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23 de abril de 2024

Soldado ruso muerto Ucrania

Un forense ucraniano introduce en una bolsa el cadáver de un soldado rusoAFP

97 días de guerra

Cartas, engaños y reclutamientos forzosos: Rusia se desespera por lograr nuevos combatientes

El Kremlin envía cartas a las empresas del gobierno para ordenarles que inscriban a su personal como voluntarios en el ejército

Rusia se queda sin soldados. A las bajas en combate, más de 30.000 desde el inicio de la guerra el 24 de febrero (según el ministerio de Defensa ucraniano), se le suman las deserciones o, incluso, los motines de soldados.
Por el momento, el ejército ruso no parece sufrir las consecuencias de este problema y sigue siendo operativo en Ucrania, donde en los últimos días ha logrado avances incontestables en el Donbás.
La inminente caída de la ciudad de Severodonetsk, y la conquista de todo el oblast de Luhansk, ha dado un respiro al Kremlin que, junto con la caída de Mariúpol, por fin tiene un «trofeo» que mostrar a sus huestes nacionalistas.
Sin embargo, la caída de nuevas incorporaciones al ejército y la destrucción de material de guerra podrían hacer que el ejército ruso dejara de tener capacidad ofensiva en cuestión de pocos meses, incluso en semanas.
En un primer momento, el Kremlin ha tratado de suplir sus capacidades de combate con los mercenarios Wagner y voluntarios sirios, chechenos y osetios. Pero su acción se ha mostrado poco decisivo en el desarrollo de la guerra.
El Kremlin tiene un problema: sin una declaración de guerra a Ucrania, no puede decretar la movilización general de su población y el ingreso obligatorio en el ejército.
El presidente Vladimir Putin se ha negado, hasta ahora, a declarar la guerra y decretar la movilización de la población.
Por el momento, conserva el favor de la mayoría de la población a sus planes expansionistas en Ucrania. Las décadas de propaganda agresiva y represión implacable de la disidencia le han permitido contar con una sociedad aplacada y dócil.
Pero eso podría cambiar. Ya hay signos contestatarios entre la población, sobre todo en Moscú y San Petersburgo, donde el cansancio de una guerra que debería haber durado unos pocos días y ya va casi por su cuarto mes, ha hecho mella en la motivación patriótica de los rusos.
En ese escenario, el temor del gobierno ruso es que declarar la guerra de forma oficial, organizar levas masivas y una posible expansión de los combates dentro de territorio ruso, podría crear el caldo de cultivo idóneo para una rebelión antigubernamental.
Para suplir esa carencia, el gobierno ruso se vale de otros recursos que rozan la picaresca. A pesar de contar con una reserva de más de un millón de soldados, el Kremlin está recurriendo a la correspondencia para convencer a sus entusiasmados ciudadanos para que se incorporen a filas y acudan a dar su vida en el Donbás por la Madre Rusia.
Según una investigación de la BBC, el Kremlin está enviando cartas a las sedes de las empresas gubernamentales instándoles a que inscriban a sus empleados en el ejército como voluntarios.
Por otro lado, el ministerio de Defensa de Rusia está inundando los portales de empleo en internet con jugosas ofertas de trabajo en el ejército para ciudadanos sin experiencia de combate.
Muchos de los soldados rusos hechos prisioneros en el campo de batalla denunciaron haber sido engañados para enviarlos a la guerra.
Al inicio de la invasión, por ejemplo, algunos de los soldados rusos se sorprendían, al ser detenidos, de encontrarse en Ucrania, pues no eran conscientes de haber cruzado la frontera y creían que se encontraban de maniobras en territorio ruso o bielorruso.
El Kremlin se encuentra sometido a una presión muy grande para solventar los problemas de personal del ejército. Algunos oficiales están instando al gobierno para que decrete una movilización parcial de la población rusa y establezca la pena de muerte para los desertores.
Vladimir Putin eliminó recientemente el tope de 40 años como límite para ser movilizado por el ejército, una señal de que se está preparando una movilización.
Las dificultades son crecientes. En el Donbás, donde las autoridades han decretado el reclutamiento forzoso, las calles se han vaciado de hombres. Los que no están muertos, están combatiendo, y los que no están combatiendo han huido o se encuentran escondidos para evitar que los manden a combatir.
El temor a una declaración de guerra y a una movilización de la población es creciente. Desde hace semanas, grupos de desconocidos coordinados y con una gran capacidad para escapar de la policía, está incendiando centros de reclutamiento y comisarías en Moscú y en San Petersburgo.
Putin vive obsesionado con una posible «revolución de color» en Rusia que pueda ponerle en juego. La movilización de la población y el reclutamiento forzoso podría ser la chispa que encienda esa mecha.
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