Fundado en 1910

25 de abril de 2024

Almudena Molina
EL PERFIL DE LOS LIRIOS

Para analfabetos emocionales

Ahora, con la LOMLOE, lo resultón es ser un chocarrero lanza zascas, un bufón analfabeto. En matemáticas, si puede sumar y restar con perspectiva de género, el ejercicio siempre será correcto

Actualizada 18:08

Con la LOMLOE a cuestas ya no es necesario pensar y, mucho menos, ser una persona cultivada. Ser intelectual es solo para los gafotas y eruditos, para aquellos estirados que –¡oh, osados!– señalaron la escuela como el lugar de los estudiosos. Pero ahora, hay que dejarse de delirios sapienciales, porque lo de haberse leído el diálogo platónico del Gorgias o Guerra y paz antes de la selectividad es de auténticos pedantes. Ahora, lo resultón es ser un chocarrero lanza zascas, un bufón analfabeto.
Hoy en día, ser un ignorante supino es de lo más innovador. Pero, no se crean que es tan fácil, al final algo siempre se termina aprendiendo, aunque sea una cuestión tan políticamente incorrecta como que en la lengua española existen solo dos géneros. Por eso, para ser ignorante de primera categoría (no de esos que a fuerza de ejercitar el oído a golpe de podcast se vuelven listos), hay que proponérselo. Hace falta currárselo, seguir la LOMLOE y a los pedagogos de vanguardia al pie de la letra.
Por si sirviera de ayuda, se copia abajo una modesta recopilación de las más exitosas fórmulas de la ignorancia, para que el alumno pueda desempeñar esta habilidad durante toda su etapa escolar.

Tenga usted pensamiento crítico sin leer ni un solo libro, sea usted antiortográfico, agramatical y, sobre todo, muy emocional

En matemáticas, si puede sumar y restar con perspectiva de género, el ejercicio siempre será correcto, al margen del resultado numérico. Y dos tantos de lo mismo en biología, ni se le ocurra decir que ciertos cuerpos maternos albergan nuevas vidas. Tampoco se estudie en geografía las capitales y provincias; será la más grande muestra de solidaridad con los independentistas, la lucha contra el opresor que un día trazó el mapa de manera equívoca.
Repita conmigo: no existe una verdad consistente en esta modernidad fluida; la verdad es una construcción social. Así que, no le deje al profesor que le diga que tres al cuadrado son nueve; que solo haya una respuesta válida es opresivamente encorsetador.
Tenga usted pensamiento crítico sin leer ni un solo libro, sea usted antiortográfico, agramatical y, sobre todo, muy emocional. Aprenda matemáticas empáticas, y si puede, coreografíe la formulación química, la danza la hará más amena. Recuerde, ante todo, no piense. Reflexionar es propio de mentes serviles, como las de aquellos que consumen el opio del pueblo, o de chiflados como Alonso Quijano. ¿No nos lo había dejado ya Cervantes más que claro? El leer y el pensar le dejará el cerebro bien seco, lleno de ideas transcendentes, de un más allá de lo tangible y material.
El pensar le llenará la cabeza de fantasías, de grandes ideales y preguntas incontestables. Ya le veo al ladito de Heidegger arguyendo que por qué el ser y no la nada. Tenga cuidado y prevéngase del mal de los filósofos. Le engañarán con inconformismos que bien podrían aguarse en una fastidiosa jaqueca después de un botellón con alcohol barato. Está más que visto, que, en el pensar, una cosa le lleva a la otra, y como se descuide, la consideración del argumento ontológico le plantará ante el aliquid quo nihil maius cogitari possit.
Si realmente quiere triunfar en el analfabetismo, de sobra sabe cuál es el complemento perfecto. No despegue la cabeza de las benditas pantallas, sí, esas que en el confinamiento le salvaron el pellejo. Sea usted magnánimo, copie y pegue todo de internet, no escriba nada por cuenta propia. Tampoco se moleste en copiarlo a mano, el esfuerzo es propio de espíritus serviles y usted nació con carisma de político contemporáneo, de esos que copian tesis doctorales y trabajos de fin de máster, de esos que escriben cartas apuñalando la gramática.
Por último, recuerde, al colegio no se va ni a pensar ni a estudiar ni a aprender. Uno va a la escuela a ver películas (lo de que estén en inglés es solo para disimular), a jugar con las maquinitas o a hacer trivials donde ganar autoestima. Si usted va al colegio, olvídese de los libros y de las explicaciones. ¿Para qué, en un mundo digital donde todo lo que necesitas está online? Si usted va al colegio, no busque un profesor sediento de compartir conocimiento. A lo sumo, se encontrará con un monitor de tiempo libre, un gestor de emociones o con un pedagogo progresista insensatamente entusiasta.
Y sobre todo, no se olvide, sea un ignorante profundamente emocional.
Comentarios
tracking