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La gesta de Rama y Cancela: franjas y sardinetas que esperan su Laureada

La gesta de Rama y Cancela: franjas y sardinetas que esperan su Laureada

Grandes gestas españolas

La gesta de Rama y Cancela: franjas y sardinetas que esperan su Laureada

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Este junio se cumplen 130 años de un capítulo bélico poco conocido. A pocos kilómetros de una bahía por la que había navegado Cristóbal Colón, en el Oriente de la isla de Cuba, tenía lugar el combate de Piedra Picada. Sucedía dentro del trágico episodio que finalizaría con la pérdida de la provincia española más antigua de ultramar.

El Grito de Baire de febrero de 1895 marcaba el inicio de la 3ª insurrección cubana, que brotó tras la guerra larga o de los diez años y «la guerra chiquita», donde quedó claro algo más que sabido: los Estados Unidos estaban apoyando a las tropas rebeldes de forma encubierta mediante hombres y armas.

Bruma en Cuba, 1865

Bruma en Cuba, 1865Ferrer-Dalmau

El «Santo Domingo» zarpa de Ferrol

Para contenerla, en mayo de 1895, zarpaba de El Ferrol el vapor «Santo Domingo» rumbo a Cuba. En él viajaba el 2º Batallón del 2º Regimiento de Infantería de Marina, con sede en el neoclásico Cuartel de Nuestra Señora de los Dolores, el único recinto militar europeo que mantiene su mismo cometido desde que fue fundado en el siglo XVIII.

Acababa de jurar fidelidad a las banderas siguiendo la fórmula establecida: «¿Juráis a Dios y prometéis al Rey el seguir constantemente sus banderas y defenderlas hasta perder la última gota de vuestra sangre y no abandonar al que os esté mandando en acción de guerra o disposición para ella? Si, juramos».

¿Y qué es lo que hacían infantes de Marina en un combate tierra a dentro? Muchos no saben que los batallones de infantería de Marina lucharon con honor –como tropas de infantería integradas con las unidades del Ejército– en la Guerra de Independencia, guerras carlistas y, en este caso, en las operaciones de Cuba y Filipinas donde llegaron hasta a tener caballería.

Cuartel de Nuestra Señora de los Dolores

Cuartel de Nuestra Señora de los Dolores

El ataque a la vía férrea

En la madrugada del 5 de junio el fuerte situado en Aguas Claras, próximo a la ciudad de Holguín, se hallaba en estado de alerta. Se habían recibido noticias de que el general independentista Antonio Maceo, jefe carismático y buen estratega, estaba realizando ataques en su recorrido por la provincia

Casi 2.000 cubanos insurgentes –llamados mambises– entre infantería y caballería al mando de Maceo y Jesús Rabí acababan de tomar la población de Santa Lucía. Se sospechaba que uno de sus objetivos era sabotear la importante línea férrea que unía la ciudad de Gibara con Holguín, así como dejar inutilizadas las líneas telefónicas y telegráficas entre las dos ciudades.

Aguas Claras. Obsérvese la elevación de grava que sustentaban las vías.

Aguas Claras. Obsérvese la elevación de grava que sustentaban las vías.Archivo A. Ramírez

El oficial a cargo del destacamento de Aguas Claras ordenaba formar una patrulla con un sargento, un cabo y trece soldados de infantería de Marina. Llevaban como misión proteger la vía y controlar el paso del tren y se les suministró la munición correspondiente. Comenzaron a patrullar por parejas como era habitual.

Una de ellas estaba formada por los infantes José Rama Varela y Antonio Cancela Rodríguez. Ambos eran soldados de reemplazo, no profesionales, que procedían de los pequeños municipios coruñeses de Coristanco y Laracha, en la hermosa comarca de Bergantiños. Tenían poco más de 20 años. La recreación de sus rostros se muestra por primera vez y en exclusiva El Debate

Rama y Cancela. Recreación en exclusiva para El Debate.

Rama y Cancela. Recreación en exclusiva para El Debate.

A las siete de la mañana, la locomotora anunciaba la salida con destino a Holguín. El tren iba protegido por varios soldados que, armados y desde las ventanas, oteaban el panorama, conscientes de que los insurrectos acechaban desde la manigua, nombre que recibía la espesa selva antillana.

En el punto llamado Piedra Picada la patrulla fue atacada por fuerzas de Maceo y Rabí. José Rama y Antonio Cancela constataron la ocupación de la vía y, raudos y veloces, comenzaban a disparar. La patrulla entera a la que pertenecían intentó aguantar y respondía a los mambises con nutrido fuego, pero ante la flagrante desigualdad decidieron replegarse. Pero cinco soldados quedaron rodeados: Ignacio Carril y Fidel Feal de Ferrol, Jerónimo Blanco, de Meaño, Pontevedra y los citados Rama y Cancela.

De ellos, Blanco, Carril y Feal fueron blanco de los insurrectos, heridos y rematados a machetazos. Pero Rama y Cancela continuaban vivos y siguieron disparando. El general Maceo no esperaba esa resistencia, sabía que era ínfima, pero la realidad es que estaba siendo un obstáculo que no preveían y les estaba retrasando. Solicitó a los españoles que se rindieran a cambio de perdonarles la vida, pero Rama y Cancela no atendieron a los requerimientos y no dejaron de hacer fuego, intentando mantener a raya al contingente enemigo.

El joven Jerónimo Blanco mostrando los machetazos en el cráneo, cuello y espalda.

El joven Jerónimo Blanco mostrando los machetazos en el cráneo, cuello y espalda.

¿Qué pasó con Rama y Cancela?

Horas después la 6ª Compañía del Regimiento de La Habana, al mando del comandante Julio Díaz de la Torre –que como oficiales tenía infantes de Marina–, salía en columna para hacer un reconocimiento en la línea telegráfica y telefónica.

Al llegar a Piedra Picada, observaron que estaba cortada en algunos tramos, y procedieron a recomponerla. La vía férrea también estaba interrumpida porque habían sido levantados los raíles en algunos segmentos. En esa misma inspección encontraron dispersos los cadáveres de soldados, acribillados con decenas de heridas de bala y rematados a machetazos.

Pero los de Rama y Cancela, yacían en el mismo puesto de centinela donde habían comenzado su férrea resistencia. No se habían movido de allí. Estaban sin armamento ni correajes, y a su lado se hallaron numerosos casquillos vacíos.

Todos los cadáveres fueron de inmediato recogidos y trasladados a Aguas Claras.

El testigo de excepción

Se desconocía –y se pudo desconocer para siempre– lo que allí había acontecido, pero sucedió algo casi milagroso. Entre los muertos, observaron que en uno de ellos quedaba un hálito de vida: el soldado Blanco, que con la masa encefálica al aire e inmóvil en el suelo, había sido dado por muerto y no rematado por los insurgentes.

Blanco permaneció un tiempo en estado crítico y fue desahuciado por dos médicos que lo asistieron, pero pese al pronóstico letal el esfuerzo y profesionalidad de un médico militar salvó su vida, aunque le quedaron cicatrices muy visibles en la región occipital, nuca, de oreja a oreja y en la espalda.

Siempre creyó que había sido una merced de la Virgen del Carmen «hasta yo creía que estaba muerto y he resucitado, la Virgen del Carmen lo ha permitido para que cuente lo que han hecho con mis compañeros». El superviviente se convirtió en un testigo de excepción que narró el episodio de primera mano.

Nuestra Señora del Carmen

Nuestra Señora del Carmen

Blanco pudo contar lo sucedido incluido su propia «muerte» de forma aterradora. «Entonces, un negrazo que, a pesar de llevar en una oreja una argolla de metal como las que usan las mujeres, tenía aspecto de fiera y después resultó serlo, me cogió por la muñeca: 'No tengas cuidado, yo seré tu padrino'. Y diciendo esto, comenzó a descargar sobre mi cabeza y cuerpo tremendos machetazos, mientras que con mi compañero hacían lo mismo».

También contó cómo Rama y Cancela cuando se les agotó la munición habían usado la de sus compañeros muertos. Resistieron más de una hora y se batieron heroicamente defendiendo el puesto avanzado que les confiaron.

El número de casquillos desparramados demostraba que supieron morir matando con fuego y bayoneta. A su alrededor, yacían ocho cadáveres de mambises –alguno muertos a bayonetazos, probablemente cuando ya no les quedaban balas y tuvieron que luchar cuerpo a cuerpo–.

El testimonio de Blanco es la base del espléndido trabajo de la dra. Bello Platas Los soldados del Tercio del Norte en el Conflicto de Piedra Picada, una de las fuentes de estas líneas junto al libro de Campelo Gaínza.

Heroísmo convertido en gesta

El comportamiento heroico de Rama y Cancela se tornó en gesta porque su negativa a rendirse y el tiempo que aguantaron daría tiempo a la plaza militar para organizar una contraofensiva, a que llegasen refuerzos a la posición y salvarla. Pudieron además rescatar con vida a cinco infantes y mantuvieron abiertas las comunicaciones.

Pero otro hecho consigue que su hazaña no quedara en el olvido. Sólo unos meses después, a finales de 1895, se erigió un nuevo fuerte para proteger el puente ferroviario de Aguas Claras. Debía denominarse como el General en Jefe Don Ramón Echagüe, pero, impresionado al conocer de primera mano la historia de Rama y Cancela, renunció al honor.

Restos del Fortín.

Restos del Fortín.Alexis Ramírez

Y así, personalidades, unidades militares y cubanos de la zona inauguraban del Fuerte Rama-Cancela (aunque por error pusieron Caneda). Y bajo la placa toponímica, se colocó otra que decía: «Viajero Cristiano, ¡detente y descúbrete! La tierra que pisas es sagrada. En nombre del Real Cuerpo de Infantería de Marina».

A Blanco se le concedía la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo. Los compañeros de posición que sobrevivieron también recibieron recompensas, pero no hubo entonces petición de distinción alguna para Rama y Cancela, ni por parte de los mandos, ni por el comandante militar de Holguín, el general Álvaro Suárez Valdés.

El camino de reconocimiento

Pero en 1912, el coronel Cristóbal Muñoz recuperaba su historia en un discurso publicado en el Correo de Cádiz. No sólo reconocía la heroicidad de los dos soldados de Infantería de Marina y el sacrificio de sus vidas en aras de la Patria, sino que conseguía que se adoptasen disposiciones para perpetuar sus nombres.

Se esculpirían sobre los muros del fuerte, se pasaría revista a perpetuidad en las filas de su batallón y se colocarían en los cuarteles lápidas conmemorativas de sus gloriosas muertes. Y algo más, un buque de guerra llevaría su nombre.

Los padres y familiares de los dos jóvenes soldados fueron recibidos en Ferrol por las autoridades militares del Cuartel de Dolores, y en el pétreo Patio de Armas se colocaba una placa memorial de ambos héroes.

El Diario Oficial del Ministerio de Marina del 30 de mayo de 1913 así decía: «No puede nunca calificarse de excesivo lo que se haga en honor de estos héroes. Dieron su vida por la Patria cuanto podían dar: su juventud, sus ilusiones, su porvenir, sus afectos, su vida entera inmolándose en beneficio y honra de España. Difícilmente se encontrará en la Historia quien encarne con mejores caracteres su sublime abnegación y tan acendrado patriotismo».

Esquela homenaje a Rama y Cancela

Esquela homenaje a Rama y Cancela

Y también se intentaba hacer justicia: se pedía que ambos recibiesen los méritos más que ganados, empezando por la Cruz Laureada de San Fernando. Se propuso un proyecto de ley para la formación del expediente de concesión para Rama y Cancela.

Pero, desgraciadamente, un cambio de gobierno hizo que la comisión no se designase, por lo que la concesión no prosperó y el acto de justicia quedaba pendiente secula seculorum.

Últimos homenajes

Entre los años 2001 y 2002, realizaron misiones internacionales de paz en Trebinje, en Bosnia y Herzegovina batallones españoles de IFOR y luego de EUFOR, (fuerza multinacional de España, Portugal, Francia e Italia). Una placa en el Tercio de Armada recuerda la importante labor llevada a cabo por estos batallones, y figuran Rama y Cancela porque el legado de su memoria siempre se ha mantenido presente en la Armada.

La valiosa documentación expedientes de filiación, cartografía o el fondo fotográfico de los soldados del Tercio Norte permaneció abandonada y en malas condiciones durante décadas hasta que a comienzos de los 70 con el Coronel del Tercio José M. Fidalgo al frente iniciaba su recuperación.

Hoy el Archivo del Tercio del Norte de Infantería de Marina, ha hecho un esfuerzo ímprobo por su catalogación y conservación.

Eco de Cartagena, 1912

Eco de Cartagena, 1912

Con motivo del 120 aniversario del combate de Piedra Picada el Tercio dispensaba un homenaje a sus héroes, al que fueron invitados los alcaldes de sus villas natales. En la casa natal de Cancela en Coristanco, se descubrió una placa y un busto en la plaza principal y en su inauguración hubo un gran despliegue en el que cientos de infantes de Ferrol y Marín le rindieron honores. Su compañero Rama solo posee una vieja placa en la casa de Laracha en la que nació.

Un proyecto con esperanza en la justicia

En el 2013, el capitán reservista de Infantería de Marina Alexis Ramírez comenzaba un proyecto de recuperación de la memoria de Rama y Cancela. Visitaba archivos, los lugares in situ y publicaba un extenso artículo en la Revista General de Marina, «Rama y Cancela: los secretos de la manigua».

Asimismo, comenzaba una batalla burocrática para que Rama también fuera reconocido con un busto en su villa natal y que fuese Salvador Amaya, quien lo realizara para dar más lustre a la escultura. Y lo más difícil, que, por clamor popular o a través del Ministerio de Defensa, se iniciase el procedimiento ante la Real y Militar Orden de San Fernando.

Y en ello sigue, peleando por su legado. Rama y Cancela fueron soldados de reemplazo, pero muy dignos de admiración y recuerdo. Fueron prueba fehaciente del valor y abnegación con los que el militar español da su vida por la Patria, de los que tenemos tantos ejemplos olvidados.

En palabras de Alexis Ramirez, «Rama y Cancela son un caso único en la Historia Militar de España que aconteció en el Oriente cubano». Tanto por la gesta en sí, como por la petición de justicia que quedó pendiente en el Senado de Madrid. Fueron reconocidos por el comandante de la columna que encontró sus cadáveres, por el general jefe del distrito, por el coronel que elevó años más tarde el reconocimiento, por el Ministro de Marina, por una Junta superior de la Armada y por el propio Rey.

Placa en homenaje a Rama y Cancela

Placa en homenaje a Rama y Cancela

Una deuda con Rama y Cancela

Lo cierto es que los dos jóvenes de Bergantiños son referencia absoluta para quienes visten el uniforme de franjas y sardinetas que llevan muy a gala su legado. El Tercio Norte hace ofrendas florales anuales y sobre todo, los recuerdan en la «Marcha Heroica de la Infantería de Marina».

España tiene una gran deuda con los soldados de Piedra Picada. Al igual que se hizo con los héroes de Alcántara, 90 años después de su gesta, es tiempo ya de que se abran todos los cauces para la concesión de las más que merecidas Laureadas de San Fernando para Rama y Cancela.

Las más altas Laureadas para los dos humildes gallegos que derramaron su sangre cubriendo de gloria la bandera española y la de la Infantería de Marina. Dos banderas a las que habían prestado sagrado juramento y que les elevaron a la categoría eterna de grandes héroes de la Patria.

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