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Sánchez sigue premiando a sus socios a cambio de votos.

Sánchez sigue premiando a sus socios a cambio de votos.Lu Tolstova

La semana económica

Los intereses del Gobierno lastran a Talgo y pueden llevársela por delante

La oferta del fondo estatal polaco PFR para comprar Talgo, vetada en los últimos días por el Gobierno de Sánchez, era en principio mucho mejor que la de la empresa vasca Sidenor, empujada por el gobierno del PNV. Los polacos propietarios del fabricante de trenes Pesa estaban dispuestos a pagar 5 euros por acción por el 100 % de la compañía, mientras que los vascos solo pujaban por el 29,76 % a 4,15 euros fijos por acción y 0,65 céntimos si la ferroviaria española cumplía unos objetivos en los años 2027-28. Los polacos prometían claramente un empujón económico mayor, además de dirigirse a todos los accionistas, no solo a los principales.

Además, los polacos ofrecían a Talgo la posibilidad de convertirse en un líder europeo. Las compañías encajan perfectamente: Pesa está más especializada en metros y tranvías, y Talgo en alta velocidad, terreno en el que tiene firmado un acuerdo con el gobierno polaco para desarrollarla en su país.

El acuerdo favorecería la expansión de Talgo por Europa del Este, le aportaría más inversión y trabajadores para acometer la gran cantidad de pedidos a los que no está llegando, y no tiene los obstáculos políticos que frenaron la vetada oferta de compra de los húngaros de Magyar Vagon. El gobierno polaco liderado por Donald Tusk mantiene muy buenas relaciones con el de Pedro Sánchez; forma parte de la Unión Europea, en donde teóricamente hay libertad para este tipo de operaciones empresariales, e incluso están bien vistas, y además se ha mostrado claramente en contra de la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania, que fue el principal impedimento para que Magyar Vagon comprara Talgo.

El Gobierno desechó la oferta polaca por su excesiva participación pública

Los factores estaban tan a favor que todo parecía encarrilado hasta hace tres días. La visita urgente del ministro Carlos Cuerpo a Polonia lo cambió todo. ¿Qué pasó?

Según ha podido saber El Debate, el Gobierno español ha vetado finalmente a los polacos tras saber que la empresa polaca está sustancialmente participada por el gobierno de su país, y eso no les gusta. A ello hay que unir que quieren premiar a los vascos, que a su vez buscan mantener los 700 empleos de la planta de Rivabellosa (Álava) y que la sede social vuelva a su región (ahora está en Las Rozas, en Madrid). Como contrapartida les pidieron que subieran su oferta a 5 euros (4,15 más 0,85 si Talgo cumple unos objetivos), algo que en El Debate ya supimos el jueves y se confirmó ayer.

A este panorama hay que sumar otra derivada importante que habrá que ver si ocurre: «Dilucidar si la SEPI —Sociedad Estatal de Participaciones Industriales— va a entrar en el 70 % que queda al margen del 29,76 % con el que se hará Sidenor. La presión en este sentido del Ministerio de Transportes (que lidera Óscar Puente) está siendo brutal», señala una fuente conocedora de las negociaciones.

La presión de Óscar Puente para que el Gobierno entre en Talgo «está siendo brutal»

Talgo tiene una negociación pendiente con Renfe sobre la multa de 116 millones de euros que le impusieron por los problemas ocurridos con los trenes Avril. Puente tiene aquí un argumento negociador que seguramente utilizará como más le interese. «Esto huele cada vez más a que entra la SEPI», afirman fuentes conocedoras.

La entrada de Sidenor sirve al Gobierno para premiar a los vascos; si llegara la SEPI tendría más sillones para colocar a amigos en consejos de administración. ¿Y el interés de Talgo? En ninguna parte. Quizá por ahí se explique la reciente salida de consejeros, incluida la del vicepresidente no ejecutivo, José María Oriol, ocurrida ayer.

La compra del 29,76 % de Talgo por parte de Sidenor apenas soluciona nada, más allá de que el principal accionista (el fondo Trilantic) consiga por fin vender su participación, algo que perseguía desde el año 2019 y que en principio tenía previsto haber hecho en 2022. Talgo necesitaba que alguien comprara el 100 % e invirtiera para poder atender la ingente cantidad de pedidos que llega por el prestigio y la tecnología de la compañía. Podría haberlo hecho Pesa y también la india Jupiter Wagons, una empresa familiar con mucho capital y mucho interés en poner un pie en Europa. Pero claro: si el Gobierno español veta a una empresa polaca, algo que en principio no debería hacer por ser parte de la Unión Europea, ¿cómo no va a vetar a una compañía india?

Probablemente lo peor de todos estos hechos es el daño que se está haciendo a la imagen de Talgo. Parece que se está hundiendo y el Gobierno debe acudir en su ayuda y no es verdad. Los últimos resultados disponibles, pertenecientes a los nueve primeros meses de 2024, reflejan que la compañía creció un 5,8 % en ingresos respecto al mismo periodo del año anterior, hasta alcanzar los 497,8 millones de euros; el resultado operativo (ebitda) se incrementó un 71,7 %, para llegar a los 57,7 millones de euros; el margen mejoró en cuatro puntos, hasta el 11,6 %, y la cartera de pedidos se ubica en nada menos que 3.987 millones de euros, algo que supone unas perspectivas de negocio considerables.

Si el Gobierno de Sánchez quiere hacerse con Talgo o proteger su españolidad puede decir que es una empresa estratégica, aunque hay expertos que no lo ven así: «El carácter estratégico de Talgo es cero. Dicen que lo es por el sistema de ancho variable, pero ese sistema también lo tiene CAF licenciado con Adif», recuerda César Sánchez-Grande, analista de la compañía en Renta 4.

Y si el argumento viene de los retrasos y la falta de capacidad achacada por Óscar Puente a Talgo en los últimos tiempos, Sánchez-Grande tampoco lo ve: «Todos los trenes tienen que ajustarse cuando se ponen en marcha. Por lo que yo tengo entendido, no ha habido nada especialmente significativo con respecto a lo que pasa en la puesta en marcha de un tren nuevo con otros fabricantes». Afirma que «Talgo cuenta con suficiente capacidad para hacer frente a los pedidos que posee ahora mismo en cartera. Si logra un éxito comercial tan grande como se espera, podría tener un problema, pero hay muchas formas de solucionarlo. En el sector es una práctica habitual externalizar la producción a terceros. Lo hacen prácticamente todos los fabricantes. Hay mucho más ruido en las noticias que realidad». El problema es cuando los interesados tratan de sacar beneficio de ellas en provecho propio, en lugar de que sea para la empresa. Desde luego que a todos nos gustaría que una empresa tan emblemática como Talgo fuera siempre española, pero si hoy por hoy no aparece un inversor de nuestro país que le ayude a crecer como debe y sí puede hacerlo uno europeo, ¿tiene sentido no dejarle hacerlo? El tiempo dirá si la decisión del Gobierno es acertada o no para el futuro de la compañía.

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