al punto de partida del camino abierto en la Transición del que Pedro Sánchez nos sacó a los españoles en mayo del 2018 con la moción de censura contra Rajoy. Entonces un Sánchez astuto, desleal (también con los suyos) y fríamente práctico, rompía (desconcertando a todos, PNV incluido) con una norma no escrita y hasta entonces sagrada en la política española: Bildu ni esta, ni se le espera. Este cambio fue un cisma, de ninguna manera una fase más por la que pasa un fenómeno periódico (la alternancia), fue un cambio radical de los ciclos políticos vigentes hasta entonces. Por eso, creo que Feijóo estuvo acertado la noche electoral apelando a la apertura de un nuevo ciclo, aunque también pienso que quizá habría sido más punzante introducir el matiz de que el ciclo que se abría no era solamente nuevo, sino una complicadísima vuelta al viejo camino conocido, ese en el que cómodamente transitábamos los españoles desde las primeras elecciones democráticas de junio de 1977.
Pues bien, la primera víctima de esa ruptura de mayo del 2018, curiosamente, no fue el censurado Rajoy, sino el PNV. Un imprescindible PNV (para Sánchez) en apariencia cómodo con el statu quo imperante (estaba satisfecho con los Presupuestos presentados), asistió perplejo a la disyuntiva que el PSOE de Sánchez le planteó entonces a bocajarro: o nos apoyas en Madrid (moción de censura) o con Bildu te desalojamos de Ajuria Enea (moción de censura). La aritmética de las elecciones autonómicas vascas de 2016 permitía ese órdago del PSOE (una vez superado el trance de pactar con Bildu), pues el PNV y el PP tenían un escaño menos que el resto de la cámara vasca unida. Sabemos que el PNV, vestido de primera comunión y rasgándose las vestiduras por la intolerable corrupción del PP (El Juez viste de Prada), optó por la moción de Madrid a la que acudió y votó favorablemente.
Ilustración: Sanchez Feijoo transicion

Paula Andrade

Ese pacto secreto entre Bildu y el PSOE se firmó días antes de la moción y sus estipulaciones fueron mucho más allá del simple juego de las aritméticas parlamentarias de Madrid y Vitoria. Lo hemos visto durante la legislatura que termina: Sánchez ha sido el socio-rehén de Bildu y, por coherencia, de los independentistas catalanes. Hoy 31 de mayo (se cumplen cinco años justos desde la moción de censura contra Rajoy), mientras escribo estas líneas, leo en la prensa unas declaraciones de Otegui ante el desmarque del PSOE de Bildu: «Creen que la gente es boba, ¡llevamos cuatro años juntos!».
En todo este mejunje que les estoy contando, ya saben, se instala como okupa, casi por gravedad, la salsa de Podemos (el tonto preciso imprescindible en todo vodevil) con ingredientes picantes y caducos con el sabor de comparsa al que, sin embargo, Sánchez deja hablar, y mucho. Es el famoso Gobierno Frankenstein.
Desde esta perspectiva, y para entender ese «algo más» del que les hablaba, permítanme que acuda otra vez al diccionario, en esta ocasión a la acepción quinta de la palabra ciclo que da el DRAE: 5. M. Conjunto de transformaciones por las que pasa un cuerpo hasta volver a su estado inicial. El cuerpo es España, las transformaciones, las sufridas por España durante el Gobierno Frankenstein, y el estado inicial es donde hemos puesto los españoles, este 28 de mayo, a nuestra nación; y sino comparen ustedes los resultados de las municipales de este domingo con los de las elecciones generales del 15 de junio de 1977. ¡Son casi un calco! Cambien al PP del domingo por la UCD de Suárez, a Vox por la AP de Fraga, a la izquierda cuqui –Podemos incluido– por el PCE de Carrillo y a los demás, es decir, catalanes, vascos y PSOE, déjenlos como están. Se sorprenderán.
Los españoles este 28 de mayo han enviado a sus políticos al constituyente año de 1977 con un mensaje claro de volver a empezar.
Feijóo, en la piel de Suárez, acude el 23 de julio a unas elecciones constituyentes que, de ganarlas, apuntalarán por muchos años más el hoy incomprensiblemente maltratado (por algunos) espíritu del 78.
  • Pablo Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín es abogado
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