Ourense (Galicia)

Orense (Galicia)

Vecinos contra el fuego: Orense se defiende con cubos, mangueras y desesperación

Las llamas arrasan aldeas, provocan evacuaciones masivas y obligan a cientos de vecinos a escapar a pie mientras Galicia afronta la mayor catástrofe incendiaria de su historia reciente

Desde hace más de diez días, Galicia arde sin descanso. Pero es en la provincia de Orense donde se concentra el corazón del desastre. Con ocho incendios activos y más de 42.000 hectáreas calcinadas, las llamas han rodeado aldeas enteras y han obligado a vecinos a convertirse en bomberos improvisados ante la imposibilidad de recibir ayuda inmediata.

El fuego más devastador se sitúa en Chandrexa de Queixa, donde tres frentes se han fusionado en un incendio que arrasa ya entre 16.000 y 17.500 hectáreas, convirtiéndose en el más grande de la historia gallega. Pero no es el único foco. En Oímbra, A Mezquita, Maceda, Larouco y otros puntos del sur de la provincia, los incendios se multiplican, con consecuencias devastadoras: aldeas evacuadas, carreteras cortadas, comunicaciones colapsadas y residencias de mayores desalojadas de urgencia.

El video que acompaña este artículo fue grabado en una de las aldeas más castigadas por las llamas. En él se ve cómo un grupo de vecinos intenta frenar el avance del fuego a escasos metros de sus casas.

Este tipo de escenas se repite en distintas zonas de Orense, donde los servicios de emergencia no pueden llegar a tiempo a todos los frentes. Más de 1.000 efectivos trabajan día y noche en la provincia, apoyados por brigadas de otras regiones y medios aéreos, pero el número de incendios, su virulencia y la complicada orografía hacen que muchas aldeas queden literalmente abandonadas a su suerte durante horas.

A medida que las llamas se acercan a los núcleos habitados, los vecinos no solo arriesgan su seguridad, sino que intentan proteger lo poco que tienen: sus casas, sus animales, sus recuerdos. Muchos no quieren evacuar por temor a que el fuego lo destruya todo en su ausencia. Esta resistencia, aunque comprensible, ha obligado a los cuerpos de emergencia a realizar desalojos forzosos en algunos casos.

El incendio ha afectado también a infraestructuras críticas, como la fábrica de piezas de automóviles que ha quedado totalmente destruida en A Rúa. Además, varias líneas ferroviarias están inutilizadas y tramos de la A-52 y la N-525 permanecen cortados.

Las condiciones meteorológicas no ayudan: temperaturas extremas, baja humedad y viento cambiante generan el escenario perfecto para que los fuegos se expandan con rapidez. La Xunta ha confirmado que algunos de estos incendios han sido provocados, lo que añade un componente criminal a una situación ya de por sí límite.

A pesar de todo, lo que muestran las imágenes es más que destrucción: es también resistencia, dignidad y comunidad. Esas escenas de vecinos luchando con las manos desnudas contra el fuego son, sin duda, el símbolo de una Galicia que no se rinde, aunque esté al borde del colapso.

Temas

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas