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16 de junio de 2024

en primera líneaRafael puyol

Los jóvenes, ¿factor de progreso o causa de inestabilidad?

Afortunadamente, la explosión demográfica de los jóvenes no siempre se ha manifestado en el plano político a través de la violencia o el terrorismo. Así sucedió en Europa o EE.UU. en los años 60 del siglo pasado

Actualizada 01:30

La respuesta rápida a este interrogante es que pueden ser las dos cosas y que su papel varía con el tiempo y en el espacio. Para explicarlo hay que partir del concepto de 'dividendo demográfico' o 'ventana de oportunidades' que se origina cuando en un país tras una etapa de fuerte fecundidad y la consiguiente multiplicación de jóvenes, le sucede un periodo de baja natalidad que convive con volúmenes moderados de población mayor . Los gastos dedicados a los niños y adolescentes y a los mayores son reducidos, de tal manera que si se invierte adecuadamente en los jóvenes, estos se pueden convertir en un «factor de progreso económico», en un auténtico «dividendo demográfico».

Es lo que ocurrió inicialmente en los países europeos en la etapa posterior a la segunda Guerra Mundial y lo que sucedió también con los dragones asiáticos cuyo éxito se debió no solo a una política inteligente de inversiones, sino a la existencia de una abundante población de jóvenes adultos con una buena preparación .

Pero donde el dividendo demográfico ha jugado o puede todavía jugar un gran papel es en las naciones en desarrollo debido a las cifras más altas de natalidad y, por consiguiente, a las cohortes de jóvenes más numerosas. Es lo que aconteció en China merced a la combinación de una etapa de fuerte natalidad orquestada por el Gobierno de Mao entre los años 60 y comienzos de los 70 y después el largo periodo de la política del hijo único emprendida por sus sucesores. Otros países ( Tailandia, Vietnam) siguieron la estela China o podrían seguirla si se cumpliesen determinados requisitos.. El ejemplo más claro es la India que ha tenido etapas de fuerte natalidad, pero que ahora experimenta un claro descenso de las tasas. El aprovechamiento de su ventana demográfica demanda fuertes inversiones para «preparar», con la calidad necesaria, a su ingente población joven.

El problema de los jóvenes

El problema de los jóvenesLu Tolstova

En otras partes del mundo, como Latinoamérica , el dividendo demográfico que da síntomas de agotamiento, solo ha sido rentabilizado en parte y la gran incógnita es saber si lo va a aprovechar el continente africano. Tienen el mayor porcentaje de población joven del planeta que alcanzan en el África subsahariana el 42 % de menores de 15 años y además ha comenzado a disminuir la fecundidad en una buena parte de los países. Es el momento de su ventana de oportunidad, siempre que sepan abrirla, tarea no siempre fácil.

En situaciones de debilidad económica con niveles de vida bajos, los jóvenes sin empleo y con horizontes sombríos se radicalizan, protagonizan protestas contra las clases dirigentes de sus estados, son un elemento de inestabilidad y a veces caen en manos de las organizaciones terroristas . Según un Informe de 2005 titulado The Security Demographic, los estados en donde los menores de 30 años son más del 40 % de la población adulta corren un riesgo dos veces mayor de « ser el teatro de enfrentamientos entre sus ciudadanos».

Uno de los autores , Richard Cincotta, afirma que el mundo actual presenta una «nueva demografía»: la de la insurrección, los conflictos étnicos, el terrorismo y la violencia de Estado. Los movimientos que alientan esa situación reclutan mayoritariamente a sus protagonistas entre los jóvenes descontentos, sin estudios y sin empleo en África, el Medio Oriente, o Asia del Sur.

Afortunadamente, la explosión demográfica de los jóvenes no siempre se ha manifestado en el plano político a través de la violencia o el terrorismo. Así sucedió en Europa o EE.UU. en los años 60 del siglo pasado donde esa sobreabundancia dio lugar a otro tipo de movimientos juveniles como la generación hippie y la cultura pop.

Algunos autores sostienen que si los jóvenes, sobre todo cuando viven en condiciones económicas y laborales difíciles, son los causantes y protagonistas esenciales de los conflictos internos, de los que tienen lugar entre países vecinos, o del terrorismo internacional, la conversión de los territorios donde viven en sociedades maduras y a la larga en comunidades envejecidas, las va a transformar en colectividades más pacíficas.

Esa paz posible protagonizada por una sobreabundancia de población mayor o dicho de otra manera por una reducción notable del número de jóvenes, es quizás otra de las consecuencias no premeditadas del envejecimiento. Ahora bien, resulta evidente que la reducción de jóvenes no es la única (ni la mejor) vía posible para lograr la paz en sociedades conflictivas. Para que la población joven sea un factor de progreso y no de inestabilidad social resulta imprescindible la formación adecuada de esas cohortes. Solo así se logrará que esas personas se conviertan en un auténtico dividendo demográfico, un instrumento de progreso económico y un factor esencial para la paz social .

Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica

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