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19 de abril de 2024

TribunaCarlos de Urquijo

Mea culpa

De nada sirven los homenajes si sus organizadores vuelven al día siguiente al pacto y al acuerdo con quienes justificaron los asesinatos

Actualizada 12:51

El mismo día que todos los medios de comunicación se hacen eco del final de la dispersión de los presos de la banda terrorista ETA, un diario regional da cuenta del homenaje tributado por el ayuntamiento de Llodio, con la ausencia de los concejales de EH-Bildu, a dos vecinos de la localidad, víctimas de la banda. Son José Luis Vicente, agente inmobiliario asesinado el 31 de diciembre de 1978 y Ciriaco Sanz, guardia civil tiroteado el 5 de enero de 1979 y fallecido cuatro días después.
Dos han sido mis reacciones al leer la noticia, la primera la más común y natural, probablemente la misma que sentirán todos los que lean estas líneas, la vergüenza de que hayan tenido que transcurrir 44 años para recordar estos asesinatos y acompañar a las familias de las víctimas. La segunda ha sido de apuro y me explico, aunque para hacerlo tenga que hablar un momento de mí.
En la víspera del asesinato de José Luis Vicente cumplí 14 años, una semana después asesinaron a Ciriaco Sanz y lamentablemente no tengo recuerdo de aquellos días. Pero el apuro al que me refería no es por mi mala memoria de entonces, sino por ausencia de la misma en las décadas siguientes, cuando la juventud no podía ser ya excusa. Representando a Alianza Popular y después al Partido Popular, fui concejal en el ayuntamiento de Llodio durante 24 años, entre 1987 y 2011. Presenté durante todo ese tiempo docenas de mociones en el Pleno, muchas desde luego en contra de los asesinatos de la banda terrorista ETA o en defensa de la Guardia Civil y la Policía. Promovimos también manifestaciones cuando el cuartel de la Benemérita fue atacado con explosivos en varias ocasiones, pero nunca se me ocurrió plantear la celebración de un homenaje a nuestros convecinos, me faltó esa sensibilidad y por eso quiero disculparme ante las familias de José Luis y Ciriaco entonando el mea culpa. Una sensibilidad que, desgraciadamente, nos faltó a todos los vascos. Unas veces por mala memoria, pero sobre todo por miedo o indiferencia y en demasiadas ocasiones por simpatía con los asesinos, como la de los concejales ausentes de EH-Bildu.
Ahora que las instituciones compiten por tributar homenajes a las víctimas del terrorismo mientras finaliza el acercamiento de sus asesinos al País Vasco para ir excarcelándolos, quizá fuera mejor recordar y pedir perdón. Tener memoria para reconocer que ETA duró 50 años porque contó con el apoyo de una parte importante de los vascos, con la complicidad y la disculpa de los partidos nacionalistas y con la cobardía de la mayoría de todos nosotros. Y tener memoria para recordar que los herederos políticos de la banda, y a veces más que eso, que asesinó a José Luis a Ciriaco y otras 855 personas más, están hoy en las instituciones como si nada hubiera ocurrido, dándonos lecciones de democracia y libertad y convertidos en socios preferentes del Gobierno de España. De nada sirven los homenajes si sus organizadores vuelven al día siguiente al pacto y al acuerdo con quienes justificaron los asesinatos. Falta exigencia y sobra humillación y conviene decirlo.
  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
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