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Una persona mayor sostiene un bastón

Una persona mayor sostiene un bastónGetty Images

Un nuevo proyecto analiza cómo afrontar la soledad no deseada en las personas mayores

El proyecto propone un enfoque de investigación y acción social que busca generar soluciones sostenibles y cambiar la forma en que se percibe este fenómeno

Cada vez más personas mayores viven en soledad su día a día. En muchos casos, esta es no deseada por diferentes motivos, lo que genera estragos en este estrato de población y consecuencias fatales en su estado de ánimo que condicionan su vida. En concreto, el 16,2 % de los mayores en España están en riesgo de soledad no deseada, según los resultados del informe Redes para la Vida, de la asociación EmancipaTIC.

Se trata de un fenómeno complejo y multifactorial que se produce cuando la soledad invade tanto una persona que se convierte en un malestar crónico. La jubilación, la viudedad y otros factores novedosos que no se daban hace unos años como la brecha digital –que aísla aún más a los mayores al desconectarlos de la vida actual– suponen factores clave en esta situación.

Por este motivo, la Fundación Verisure ha impulsado Desoledad, una iniciativa centrada en comprender y abordar la soledad no deseada en la población mayor. El proyecto propone un enfoque de investigación y acción social que busca generar soluciones sostenibles y cambiar la forma en que se percibe este fenómeno.

El informe elaborado en el marco de Desoledad analiza las múltiples dimensiones de la soledad –física, emocional, social, relacional o colectiva– porque «no hay un solo tipo de soledad». La llamada «nueva longevidad» plantea el desafío de vivir más años manteniendo la calidad de vida, pero también con un mayor riesgo de aislamiento, especialmente tras pérdidas personales o rupturas vitales. Factores como el edadismo, la jubilación, la brecha digital, la vida en entornos rurales o la crisis de los cuidados aumentan esta vulnerabilidad.

El documento subraya la importancia de «prevenir más para mitigar menos», es decir, que la prevención gane peso para evitar que la soledad se cronifique. Propone una estrategia transversal basada en tres pilares: la sensibilización social para transformar la mirada hacia las personas mayores, la detección temprana desde los servicios de salud y las redes vecinales, y la comunicación como herramienta para generar conciencia y visibilizar iniciativas. También plantea medidas como el diseño de espacios públicos accesibles, la promoción de la participación comunitaria y nuevos modelos de convivencia que reduzcan el aislamiento estructural.

Entre las propuestas más innovadoras se destacan el acompañamiento emocional con propósito –donde mayores y voluntarios colaboran en proyectos significativos–, las actividades sociales adaptadas a cada persona y el uso de tecnología orientada a conectar sin sustituir el vínculo humano.

Asimismo, durante la presentación del informe se anunció la creación de un Comité de Expertos que trabajará en el desarrollo de soluciones colaborativas frente a este reto. Teresa Cabezón Rodríguez, responsable de la Fundación, explicó que Desoledad aspira a ser «un espacio vivo de colaboración, donde el conocimiento se traduzca en compromiso y este, en soluciones compartidas».

La fundación, creada en 2024, centra su labor en la protección de colectivos vulnerables, con especial atención a la infancia, las mujeres en situación de riesgo y las personas mayores. «Proteger también es acompañar y escuchar a quienes sienten que el mundo se ha vuelto demasiado silencioso», señaló Laura Gonzalvo Bas, una de sus patronas.

«Hay mucha soledad y mucha tristeza»

El acto incluyó una mesa redonda titulada «Prevenir más para mitigar menos: cómo actuar ante la soledad no deseada en personas mayores», moderada por Marta González-Moro. En ella participaron Albert Quiles (Fundación Amigos de los Mayores), Benigno Lacort (Senior Economy Forum), Paula Oviedo (Cruzando Caminos) y la exprofesora Manuela Lucio.

Los ponentes coincidieron en la necesidad de revisar los modelos de cuidado actuales, situando a las personas mayores en el centro de las políticas y las soluciones. «Cuando escuchamos de verdad, damos protagonismo a las personas mayores», apuntó Quiles. Lacort añadió que «vivimos más, pero seguimos organizando la vida como si no fuera así», mientras que Oviedo subrayó que «la clave está en la calidad del vínculo, no en la cantidad».

Manuela Lucio ha querido resaltar que, gracias a su asistencia a un centro de día, ha podido observar que hay «mucha soledad y mucha tristeza» entre las personas mayores, incluso entre aquellas que viven con sus hijos, ya que «aunque están acompañados se sienten solas». Propone realizar encuentros entre mayores y jóvenes para aminorar esta soledad presente en tantos hogares.

González-Moro cerró el encuentro recordando que Desoledad «invita a pasar del aislamiento al vínculo, del silencio a la comunidad», reivindicando la colaboración y la escucha como herramientas de transformación social.

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