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27 de abril de 2024

Carlos de Urquijo

Carlos de Urquijo, autor de La batalla política contra ETA. Editado por Almuzara y la Fundación VillacisnerosEl Debate

Entrevista

Carlos de Urquijo: «Cuando avanza el nacionalismo retrocede la libertad»

Concejal en Llodio por Alianza Popular en los años de plomo, diputado autonómico en el País Vasco por el PP, delegado del Gobierno... Carlos de Urquijo hizo frente a ETA durante décadas. Ahora, para que el terror nacionalista nunca se repita, ha querido contar lo vivido en su nuevo libro, editado en colaboración con la Fundación Villacisneros, de la que es su director de Proyectos

Carlos de Urquijo ha escrito una obra en primera persona que nos recuerda que la maldad no es un ente abstracto ni una fatalidad cósmica; en el caso del País Vasco y Navarra la abyección moral se encarnó durante décadas en personas concretas, de carne y hueso, que voluntariamente escogieron ideologizarse en el nacionalismo radical. Acto seguido, ellos, los terroristas de ETA, segaron la vida a cerca de mil inocentes. Podrían haber sido más, pero allí, en primera línea, estuvieron hombres como Carlos de Urquijo para hacerles frente de la mejor manera; en la plaza pública, desde la ley y con la palabra.
En su nuevo libro, La batalla política contra ETA, usted describe medio siglo de terrorismo «nacionalista».
–Trato de adjetivar el tipo de terrorismo que hemos sufrido. No ha sido un terrorismo yihadista, ni anarquista, no. Tiene un apellido. El terrorismo de ETA es de origen nacionalista. Esto se quiere difuminar, especialmente en este momento.
¿Por qué justo en este momento?
–Porque esa ideología está gobernando en el País Vasco y es determinante en el conjunto de España. Al mismo tiempo, quieren establecer un dique de separación con la parte violenta de esa ideología, que encarnó ETA.
¿El vivero donde nació y creció ETA fue el nacionalismo?
–En el origen de la banda terrorista ETA está la ideología nacionalista, que es muy perniciosa, porque cuando avanza el nacionalismo retrocede la libertad. Lo dijo una persona, François Mitterrand, que no era sospechosa de ser de derechas. El presidente francés pronunció aquella frase de que «el nacionalismo es la guerra». El nacionalismo llevado al extremo es la guerra.

El nacionalismo llevado al extremo es la guerra

Lo estamos viendo en Ucrania en estos momentos y en el País Vasco y el conjunto de España lo vivimos durante décadas. ETA estuvo practicando el terrorismo, fruto de una ideología nacionalista llevada al extremo, que les condujo a empuñar armas para imponer un proyecto totalitario de corte nacionalista.
–De todo aquello, ¿qué recuerdo queda en el País Vasco?
–Ahora se quiere aplicar una memoria falseada. El objetivo de este libro es ofrecer un testimonio para, de algún modo, salir al paso de esa memoria falseada que nos quieren trasladar desde el ámbito nacionalista.

Asesinar estuvo mal, pero no tanto

¿Se refiere a la teoría del conflicto?
–Así es, la famosa teoría del conflicto de que había dos comunidades enfrentadas, de que matar estuvo mal, pero hubo razones para matar porque veníamos de una dictadura, etcétera. Hay un relato interesado, una memoria interesada y también un blanqueamiento de ETA y de su brazo político, EH Bildu, que en el pasado era Herri Batasuna.
¿Cuándo comenzó el blanqueamiento del terrorismo?
–Tiene una larga trayectoria; no es solo de ahora, de la necesidad que tiene Pedro Sánchez de Bildu para mantenerse en la Moncloa. El blanqueamiento comenzó en 2004. Entonces su proyecto estaba derrotado desde el punto de vista político y policial.
La batalla política contra ETA

Portada de La batalla política contra ETA, de Carlos de UrquijoEl Debate

¿Qué sucedió en 2004?
–Llegó José Luís Rodríguez Zapatero al Gobierno y, en vez de combatirlos desde el Estado de Derecho y con los demás partidos constitucionalistas, prefirió abordar el final de ETA desde un diálogo con ellos para para poner en marcha un proceso político, que ha extendido una especie de certificado de limpieza de sangre democrática a ETA.

Hoy la gente asume con normalidad que un terrorista, un secuestrador, Arnaldo Otegui, sea el coordinador general de Bildu

¿Bildu es ETA?
–Lo dijo el Tribunal Supremo en marzo de 2003 y lo volvió a decir el Tribunal Supremo el uno de mayo de 2011. Pero cuatro días después, por un impulso político evidente de presidente Zapatero, el Tribunal Constitucional validó sus candidaturas.
¿Qué trata de esconder el blanqueamiento?
–Hoy la gente asume con normalidad que un terrorista, un secuestrador, Arnaldo Otegui, sea el coordinador general de Bildu. Hoy se admite con absoluta normalidad que una persona que en 2011 compareció encapuchada para anunciar el final de la «actividad armada» de ETA, como fue David Pla, hoy esté en la ejecutiva de Bildu. Ese es el blanqueamiento. Las armas del poder son muy poderosas. Tiene muchas terminales. Pero lo que sucedió es una memoria distinta a la que quieren imponer.

El testimonio de los santos del mal

¿Quién pretende imponer esta nueva memoria?
–El Gobierno de España, a través de Pedro Sánchez, y el Gobierno autonómico del País Vasco. En los colegios e institutos explican con testimonios en vídeo que hubo un conflicto, que matar estuvo mal, pero que hubo razones; videos en los que participa el fundador de ETA, Julen Madariaga, o una abogada clásica de los presos terroristas de ETA, Jone Goiricelaya.
Las víctimas no aparecen, la violencia se difumina, se trata de comparar la violencia terrorista con la violencia del Estado, las víctimas de la guerra civil con las víctimas de los abusos policiales. En ese revolutum, evidentemente, parece que la violencia de ETA queda más difuminada y casi se le pone en pie de igualdad con otras situaciones que no tienen nada que ver con estos 50 años de terrorismo nacionalista.
Carlos de Urquijo

Carlos de UrquijoEl Debate

Realmente, ¿qué pasó?
–A los nacionalistas les duele que recordemos lo que hemos sufrido y padecido los españoles, especialmente en el País Vasco.
Lo que realmente pasó fue que una parte de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco consideraron que sus mayores no estaban haciendo lo suficiente para conseguir la independencia de Euskadi, sino que se habían acomodado dentro del franquismo, lo cual es cierto. Entonces decidieron que para conseguir la «liberación» del pueblo vasco había que empuñar las armas. Tenían la excusa de que estábamos pareciendo una dictadura, por eso tuvo una cierta simpatía y reconocimiento en el conjunto de España e incluso internacionalmente.

Justo en 1980, el año siguiente a la aprobación del Estatuto, fue el año que ETA cometió más asesinatos: noventa y ocho personas asesinadas

Luego llegó la democracia…
–Luego llegó la democracia, se aprobó la Constitución, el Estatuto de Gernika y no cesó el terrorismo de ETA, a pesar de que ya vivíamos en una España de libertades. Justo en 1980, el año siguiente a la aprobación del Estatuto, fue el año que ETA cometió más asesinatos: noventa y ocho personas asesinadas.
Por tanto, eso de que fue un movimiento de liberación por la libertad en contra de la dictadura es mentira. ETA fue un movimiento totalitario de corte nacionalista, que quiso imponer por la fuerza un proyecto político nacionalista.

Árboles, nueces y malas hierbas

¿Qué papel ha jugado el PNV con respecto a ETA?
–Como dijo Xabier Arzalluz, para que un país avance siempre es necesario que unos agiten el árbol y otros recojan las nueces. El PNV recogió las nueces. No hizo absolutamente nada para para acabar con ETA. El PNV se opuso siempre a todas las medidas y acciones para acabar con ETA, como dijo el presidente Aznar, «con la ley, pero con toda la ley».
El PNV, ante el Espíritu de Ermua, que surgió tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, creyó que el final de ETA suponía también el final del nacionalismo, y se embarcó de hocicos en un proyecto con ETA: el Pacto de Estella, en el año 1998. Nunca se opuso a ETA y nunca actuó a favor del Estado de Derecho para acabar con el terrorismo. Prefirió que cada uno jugara su papel, ellos siempre beneficiándose de la situación.
¿Se ha beneficiado el PNV de ETA?
–Alcanzaban más competencias autonómicas. Se presentaban como gente civilizada, que ante un grupo de gente armada que no podían controlar necesitaban ir consiguiendo más cotas de «liberación» para su pueblo. Este es su relato, por mucho que ahora lo quieran maquillar.
Si hubieran querido acabar con ETA, si hubieran movilizado a su gente realmente en contra, con la capilaridad que el PNV tiene en el País Vasco, todo habría terminado hace muchos años. ETA no hubiera durado 50 años.

Yo viví casi 23 años con escoltas. Me condicionó de un modo absoluto

Los lectores de su libro resaltan su amenidad. ¿Cuál es el truco?
–He procurado ilustrar una reflexión general con hechos particulares, con cosas que me pasaron y que manifiestan la indefensión en la que estábamos quienes representamos a los partidos constitucionales.
Para algunas personas, no muchísimas, pero sí algunas, para los cargos del Partido Popular y del Partido Socialista, se nos complicó un tanto la vida por dar el paso de defender unas ideas y de representar a aquellos que en nuestros municipios o provincia compartían esas ideas.
¿Podría ponerme un ejemplo concreto de cómo era su vida en el día a día durante aquellos largos años?
–Yo viví casi 23 años con escoltas. Me condicionó de un modo absoluto. Conocí a mi mujer teniendo escolta, me casé con escolta, mis dos hijas nacieron teniendo escolta. Creo que es bueno a veces bajar al detalle y contar la experiencia personal, pues la gente siente con más cercanía.
–En la actualidad, ¿cuál es su relección con la Fundación Villacisneros?
–Una vez abandono la Delegación del Gobierno del País Vasco, pongo en marcha la Asociación Esteban de Garibay para defender lo mismo que había defendido desde el Partido Popular, la idea de España en el País Vasco, pero desde la sociedad civil.
Entré en contacto a través de esta asociación con una persona que es amiga mía, con la que he trabajado durante muchos años, María San Gil, la vicepresidenta de la Fundación Villacisneros. Se produce una sinergia, así que vamos colaborando, yo me voy metiendo cada vez más dentro de la Fundación Villacisneros y en el momento actual soy su director de Proyectos.
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