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Padres e hijos

Los hijos necesitan seguridad afectiva ante lo imprevisto de la enfermedadPexels

Siete estrategias para hablar con tus hijos sobre una enfermedad terminal

Decirle a un hijo que alguien va a morir es una de las conversaciones más difíciles. Hacerlo con sinceridad, cariño y empatía ayuda a procesar el dolor juntos y a acompañarles desde el corazón

La noticia de una enfermedad incurable puede derribar los cimientos de un hogar y de una infancia feliz... o fortalecer los muros afectivos de una familia hasta hacerlos casi indestructibles. La diferencia entre lo uno y lo otro estriba en el modo de encarar la situación, y también en la forma en que se comunica a los niños.

Porque hablar con los hijos de manera adecuada y en el momento preciso –ni anticipando preocupaciones, ni esperando a un desenlace final que puede ser traumático– no sólo les ayuda a entender la realidad de la enfermedad, sino que también fortalece la confianza con sus padres y les proporciona la seguridad emocional necesaria para afrontar la situación.

Siete estrategias concretas

Así lo confirma un análisis del Greater Good Science Center de la Universidad de California en Berkeley, que destaca estas siete estrategias, respaldadas por psicólogos y psicoterapeutas, para enfrentar esa conversación con empatía y claridad.

1. Planifica el momento y las palabras: Prepararse antes de hablar ayuda a mantener la calma y transmitir el mensaje con claridad, adaptándose al nivel de comprensión de los niños. Según el artículo, aunque duras, frases como «Estoy muy enfermo ahora y no me voy a curar» permiten que los niños comprendan la realidad sin rodeos. Las autoras –la psicóloga clínica Jessica Borelli y la investigadora sobre psicología en la UCI Kaitlin Lord– también recomiendan hablar claramente dela dimensión espiritual, pero evitando metáforas ambiguas como «irse a mejor lugar» para «prevenir confusiones emocionales.»

2. Elige un entorno seguro y sé breve: La primera conversación debe ser directa y breve. Ofrecer cercanía tras el mensaje –un abrazo, un dibujo o una película juntos– ayuda a que el niño se sienta protegido sin sentirse abrumado. Mantener el espacio abierto a sus necesidades emocionales es esencial, recuerdan.

3. Permite preguntas: Los niños procesan la información a su ritmo. Decirles: «Puedes preguntarme lo que quieras en cualquier momento» les transmite libertad emocional y reduce la incertidumbre. Según el análisis, cerrarles esa puerta genera sentimientos de vergüenza y temor ante sus propias emociones, y puede generar culpa ante la enfermedad o su desenlace.

4. Explica suavemente lo que viene: Hablar con honestidad sobre los cambios físicos previstos o el curso de la enfermedad tranquiliza al niño, porque le ayuda a anticiparse, sin abrumarle. Reconocerles que tal vez sientan miedo, tristeza o enojo en algún momento les enseña que esas emociones no están prohibidas ni son malas.

5. Ofrece herramientas: El análisis de la Universidad de Berkeley sugiere pautas como respirar profundamente, pintar o escribir sobre sus sentimientos, o abrazar un peluche. Prácticas sencillas que ayudan a los niños a sentir que pueden actuar frente a la angustia, y que no están desarmados emocionalmente ante un ciclón de imprevistos.

6. Facilita la cercanía con la persona enferma: Si el niño lo desea, pasar tiempo con el familiar enfermo –leer juntos, escuchar música, jugar a un juego de mesa, etc.– puede ofrecer momentos de calidad que ayuden a crear o fortalecer un vínculo fuerte previo a la despedida.

7. Construye recuerdos: Crear álbumes de fotos, grabar conversaciones o escribir cartas ayuda a los niños a mantener viva la memoria de la persona, incluso después de su muerte. El análisis señala que generar rituales familiares permite, a la postre, recordar momentos positivos. Algo que es una de las herramientas más eficaces para su bienestar emocional en el futuro.

Hablar de la muerte, un acto de amor

Aunque la sociedad se empeñe en ocultarla, hablar de enfermedad y muerte con un niño no es insensibilidad, sino un acto de auténtico amor. Las palabras sencillas, la presencia cercana, las acciones concretas y la transmisión de la esperanza ante la adversidad facilitan el duelo y fortalecen los lazos familiares.

Con gestos tan sencillos como planificar la conversación, permitir preguntas, acompañar físicamente y crear recuerdos, los padres pueden convertir lo doloroso de la enfermedad en un camino compartido que afiance el amor en la familia, capaz de sobrevivir a cualquier adversidad e incluso a la propia muerte.

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