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En vacaciones, suele aumentar la ingesta de alimentos preparados y el consumo de más azúcares de lo habitual.

La falta de refuerzos educativos perjudica a los niños durante el veranoPexels

Efecto «Summer slide»

El verano pasa factura a los niños con dificultades de aprendizaje

Si no hacen ningún repaso, la mayoría de los niños pierden en las vacaciones muchas de las destrezas aprendidas durante el curso. Aunque no por igual: algunas son más fáciles de olvidar, sobre todo para aquellos que tienen dificultades de aprendizaje

«El fenómeno del Summer Slide, o regresión de aprendizajes durante el verano, afecta especialmente a niños con trastornos del aprendizaje, como los niños con dislexia, discalculia o TDAH, porque necesitan una mayor constancia, tiempo, estructura y repetición para consolidar los conocimientos adquiridos». Así lo asegura para El Debate la psicóloga y directora del centro Anda Conmigo, Irene López.

Esta experta explica que «cuando finaliza el curso escolar y se interrumpe la rutina, el acceso al refuerzo educativo o terapéutico se reduce drásticamente». Y este parón prolongado «puede suponer una pérdida significativa en habilidades como la lectura, la escritura, la comprensión lectora, el razonamiento lógico o la atención sostenida».

Además, durante las vacaciones «se debilitan también las rutinas que favorecen su regulación emocional y conductual, y eso aumenta la frustración y disminuye la motivación», destaca Irene López.

Los cinco que más se olvidan

Con un matiz importante: no todos los conocimientos se ven igualmente afectados por este fenómeno, que afecta a la mayoría de los niños pero hiere más profundamente a aquellos que tienen más problemas.

La psicóloga Irene López, directora de Anda Conmigo

La psicóloga Irene López, directora de Anda ConmigoCedida

«Los aprendizajes más propensos a deteriorarse durante el verano –explica López– son aquellos que requieren constancia, repetición y automatización para consolidarse». Y destaca los que se ven más afectados:

1. Habilidades lectoras y de escritura: «La fluidez lectora, la comprensión y la ortografía suelen resentirse al no ejercitarse regularmente».

2. Cálculo y razonamiento matemático: «La pérdida de práctica en conceptos básicos (sumas, restas, resolución de problemas...) puede dificultar el inicio del nuevo curso».

3. Lenguaje expresivo y comprensivo: «En niños con trastornos del lenguaje, la falta de estimulación puede afectar al uso adecuado del vocabulario, la estructuración de frases o la comprensión verbal».

4. Funciones ejecutivas: «La atención, la planificación, la memoria de trabajo o la autorregulación, fundamentales para el aprendizaje autónomo, se ven afectadas por la pérdida de rutinas».

5. Habilidades sociales: «Especialmente en perfiles como el Trastorno del Espectro Autista (TEA) o el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), alejarse del entorno escolar puede reducir las oportunidades de interacción guiada y generar un retroceso en la comunicación funcional».

Los que requieren especial vigilancia

Además, la directora del centro Anda Conmigo, de Boadilla del Monte, especializado en atención a niños con dificultades de aprendizaje, explica para El Debate que «hay ciertos trastornos del aprendizaje y del neurodesarrollo que requieren especial vigilancia durante el verano, por su vulnerabilidad a la pérdida de habilidades adquiridas». Y también aquí los especifica con detalle:

1. Trastorno Específico del Aprendizaje (Dislexia, Discalculia, Disortografía): «Estos niños necesitan una práctica regular para consolidar habilidades lectoras, de escritura o cálculo. El parón veraniego, si no se acompaña de estrategias de mantenimiento, puede generar retrocesos importantes».

2. Trastorno del Lenguaje (TDL): «Estos menores requieren estimulación continua del lenguaje expresivo y comprensivo. La interrupción de sesiones logopédicas o de contextos comunicativos estructurados puede suponer un estancamiento o regresión».

3. Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH): «Al eliminarse las rutinas escolares, estos niños pueden mostrar un aumento de conductas impulsivas, desorganización y dificultades de autorregulación, afectando su preparación para el nuevo curso».

4. Trastorno del Espectro Autista (TEA): «Los cambios de rutina, la pérdida de estructura y la menor exposición a contextos sociales guiados pueden provocar rigidez, aumento de ansiedad o pérdida de habilidades comunicativas».

5. Discapacidad Intelectual o Capacidad Límite: «Requieren apoyos sostenidos y muy adaptados; la falta de estimulación puede dificultar su memoria funcional y provocar una mayor desconexión con los aprendizajes escolares».

Cómo evitar el deterioro

Para encontrar un equilibrio saludable entre descanso veraniego y mantener las habilidades que los niños han conquistado durante el curso, Irene López propone a los padres «un enfoque flexible, respetuoso con las necesidades del niño y consciente de sus ritmos». Porque «el objetivo no es replicar la rutina escolar, sino incorporar pequeñas actividades de estimulación de forma natural, placentera y significativa dentro del día a día».

Por ejemplo, la psicóloga propone «incluir aprendizajes en actividades cotidianas: contar pasos en una excursión, leer carteles en la calle o preparar una receta siguiendo instrucciones para reforzar habilidades sin presión académica». También ayuda «establecer rutinas ligeras y predecibles, porque aunque es tiempo de descanso, mantener horarios de sueño, comidas y ciertos momentos de actividad estructurada ayuda a conservar la estabilidad emocional y conductual».

López señala además que «jugar es una vía fundamental para consolidar aprendizajes, especialmente en edades tempranas: la dramatización, los juegos de mesa, el juego libre o la construcción favorecen funciones cognitivas y sociales». También «actividades en familia como leer juntos, visitar museos, hacer juegos verbales o ver documentales, porque refuerza vínculos y estimula de forma indirecta el desarrollo del lenguaje, la atención y la memoria».

Y por último, la experta sugiere «propuestas breves y motivadoras, como 10 o 20 minutos diarios de lectura, escritura o ejercicios lúdicos bien seleccionados, que son suficientes: mejor poco y con interés que mucho y con tensión».

Y concluye: «En situaciones donde se desea mantener el desarrollo de los niños durante el verano, especialmente si presentan trastornos del aprendizaje, el plano afectivo es esencial para sostener su autoestima, motivación y seguridad. Más allá de la cercanía efectiva, los mensajes que los padres transmiten de forma explícita o implícita pueden tener un impacto profundo y duradero».

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